– ?Rhiannon!
Aquel nombre fue como un velo de oscuridad que cubriera la habitacion.
Yo senti un escalofrio, y aprete los dientes para que no me castanetearan.
Capitulo 2
La cara de aquel hombre se habia quedado tan palida como debia de haberse quedado la mia. Continuo mirandome a los ojos mientras hablaba rapidamente, pronunciando palabras duras.
– Te dije que todo habia terminado. No voy a volver a escuchar tus mentiras. No, yo no…
Entonces fue interrumpido. No hablo durante varios instantes, y cuando lo hizo, su voz habia adquirido el tono glacial que yo reconocia en la voz de ClanFintan cuando estaba dando ordenes en una situacion de peligro mortal.
– Shannon esta aqui.
Oi el grito de respuesta desde el otro extremo de la habitacion. El se encogio debido al volumen, y despues colgo con determinacion. Se paso una mano por los ojos, y por primera vez yo me di cuenta de que tenia una red de finas arrugas alrededor de los ojos, y una lluvia de canas plateadas en el pelo oscuro y espeso.
Por un momento, mi corazon se sintio atraido por aquel hombre que se parecia tanto a mi amado marido, pero entonces, su corte de pelo casi militar me devolvio a la realidad. Aquel hombre era la causa de que yo no estuviera con ClanFintan. No era un amigo.
– Dijiste que Rhiannon habia vuelto a Partholon.
– Si, eso creia -respondio el. Parecia que estaba exhausto.
– Sera mejor que empieces por el principio. Quiero saberlo todo.
El volvio a mirarme a los ojos, y despues asintio lentamente.
– ?Quieres un cafe primero?
– Quiero un cafe mientras -respondi. Mi estomago gruno violentamente, asi que anadi-: Y necesito un poco de pan o algo que me calme el estomago.
Volvio a asentir y entro en la cocina. Yo me acomode de nuevo contra la almohada, y me tape las piernas desnudas. El regreso enseguida con una bandeja en la que habia dos tazas de cafe humeantes y unas cuantas magdalenas caseras. Me puso la bandeja en el regazo, con cuidado de no tocarme, y despues se dio la vuelta para echar mas troncos al fuego hasta que se avivo y crepito. Despues giro una de las mecedoras y se sento frente a mi, dando sorbos lentos a su cafe. Me observo atentamente, y cuando comenzo a hablar, sus palabras me sorprendieron.
– Es asombroso lo mucho que os pareceis. Mas que dos gemelas, mas que nadie que yo haya conocido. Es como si fuerais una el reflejo de la otra, literalmente.
– En Partholon algunas personas son reflejo de las personas de este mundo -respondi-. Al principio puede llegar a ser muy desconcertante. Pero no te confundas. Nos parecemos en el fisico, pero no en lo demas.
– Por tu bien espero que no seas parecida a esa… mujer.
– No, no me parezco en nada a esa bruja. Pero lo que yo sea no es asunto tuyo. Lo unico que quiero saber es como ha ocurrido esto, y como podemos deshacerlo.
– Me temo que solo puedo contestarte en parte. Empezare presentandome. Me llamo Clint Freeman -dijo, y saludo levantandose un sombrero imaginario-. A su servicio, senora.
Clint Freeman. Aquel nombre se parecia mucho al de mi marido, y no pude dejar de darle vueltas y vueltas.
– ?Shannon?
Su voz me devolvio a la realidad.
– Muy bien, ahora ya se como te llamas. Tu tambien sabes como me llamo yo, asi que continua con tu historia. ?Por que conoces la historia de Rhiannon, y la mia?
– Ella me la conto. Aparecio aqui una noche, en mitad de junio.
Entonces yo lo interrumpi.
– ?En que mes estamos?
– En octubre. El ultimo dia de octubre.
– Asi que el tiempo pasa igual -susurre con alivio.
– Eso parece logico. Los mundos son tambien reflejos el uno del otro -dijo el, con naturalidad, como si estuvieramos hablando del tiempo de Oklahoma.
– Parece que te sientes muy comodo con todo esto.
– He visto mucho como para fingir incredulidad.
– Intenta explicarme que significa «mucho».
El tomo aire profundamente y continuo.
– Rhiannon aparecio aqui en mitad de la noche, justo antes de una desagradable tormenta de verano.
– Era de esperar -murmure yo, pero el no hizo caso de mi comentario.
– Aparecio en la puerta de mi casa como si fuera un duende del bosque -explico, y sacudio la cabeza como si estuviera disgustado consigo mismo-. Era salvaje y bella. Yo le pedi que entrara, casi esperando que se desvaneciera a la luz de mis lamparas. Ojala hubiera desaparecido. Por supuesto, pense que se habia perdido, y le pregunte si podia ayudarla. Ella me dijo que no se habia perdido, que habia seguido mi magia y que habia venido por mi.
– ?Tu magia?
– Se me da muy bien vivir en el bosque -respondio lentamente.
Yo arquee las quejas y espere con impaciencia a que terminara su explicacion.
– No siempre he vivido aqui. Hace cinco anos, vivia en Tulsa. Trabajaba y me comportaba del modo que la sociedad consideraria normal. Siempre me gusto acampar, y el campo era el lugar en el que mejor me sentia. Hace cinco anos, ese sentimiento de satisfaccion cambio, aumento, y se convirtio en algo mas que un sentimiento. Comence a oir a la tierra que me rodeaba -sonrio con timidez.
– ?Palabras claras, o solo una sensacion? -pregunte.
Me dio la impresion de que el se sentia aliviado porque yo no lo hubiera llamado loco, y se apresuro a responder.
– La mayor parte del tiempo es solo una sensacion. Era como si la tierra me diera la bienvenida. Cuanto mas me alejaba de la civilizacion, mas contento me sentia. Comence a pasar todo mi tiempo libre de acampada, caminando por el campo. Entonces tuve un accidente laboral, y me lesione la espalda. Eso termino con mi carrera profesional. Asi que acepte mi pension de invalidez y me retire aqui.
– ?Y donde estamos, exactamente?
– En la parte sureste de Oklahoma. Perdidos en mitad del Estado.
– Esplendido -murmure yo-. ?Y fue despues de mudarte aqui cuando empezaste a oir que la tierra te hablaba?
– Si. Los arboles susurran, la tierra se alegra, el viento canta. Se que esto suena poetico y esquizofrenico, pero yo puedo sentirlo.
– Por eso Rhiannon te tomo como objetivo.
– Si. Me dijo que era la encarnacion de una diosa y que era como la tierra y los elementos, alguien a quien habia que adorar e idolatrar.
A mi se me escapo un resoplido sarcastico.
– Deja que lo adivine -dije-. Se acosto contigo, y entonces tu la creiste.
El titubeo por un instante.
– Si, la crei. Tenia algo que hizo que quisiera creerla.
– Si. Su entrepierna.
– Tal vez, pero tu deberias saberlo porque tu tambien tienes ese «algo».
– Oh, por favor -dije, y puse los ojos en blanco para transmitirle mi incredulidad.
– Tu haces que me sienta de la misma manera que ella.
– Eso es una tonteria. Entre nosotros no hay nada. Yo soy una mujer casada, y ni siquiera te conozco.