guardar de mi despacho. Lo primero que meti fue el diccionario rojo y gastado que me habia regalado mi madre. Despues de eso no habia mucho mas que mereciera la pena conservar. Un reloj de mesa Mont Blanc que incomprensiblemente nadie habia robado, una grapadora roja y unos cuantos archivos que contenian agendas y contactos. Eso era todo.
Un tipo de seguridad me vigilaba mientras recogia y tuve la sensacion de que no era la primera vez que se veia en una situacion tan incomoda. Sentia compasion por el y no le culpaba por limitarse a cumplir con su trabajo, pero tenerlo alli en mi despacho era como ondear una bandera. Pronto acudio Larry Bernard.
– ?Que pasa? Tenias hasta manana.
– Ya no. Kramer me ha dicho que me largo.
– ?Y eso? ?Que has hecho?
– Ha intentado devolverme el empleo, pero le he dicho que se lo podia quedar.
– ?Que? ?Le has dicho…?
– Tengo un nuevo trabajo, Larry. Bueno, en realidad tengo dos.
Ya habia metido en la caja todo lo que me iba a llevar. Daba pena. No era mucho por siete anos de trabajo. Me levante, me colgue la mochila al hombro y recogi la caja, dispuesto a salir de alli.
– ?Que hay del articulo? -pregunto Larry.
– Es tuyo. Tienes el control total sobre el.
– Si, a traves de ti. ?Como voy a conseguir que alguien me de una vision del tema desde dentro?
– Eres periodista. Ya te las arreglaras.
– ?Puedo llamarte?
– No.
Larry fruncio el ceno, pero no deje que se enfurrunara demasiado.
– Lo que si puedes hacer es invitarme a comer a cargo del
– Eres el amo.
– Ya nos veremos, Larry.
Fui hacia el ascensor, con el vigilante de seguridad siempre tras mis pasos. Eche un vistazo general a la redaccion, pero me asegure de no detener la mirada en nadie mas. No queria despedidas. Avance por el pasillo de las oficinas acristaladas y no me moleste en mirar si dentro estaba alguno de los redactores para los que habia trabajado. Lo unico que deseaba era salir de alli.
– ?Jack?
Me detuve y me volvi. Dorothy Fowler habia salido de la oficina de cristal ante la que yo acababa de pasar. Me hizo un gesto para que me acercara a ella.
– ?Puedes entrar un minuto antes de marcharte?
Dude un momento y luego me encogi de hombros. Finalmente le entregue la caja al hombre de seguridad.
– Ahora mismo vuelvo.
Entre en el despacho de la redactora de Local, me solte la mochila y me sente frente a su mesa. Fowler mostraba una sonrisa maliciosa. Hablaba en voz muy baja, como si temiera que la pudieran oir desde el despacho contiguo.
– Le dije a Richard que estaba de broma, que no aceptarias que te devolviera el trabajo. Creen que las personas son como munecos y que pueden manejar las cuerdas.
– No tenias por que estar tan segura. Ha faltado muy poco para que aceptara.
– Lo dudo, Jack. Lo dudo mucho.
Supuse que eso era un cumplido. Asenti y mire la pared que tenia detras, cubierta de fotos, tarjetas y recortes de periodico. Tenia alli colgado un titular clasico de un diario neoyorquino: «Cuerpo sin cabeza en un bar sin ropa». Era insuperable.
– ?Que vas a hacer ahora?
Le ofreci una version mas detallada de lo que le habia dicho a Kramer. Iba a escribir un libro sobre mi participacion en el caso Courier-Mc Ginnis y luego aprovecharia la oportunidad tan largamente esperada de publicar una novela. Ademas, estaria en el comite editorial de velvetcoffin.com, con libertad para emprender los proyectos de investigacion que eligiera. No ganaria mucho, pero seria periodismo. Estaba dando el salto al mundo digital.
– Todo eso suena estupendo -dijo ella-. Realmente vamos a echarte mucho de menos por aqui. Eres uno de los mejores.
No me gustan demasiado los cumplidos como ese. Soy un cinico, y siempre busco la causa. Si de verdad era tan bueno, ?por que me habian puesto en la lista treinta? La respuesta era que era bueno pero no tanto, y que ella hablaba por hablar. Mire hacia un lado, como hago cuando alguien me miente a la cara, y otra vez vi imagenes pegadas a la pared.
Fue entonces cuando lo vi. Era algo que se me habia escapado hasta entonces, pero en ese momento no. Me incline hacia delante para poder verlo mejor y luego me levante y me incline por encima de su despacho.
– Jack, ?que…?
Senale la pared.
– ?Puedo ver eso? El fotograma de
Fowler se levanto, la desprendio de la pared y me la dio.
– Es una broma de un amigo -dijo-. Soy de Kansas.
– Ya lo pillo -dije yo.
Estudie la fotografia, concentrandome en el Espantapajaros. Era una copia demasiado pequena para que pudiera estar completamente seguro.
– ?Puedo hacer una busqueda rapida en tu ordenador? -pregunte.
Ya estaba a su lado, frente a la pantalla y el teclado, antes de que ella pudiera contestar.
– Eh, si, claro. ?Que…?
– Todavia no estoy seguro.
Fowler se levanto y me dejo el asiento libre. Me sente, mire a su pantalla y abri Google. Aquel trasto iba despacio.
– ?Venga, venga!
– Jack, ?que buscas?
– Dejame un momento, es que…
La pantalla de busqueda finalmente aparecio y seleccione la busqueda de imagenes de Google. Teclee «espantapajaros».
La pantalla pronto se lleno con dieciseis pequenas imagenes de espantapajaros. Habia fotografias del adorable personaje de la pelicula
Pase un par de minutos cliqueando en cada foto para ampliarla. Las estudie y, dieciseis de dieciseis, todas tenian una cosa en comun: en la construccion de todos y cada uno de los espantapajaros se incluia una bolsa de arpillera colocada sobre la cabeza para formar una cara. Todas estaban sujetas alrededor del cuello con una cuerda; a veces una soga gruesa y otras una cuerda de tender la ropa. Pero eso no importaba: la imagen era consistente y coincidia con lo que habia visto en los archivos que habia reunido, asi como en la imagen imborrable que tenia de Angela Cook.
Comprendi que en los asesinatos se habia utilizado una bolsa de plastico transparente para crear el rostro del espantapajaros. No era arpillera, pero esta inconsistencia con la imagineria establecida no importaba. Una bolsa por encima de la cabeza y una cuerda alrededor del cuello eran lo que se utilizaba para crear la misma imagen.
Abri la siguiente pantalla de imagenes. La misma construccion otra vez. En este caso las imagenes eran mas antiguas, y algunas se remontaban un siglo, hasta las ilustraciones originales del libro