conductor de pensamientos y suenos.
«Por favor, trae felicidad a mi hogar… Deja que conozca la alegria de tener un buen marido… Quisiera tener hijos… Por favor, no dejes que pase hambre… Quiero estar segura siempre… Quiero que me acepten como soy…».
Sus plegarias llegaron a Elphame en una rafaga de emocion, y ella las acerco a su corazon y las atesoro. Despues anadio su propio deseo, y casi sin darse cuenta, se aparto del anhelo de poder encajar, de ser normal. Por primera vez, su deseo fue otro que no estaba centrado en si misma.
«Por favor, permite que los que entren en el Castillo de MacCallan encuentren un refugio seguro, y ayudame a ser una lider comprensiva y sabia».
– Ahora, vos debeis completar el resto de la ceremonia, Diosa -le dijo Brenna.
Al oirlo, Elphame sintio un escalofrio. Habia pensado que Brenna dirigiria toda la ceremonia. Ella nunca habia llevado a cabo ningun tipo de ritual magico. Incluso durante su educacion en el Templo de la Musa, habia evitado el entrenamiento de los encantamientos y la invocacion de las deidades. Sabia que las otras estudiantes lo comentaban porque les parecia extrano, pero habian llegado a la conclusion de que lo evitaba porque era tan poderosa que no necesitaba una guia mortal, que ya estaba en comunion con el reino de los espiritus. La gente esperaba que siguiera los pasos de su madre y se convirtiera en la Elegida de Epona, y que reinara como la lider espiritual de Partholon. Con solo pensarlo, Elphame se sentia enferma porque, desgraciadamente, la verdad estaba muy lejos de lo que ellos pensaban. Aunque lo habia deseado, nunca habia sentido la magia, ni de los espiritus, ni de los dioses, ni de Epona. No le serviria de nada estudiar la magia. No tenia magia, aparte de sus anormalidades fisicas.
Hasta que habia entrado al Castillo de MacCallan y habia recibido el saludo de las piedras, penso. Alli, las cosas eran distintas. El Castillo de MacCallan era un nuevo comienzo para todos ellos. Eso no significaba que ella fuera a ocupar el lugar de su madre. Significaba que por fin habia encontrado su lugar. Dejando a un lado las inseguridades que la habian angustiado durante anos, miro a Brenna a los ojos.
– ?Que debo hacer? -pregunto Elphame.
– Tenemos que llevar los recipientes a la entrada del castillo -dijo Brenna, y la tarea se realizo rapidamente. Ella situo los recipientes en el interior del hueco de las murallas y le dijo a Elphame que se situara entre ellos. Las otras mujeres se quedaron justo a la salida-. Ahora, debeis llamar a cada uno de los cuatro elementos por turno. Aire, fuego, agua y tierra. Pedidles que limpien este castillo y que lo llenen de proteccion, mientras salpicais con agua perfumada en direccion a los cuatro puntos cardinales. No hay unas palabras determinadas que debais recitar, tan solo debeis decir lo que os salga del corazon. Nosotras os seguiremos, Diosa.
Despues, Brenna le dio la espalda a Elphame y las mujeres hicieron lo mismo. Todas estaban de cara al este.
«El este…», penso Elphame freneticamente. El este era el comienzo de la direccion de todos los encantamientos. Su elemento era el aire. Y el este era la direccion en la que estaba orientado el castillo. Debia de ser un buen presagio.
Cerro los ojos, se concentro, y le envio una plegaria fervorosa a Epona.
«Epona, si puedes oirme, no voy a pedirte que me hables como hablas a mi madre. No espero eso. Solo quiero pedirte que me ayudes a no decepcionar a estas mujeres, y ayudame a honrar a los espiritus que he comenzado a sentir hoy. Por favor, ensename las palabras mas adecuadas para bendecir nuestro nuevo hogar».
Podia hacerlo. Abrio los ojos y se inclino para tomar un poco de agua perfumada de albahaca entre las manos.
Se incorporo, miro hacia el este y permitio que el agua se le resbalara entre los dedos.
– Apelo a ti, Poder del Aire, para que seas testigo de este ritual. Eres el elemento que encontramos al nacer, cuando respiramos por primera vez. Te pido que llenes el Castillo de MacCallan mientras renace y que ahuyentes las fuerzas negativas de su cercania. Infundeles a estas murallas proteccion y paz.
De repente, la brisa movio la larga melena de Elphame. La hizo girar, de un modo jugueton, a su alrededor; atrapo las gotas de agua e hizo que bailaran en el viento, mostrandole asi a Elphame, con claridad, que sus palabras habian sido escuchadas y aceptadas. La sonrisa de respuesta de Elphame estaba llena de alegria y asombro.
Despues de que el viento cesara, ella respiro profundamente y se volvio hacia el sur, la direccion del fuego. El grupo de mujeres la imito. Ella tomo mas agua y la alzo.
– Apelo a ti, Poder del Fuego, para que seas testigo de este ritual. De ti obtenemos el calor, la luz y la energia. Tu fuerza ya ha purificado el Castillo de MacCallan. Te pido que continues protegiendolo, y a todos nosotros tambien, mientras lo convertimos en nuestro hogar.
Mientras hablaba, noto que los rayos del sol la calentaban, la atravesaban y llegaban hasta su alma.
Elphame y las mujeres giraron hacia la derecha nuevamente. Ella se lleno las manos de agua.
– Apelo a ti, Poder del Agua, para que seas testigo de este ritual. Tu estas presente en nuestro cuerpo en forma de lagrimas, leche y sangre. Nos llenas y nos sostienes. Lava todo el dolor antiguo del Castillo de MacCallan. Limpialo y llenalo con la alegria del presente mientras continua erguido, vigilante como siempre, sobre tu costa.
El sonido distante de las olas rompiendo en lo mas profundo del acantilado se intensifico de repente y resono con fuerza por las murallas del castillo.
Cuando el sonido se acallo, Elphame giro de nuevo y se situo hacia el norte, el elemento de la tierra, de manera que completo el circulo.
– Apelo a ti, Poder de la Tierra, para que seas testigo de este ritual. Tu nos estabilizas y nos das refugio. Sentimos tu espiritu en las piedras de este castillo. Te pido que uses tu enorme poder para ahuyentar las energias negativas que puedan permanecer todavia en el Castillo de MacCallan, y que lo protejas con la fuerza de un nuevo crecimiento y de una antigua sabiduria.
La hierba sobre la que estaban se mecio como si una mano gigante e invisible acabara de pasar sobre ella, y el aire que las rodeaba se lleno de la fragancia de una cosecha abundante.
Entonces, por impulso, Elphame se inclino otra vez. Volvio a echar agua al aire hacia el cielo, y dijo con alegria:
– Y apelo a ti, Epona, para que seas testigo de este rito y le concedas al Castillo de MacCallan, nuestro nuevo hogar, tus bendiciones y tu proteccion.
Las gotas de agua explotaron alrededor de Elphame como si fueran estrellas liquidas, y todas las mujeres prorrumpieron en vitores.
– ?Venid! -exclamo Brenna, y se acerco a uno de los recipientes de agua y albahaca, en el que hundio las manos con una sonrisa-. Vamos a bautizar nuestro nuevo hogar.
Entonces, salpico las piedras, y las demas mujeres, entre risas y gritos de alegria, tomaron agua en las manos y, mientras la lanzaban contra la muralla, lavaron el ultimo de sus miedos.
Cuchulainn, que estaba escondido en el bosquecillo que habia junto a la entrada del castillo, observo a las mujeres. Aquel ritual de purificacion habia sido muy poderoso, eso estaba claro. El apenas podia creer que fuera su hermana la que habia pronunciado aquellas palabras y hubiera invocado un poder tan evidente y elemental. Sin embargo, tenia que creerlo. Acababa de verlo. Y el poder que tenia en su interior, aquel poder que tenia que reprimir y controlar con constancia, habia saltado en respuesta al ritual magico de Elphame, que evidentemente habia contado con la bendicion de Epona. El habia sentido la purificacion, y como se erigian los muros invisibles de proteccion, como un circulo alrededor del Castillo de MacCallan.
Cuchulainn habia pensado que tal vez estuviera sintiendo el residuo psiquico de la ira de Epona hacia los invasores Fomorian.
Mas de un siglo antes, la Guerra Fomoniana habia empezado con la matanza del Castillo de MacCallan, algo que habia enfurecido a Epona, tanto, que la Elegida de Epona habia reunido a las gentes de Partholon. Los centauros y los humanos habian unido sus fuerzas para derrotar a la horda de demonios. ?Era aquel el motivo por el que Epona habia marcado el ritual de su hermana? ?Para mostrar su aprobacion por la reconstruccion del castillo? ?Era tan sencillo?
No. El sabia que habia algo mas, algo que habia estado presente en el rito. Y por mucho que intentara descifrarlo, no podia. Era algo esquivo, pero sabia lo que le recordaba. Era muy parecido al presentimiento que