aquella espaciosa estancia, y continuo hablando.
– Se que te resultara extrano, y que tu hermano y los demas miembros de tu clan no lo entenderian, pero tengo la sensacion de que es bueno que yo este aqui. Es como si las cosas se completaran -dijo con una sonrisa-. Mi madre estaria contenta si supiera que he regresado.
Ella se acerco a el y se apoyo en su hombro. Lochlan la rodeo con un brazo y con el ala oscura, y se inclino para besarla con una ternura que le corto el aliento. Entendia bien lo que habia sentido su madre. Ella tambien lo amaba completa y ferozmente.
– Hablame de ese presentimiento que te ha preocupado tanto -dijo el, y la condujo hasta el divan dorado que habia junto a la cama.
Con un susurro, las alas de Lochlan se plegaron contra su espalda, y el se apoyo en el respaldo del asiento. Entonces, doblo las rodillas para que ella pudiera sentarse en su regazo y acurrucarse contra su cuerpo.
– Ocurrio cuando Cuchulainn vino a pedirme permiso para cortejar a Brenna. Por supuesto, yo se lo concedi. Y casi al instante, pedi a Epona su bendicion. En cuanto pronuncie el nombre de la diosa, me invadio una terrible tristeza, y oi un llanto.
– Tal vez tu presentimiento no tenga nada que ver con Cuchulainn y Brenna. ?No es posible que Epona te estuviera enviando una vision sobre nuestro matrimonio, para intentar prepararte para la lucha que tenemos por delante?
Elphame nego con la cabeza.
– Ya lo habia pensado. No. Este presentimiento estaba vinculado a Cuchulainn y Brenna -dijo ella, y tomo aire profundamente-. Ademas, El MacCallan estaba de acuerdo en que era una vision que me envio la diosa para advertirme de que debia ser fuerte.
Lochlan arqueo las cejas.
– ?Has hablado con el espiritu de El MacCallan?
– Mas de una vez. En realidad, el tambien se le ha aparecido a Cu. Asi supo que debia venir a buscarme la noche de mi accidente. El MacCallan lo envio en mi busca.
– Mi tio… -dijo el, cabeceando, sin poder creerlo apenas.
– Y mi tatarabuelo -dijo ella-. Menciono a tu madre la ultima vez que hablamos. La queria mucho.
De nuevo, la tristeza se reflejo en los ojos de Lochlan.
– No lo se, pero creo que es buena senal que no haya aparecido para echarte del castillo. No tengo ninguna duda de que el viejo espiritu sabe todo lo que ocurre dentro de sus muros.
– ?Deberia marcharme? No desearia molestarlo.
Elphame nego con la cabeza.
– No te marches. Yo quiero que estes aqui. Te necesito. Recuerda que eres del clan de los MacCallan, por juramento y por sangre.
– No es la sangre MacCallan lo que me preocupa -respondio el, y le dio un beso en la mano a Elphame-. ?Que vas a hacer con respecto a tu vision?
Elphame suspiro.
– Creo que no hay nada que pueda hacer. El MacCallan me dijo que me preparara para lo que iba a ocurrir. Lo unico que puedo hacer es ser fuerte y esperar.
– Eres fuerte, corazon mio. Y esperaremos juntos a lo que venga.
Aquellas palabras fueron un consuelo para ella, aunque Elphame se daba cuenta de que no deberia ser asi. La vision no tenia nada que ver con el, pero Lochlan era, sin duda, parte de la tormenta que se avecinaba. Ella sabia que su relacion con el iba a ser un descubrimiento amargo para su familia y para su clan, pero no podia alejarse de Lochlan. Toda su vida habia sonado con un companero, aunque siempre hubiera pensado que nunca lo tendria. Y, una vez que lo habia encontrado, no podia dejarlo marchar.
Le agarro la mano.
– Si, incluso la tristeza mas grande sera mas facil de soportar si estamos juntos.
– ?Has pensado que tal vez Epona te este adelantando que Brenna va a rechazar a tu hermano? Si el la quiere mucho, eso seria una gran tristeza para el, pero es algo de lo que se recuperara.
– Brenna no lo va a rechazar. Tendrias que haberlos visto, Lochlan. Era como si hubieran descubierto un secreto maravilloso. No, Brenna no lo va a rechazar.
– Entonces, si Epona lo permite, ojala tu hermano acepte nuestro amor cuando conozca nuestro secreto.
Un trueno resono en el cielo, y el relampago estallo peligrosamente cerca del castillo. Elphame se estremecio.
– La tormenta se acerca -dijo.
– Pasara, corazon mio.
Elphame miro a su companero. El la estaba mirando con seguridad, y eso le infundio confianza en sus palabras. Penso que el seria un gran lider para su gente. Con disgusto, Elphame se dio cuenta de que aunque el habia mencionado a las otras mujeres que habian sobrevivido al nacimiento de sus hijos Fomorians, y aunque ella sabia que tenia que haber mas seres como el, no le habia preguntado por los demas, los que el habia dejado atras.
– Lochlan, hablame de tu gente.
El se quedo callado. Estuvo en silencio durante tanto tiempo que Elphame penso que no iba a responder. Cuando comenzo a hablar, la voz de Lochlan sono ahogada.
– Mi gente vive en las Tierras Yermas. La vida alli es dificil, pero, como ya sabes, somos muy longevos, y pocos de nosotros han muerto. Y, aunque yo me cuestiono si es recomendable, nacen muchos ninos cada ano.
– ?Ninos?
Lochlan sonrio sin humor.
– Si, podemos procrear. Somos fuertes y resistentes. Mi gente prospera, casi tanto como sufre.
Elphame sacudio la cabeza.
– ?Sufren? ?Por que?
– Nosotros compartimos ciertas similitudes. Nuestro aspecto es mas humano que monstruoso, tenemos la capacidad de vivir de dia, sin que la luz del sol nos haga dano, no necesitamos alimentarnos de sangre, y todos luchamos por aferrarnos a nuestra humanidad y alejarnos de nuestra herencia oscura. Tu ya lo sabes, Elphame. Has visto las pruebas de esa lucha en mi. Lo que no sabes es que cada vez que lucho contra el demonio que hay en mi interior, cada vez que elijo la humanidad en vez del camino oscuro, eso me causa dolor. El dolor que experimentamos mi gente y yo esta llevando a muchos a la locura -dijo Lochlan, y apreto los dientes-. Es especialmente dificil para los ninos. Ellos tambien nacen mas humanos que demonios, pero no tienen madres humanas que los guien, y las nuestras murieron hace mucho tiempo.
Elphame se sintio abrumada al pensar en un Lochlan muy joven luchando por ser humano, sin la ayuda de la fuerza y las creencias de su madre.
– Entonces, ?deben venir aqui! Podemos ayudarlos. Mi familia te aceptara. Tienen que hacerlo. Cuando vean lo bueno que eres, y como luchas contra la oscuridad cada dia, y la vences, comenzaran a confiar en ti como yo, y a traves de ti, tu gente tambien se ganara su confianza.
Lochlan no podia apartar la mirada de la creencia que se reflejaba en sus ojos. Aquel era el momento para hablarle de la Profecia. Era el momento de confesarle que su mision era robarle su sino, pero que el habia abandonado la Profecia, y a su gente, por amor a ella. Sin embargo, no podia hacerlo. Ella lo tenia envuelto en su sueno, y el no deseaba despertar.
– Ojala fuera tan facil -dijo.
– Si fuera facil, no mereceria la pena -contesto ella, repitiendo las palabras de la madre de Lochlan.
– Te quiero, corazon mio -le dijo el, y la abrazo-. Siempre te querre.
Elphame se apoyo en el y le devolvio su beso. Al oir que sus alas comenzaban a moverse con excitacion, le susurro contra los labios:
– Llevame a la cama, esposo.
Con una fuerza mas que humana, Lochlan se levanto rapidamente con Elphame en brazos. Sus pasos los llevaron a la cama en un latido. Pronto su ropa, empapada a causa de la lluvia, estaba en un monton a sus pies. Elphame se deslizo desnuda entre las lujosas sabanas. Lochlan se tendio sobre ella, con las alas desplegadas como un tremendo pajaro de presa. Apoyaba la mayor parte de su peso sobre los codos, y tenia las manos