ocurrido de verdad, que Epona habia creado a un companero para ella. Que no tendria que pasar la vida solitariamente, llenando sus dias con el reflejo del amor de los demas.
El clan de los MacCallan debia aceptar a Lochlan. ?Y si no lo aceptaban? ?Estaria ella dispuesta a renunciar a su posicion de Jefa del Clan para marcharse a las Tierras Yermas con su amante? La idea le provoco un escalofrio. Con un suspiro, miro a la estatua de marmol que se parecia tanto a ella.
– ?Que harias tu si estuvieras dividida entre dos mundos? -le pregunto en un susurro.
– ?Hermana mia!
La voz resonante de Cuchulainn sobresalto a Elphame, que se volvio con el ceno fruncido. Sin embargo, al ver a Brenna caminando a su lado, tomada de su mano, sonrio de felicidad. Cuchulainn tenia el pelo mojado, y llevaba la lobezna en su tunica.
– Buenos dias, Elphame -dijo Brenna.
Por su rubor, Elphame se dio cuenta de que la Sanadora estaba conmovida. Se imaginaba lo emocionante que debia de ser todo aquello para ella.
Como Elphame, Brenna no esperaba encontrar el amor, y lo habia hallado en un lugar muy comun. Era, por decirlo de algun modo, un giro del destino al que habia que acostumbrarse.
– Buenos dias, Brenna -dijo con afecto-. Me alegro de verte, aunque parece que has estado en compania de individuos cuestionables y animales salvajes.
– Seriedad, El -dijo Cuchulainn-. Va a pensar que lo dices de verdad.
Elphame sonrio a Brenna.
– Lo digo de verdad.
Brenna le devolvio la sonrisa, y su rostro perdio algo de rubor.
Cuchulainn carraspeo en aquel momento, y para sorpresa de Elphame, solto la mano de Brenna y se arrodillo frente a ella. Elphame lo miro con una ceja arqueada pero, al ver su expresion grave, no dijo nada y espero.
– Elphame, vengo a pedirte permiso formal para cortejar a Brenna. Deberias saber que mis intenciones son honorables y que quiero casarme con ella.
Elphame tuvo ganas de gritar de alegria y de rodearle a su hermano el cuello con los brazos, pero no iba a atentar contra la solemnidad de su peticion, y no seria irrespetuosa con su amiga, que estaba esperando en silencio la respuesta que le demostraria si era aceptada o rechazada. Elphame miro a Brenna.
– ?No tienes padre ni madre vivos, a quienes Cuchulainn pueda dirigirse para pedirles permiso?
– No. Yo era hija unica, y mis padres murieron hace una decada.
– Entonces, lo adecuado es que yo conceda este permiso, por mi posicion de Jefa del Clan. Brenna, ?aceptas el cortejo de Cuchulainn? Y, antes de que respondas, he de decirte que te apoyare, sea cual sea tu respuesta.
Brenna miro al guerrero, que estaba arrodillado delante de ella. El no se volvio a mirarla, sino que mantuvo la vista fija en su hermana. Brenna se dio cuenta de que tenia los hombros tensos, y eso era porque estaba preocupado por su respuesta. El hecho de que el no diera por sentado lo que iba a responder lleno su corazon de alegria, y tuvo que pestanear para que no se le cayeran las lagrimas. Cuchulainn la habia elegido por encima de las demas mujeres, y en aquel momento estaba esperando para saber si ella lo aceptaba a el.
– Si -respondio Brenna con la voz clara-. Acepto el cortejo de Cuchulainn con todo mi corazon.
– Entonces, como Jefa del Clan, te doy permiso para cortejar a Brenna, Cuchulainn. Y como hermana, quiero que sepas lo feliz que me ha hecho tu eleccion.
Entonces, siguiendo un impulso, elevo los brazos por encima de su cabeza, hacia la luz de la manana.
– Pido a Epona que bendiga esta union.
En cuanto Elphame invoco el nombre de la diosa, sintio una descarga de poder en el cuerpo. Durante una respiracion, parecio que el tiempo se detenia. En aquel momento helado, Elphame sintio una gran tristeza y oyo el sonido de un llanto.
Pestaneo, y la ilusion paso, pero le dejo un sentimiento de perdida y de frio en la sangre. Cuchulainn la estaba observando con una expresion extrana, y Elphame disimulo rapidamente su angustia dandole unos golpes en el hombro a su hermano.
– Levantate, Cuchulainn, has elegido bien.
Los miembros del clan que se habian detenido a mirarlos prorrumpieron en gritos de alegria. Pronto, los tres estuvieron rodeados de gente que les daba la bienvenida, y para Elphame fue facil deshacerse del extrano sentimiento que le habia provocado su vision.
– El, ?sabes lo que significa esto? -le pregunto Cu, mientras pasaba un brazo por los hombros de Elphame y el otro por los hombros de Brenna-. Que tenemos que avisar a mama. Si se entera por terceros, nunca nos dejara en paz.
Elphame sonrio al percibir la ironia de lo que decia su hermano.
– Si, vamos a avisar a mama. Estaba pensando que ya es hora de que venga a hacernos una visita.
Elphame estaba sola en la torre. En aquella ocasion no estaba en el balcon que daba al bosque. Se habia asomado a una de las ventanas que miraban al Mar de B’an. El dia no se habia despejado. Solo se habia aclarado lo suficiente como para poder iluminar la tormenta que se estaba acercando desde el oeste. Una masa de nubes enormes e hinchadas de lluvia se acercaba hacia la costa. Elphame y Cuchulainn habian ordenado al clan que comprobaran las ataduras de las tiendas, e incluso habian trasladado varias de ellas al interior de los muros del castillo. El trabajo de reconstruccion se interrumpio mientras se preparaban para aquella tormenta de primavera.
Los relampagos atravesaban el cielo y despues se clavaban en la superficie del mar. Elphame recordo otra noche llena de lluvia, truenos y dolor, la noche de su primer encuentro con Lochlan. Sabia que deberia maldecir aquella tormenta porque retrasaba el trabajo en el castillo, pero no podia negar la emocion que le causaba el estallido de los relampagos. Iria a verlo, y solo tenia que esperar a que comenzara la lluvia para hacerlo. No le habia resultado dificil conseguir quedarse a solas, aunque se sentia un poco culpable por haberle dicho a Brenna que tenia jaqueca de nuevo. La Sanadora le habia asegurado que se debia al cambio de tiempo, que irritaba su herida, y le habia preparado una tisana para que la ayudara a conciliar el sueno. Por supuesto, Elphame no se la habia tomado. Brenna no iria a verla hasta por la manana. La mirada ardiente de Cuchulainn y las palabras que le susurraba a la Sanadora le habian dejado bien claro a Elphame que los dos amantes estarian muy ocupados aquella noche.
«?Crees que la torre es un buen lugar para pensar, muchacha?».
En aquella ocasion, el sobresalto que le causo la aparicion del espiritu fue muy breve, y Elphame se dio cuenta de que debia de estar esperando su compania.
– Si, creo que si. ?Tu venias aqui a menudo?
«Pues si. Sobre todo cuando tenia un problema que no me dejaba estar tranquilo».
– ?Siempre quisiste ser El MacCallan?
«Si».
– ?Y nunca tuviste el deseo de huir?
«Si, muchacha», respondio el, con una sonrisa llena de comprension.
– Pero no lo hiciste.
«Y tu tampoco lo haras. Ser La MacCallan esta en tu sangre. No puedes negar tu futuro, como yo no podia escapar del mio. Recuerdalo, chica. El destino puede ser cruel. A veces nos depara una gran tristeza, ademas de alegrias».
– Hoy, Cuchulainn declaro su intencion de cortejar a Brenna y casarse con ella. Y ella lo acepto.
El viejo espiritu asintio pensativamente, pero permanecio en silencio.
– Yo le pedi a Epona que bendijera su union -continuo Elphame-, pero tuve un sentimiento extrano.
«?Extrano?».
– Extrano, inquietante. Oi un llanto, y me invadio una gran tristeza. Despues, todo se fue tan rapidamente como habia llegado.
El fantasma se giro y miro hacia el mar.
«?Los demas vieron esa senal?».
– No. Creo que nadie se dio cuenta de nada. Todos comenzaron a gritar de alegria. Cu no dijo nada al respecto, y Brenna estaba resplandeciente de felicidad.