– ?Dios mio! ?Mira! -exclame.

Clint detuvo el Hummer y los dos nos quedamos mirando. Frente a nosotros la carretera se extendia hacia la izquierda y hacia la derecha, pero no estaba cubierta de nieve como el resto de la tierra. Su superficie estaba intacta, y parecia que habia capturado la luz eterea de la luna. Brillaba. Unos vapores fantasmales se elevaron de su superficie reluciente, como unos espiritus que escaparan de sus tumbas. Se elevaron para flotar a nuestro alrededor, antes de que la nieve los difuminara y se disiparan en la noche.

De repente me senti muy sola, como abandonada o perdida. Sin darme cuenta, busque la mano de Clint. El entrelazo sus dedos con los mios.

– ?Que son? -susurre con reverencia.

– Los espiritus de los guerreros olvidados -respondio el sin vacilar.

– ?Te refieres a los guerreros indios americanos?

Clint asintio.

– En esta tierra hay magia y misterio. Y en parte se originaron con muchas lagrimas.

– ?Como lo sabes?

– Ellos me lo han contado -respondio, y se encogio de hombros-. Tengo afinidad con el mundo de los espiritus. Ya han terminado por esta noche -anadio, senalando la carretera con la cabeza.

– ?Que querian?

– Reconocimiento. Desean que no se los olvide.

– Yo los recordare -dije automaticamente-. Las Sacerdotisas de Partholon no olvidan a los heroes.

– ?Aunque sean de otro mundo?

– No creo que eso tenga importancia. Creo que lo importante es recordar.

ClanFintan me estrecho la mano. Despues volvio a arrancar el Hummer y lo llevo hacia la carretera, donde giro a la izquierda. Yo me di cuenta de que tenia las mejillas llenas de lagrimas. Vaya, las hormonas.

– Hay panuelos de papel en la guantera -me dijo el, con tanta gentileza que se me formo un nudo en la garganta.

– Gracias -dije.

Tome uno de los panuelos y me sone la nariz de forma muy poco romantica.

– ?Donde estamos? -pregunte despues, mientras me guardaba el panuelo en el bolsillo de los pantalones.

– Esta carretera no tiene nombre. La gente de la zona la llama Nagi Road.

– Nagi. Es un hombre extrano para una carretera secundaria.

– Segun los mas viejos, significa «fantasmas de los muertos». Termina en la vieja Estatal 259. Desde alli, las vias son modernas, hasta que lleguemos a Muskogee Turnpike, que como sabes, nos conducira a Broken Arrow.

– ?Y cuanto tardaremos?

– Unas cuatro horas en circunstancias normales, asi que hoy, lo mejor que puedes hacer es relajarte. No creo que lleguemos antes de las ocho.

Yo suspire y me puse a mirar por la ventanilla. Deje pasar el tiempo admirando el paisaje nevado del sureste de Oklahoma. No hubo charla mientras nos dirigiamos sin pausa hacia el norte. Clint estaba concentrado en la carretera, y yo tenia puesta mi atencion en los parajes que atravesabamos. Pasabamos de largo la tierra blanca, que cambiaba de bosque a colinas suaves y a prados interminables. Yo conocia bien aquella parte de Oklahoma porque estaba llena de ranchos de caballos que habia visitado con mi padre en busca de yeguas de cria.

Habia muy poco trafico. La nieve asustaba a la poblacion de Oklahoma. Y no era de extranar que estuvieran escondidos. De hecho, cuanto mas miraba, mas me daba cuenta de que nunca habia visto tal cantidad de nieve.

– ?Cuanto tiempo llevas viviendo en Oklahoma? -le pregunte a Clint.

El dividio su atencion entre la carretera y yo.

– Tuve que viajar mucho por trabajo, pero salvo eso, toda mi vida.

– ?Y cuanto es eso?

– Cuarenta y cinco anos.

Mmm. Diez anos mas que yo. Sonrei con petulancia. Despues de llegar a los treinta y cinco, es agradable ser la mas joven.

– ?Y cuanto tiempo has vivido tu aqui?

– Aparte de la Universidad en Illinois y mi estancia en otro mundo, toda mi vida.

El arqueo las cejas a modo de pregunta.

– Tengo treinta y cinco anos -le respondi. Pense que no tenia importancia reconocer la edad, sobre todo cuando era inferior al otro.

Clint sonrio.

– No queria saber tu edad. Me estaba preguntando si recuerdas una tormenta de nieve como esta.

– No. No es normal, Clint.

– No, no es normal, pero la tierra sabia que se avecinaba.

– Eso ya lo has dicho antes. ?A que te refieres, exactamente?

– Lo senti en los arboles. Al principio era lo mismo que todos los anos. Ellos captan energia y la conservan para el otono y el invierno. Sin embargo, me di cuenta enseguida de que esta vez era distinto. Era como si el bosque se estuviera cerrando en si mismo, devorando energia y almacenandola. Cada vez habia menos animales. Incluso los ciervos desaparecieron. Eso me alarmo definitivamente. Yo tambien almacene provisiones y lena para la tormenta que se avecinaba. No, nunca habia visto nada asi -repitio-. Esta nevada va a cubrir los coches si no cesa.

– Ha ocurrido algo -asenti yo.

– Nuada -dijimos al unisono.

– Y estoy seguro de que Rhiannon no es totalmente inocente en esta situacion -dijo Clint.

– Rhiannon no ha sido totalmente inocente de nada desde que llego a la pubertad -murmure yo. Despues, tome aire profundamente y dije algo que hubiera deseado no decir nunca-: Tenemos que hablar con ella.

Capitulo 6

– Por desgracia, yo estaba pensando lo mismo -dijo Clint con resignacion.

– ?Donde esta?

– No tengo ni idea. La llamada telefonica de ayer es la primera noticia que tengo de ella desde hace semanas.

– ?No vive en Tulsa?

– Que yo sepa, solo viene a Tulsa de vez en cuando. Normalmente, me llama para recordarme que tengo que adorarla. Se que compro un chale a orillas del lago, en Chicago, y que tambien pasa temporadas en Nueva York y en Los Angeles.

– Dios santo, ?solo lleva seis meses aqui!

– El tiempo es irrelevante para los deseos de Rhiannon.

– Bueno, pues no es irrelevante para los mios. Quiero averiguar como podemos mandar a Nuada otra vez al infierno, y despues, volver a Partholon.

Preferiblemente, antes de tener una hija que pertenecia a otro mundo. Ni siquiera sabia si alguien podia cruzar aquella Division conmigo (recorde que Alanna me habia hablado de ella mi primer dia en Partholon). Habia sido una experiencia muy dificil para mi; ?que le ocurriria a una nina? Cerre los ojos y suspire, luchando por no derramar lagrimas de frustracion.

– Todavia estas bajo los efectos del intercambio de mundos -dijo Clint en un tono calmante-. Descansa un rato. Te despertare cuando tengas que darme las indicaciones para llegar a casa de tu padre.

Oi el crujir de una tela mientras el se movia en el asiento.

– Usa esto de almohada.

Lo mire y me di cuenta de que me estaba dando su abrigo.

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