– Estoy… estoy bien -balbucee. Sentia la horrible desorientacion de moverse entre dos mundos.
– Primero gritaste mucho, y despues te quedaste inmovil -me dijo el, que estaba muy palido-. No respirabas apenas.
– Ha sido el Sueno Magico. Es una vision que Epona me envia a veces, en suenos -dije, como si estuviera explicandole algo logico.
– ?Maldita sea, Shannon! ?El Sueno Magico! ?De que demonios…?
– ?Para! -le grite.
– ?Que?
– ?Que pares el coche! ?Voy a…!
No pude terminar. Con una sola mirada a mi cara verdosa, Clint debio de darse cuenta de lo que ocurria. Freno suavemente y yo tuve tiempo de abrir la puerta y saltar a la nieve. A dos pasos del vehiculo comence a vomitar.
Me sentia como si fuera a morirme. Odio vomitar.
– Tranquila, tranquila -me dijo el, y me agarro por la cintura para que no me cayera hacia delante.
Cuando termine, Clint me entrego un punado de panuelos de papel.
– Gracias… -susurre.
Despues me limpie la boca y la nariz.
– De nada, mi nina -dijo el, mientras me llevaba de vuelta al Hummer.
– ?No! -exclame-. Necesito un poco de aire fresco. Me voy a quedar aqui un momento.
– No mucho tiempo -dijo el-. Hace demasiado frio y te mojarias.
Asenti y me concentre en respirar con normalidad.
– ?Puedes mantenerte en pie? -me pregunto.
– Si -respondi con un hilo de voz.
– Ahora mismo vuelvo.
Clint me solto la cintura y se dirigio hacia la parte trasera del coche.
Aquello significaba que el bebe estaba bien. El bebe estaba bien. El bebe estaba bien.
Era una frase que se repitio en mi mente como una letania.
– Aclarate la boca y bebe un poco -me dijo Clint, y me entrego una de las botellas de agua que habiamos empaquetado con la comida. Estaba muy fria, y me quito el mal sabor de boca.
– ?Mejor?
– Si, muchas gracias. Solo necesito quedarme aqui un minuto.
Esperamos juntos unos instantes, bajo la nieve, hasta que Clint decidio que me habia recuperado lo suficiente y me guio hacia el coche. Cuando estabamos de nuevo en marcha, el me miro y me pregunto:
– ?Esas visiones siempre te afectan tan violentamente?
– No siempre -dije yo.
– ?Y adonde te ha llevado tu diosa?
– A casa. A Partholon.
– Ah. ?Y que te mostro?
– Mi templo no esta bien en mi ausencia. La gente… bueno, no quiero parecer una engreida, pero necesitan a la Amada de Epona.
Clint asintio como si estuviera intentando entenderme. Con los ojos fijos en la carretera, me pregunto:
– ?Has visto a… ClanFintan?
– Lo he visto y he hablado con el. Le dije que volveria en cuanto nosotros consiguieramos resolver el problema de Nuada.
– ?Nosotros?
– ClanFintan tambien te vio en el claro. Tiene la certeza de que tu te ocuparas de que no me ocurra nada malo.
– Esta en lo correcto.
– Te lo agradece.
– ?Y tu?
– ?Yo que?
– ?Agradeces tu el hecho de que yo prefiera morir antes de permitir que te ocurra algo malo?
– Si -le respondi con franqueza. Sin embargo, antes de que el pudiera seguir haciendome preguntas, cambie de tema-: ?Donde estamos?
Clint me miro como si quisiera decirme que estaba al tanto de mis tacticas, pero no me presiono.
– Faltan unos diez minutos para la salida de Broken Arrow. ?Adonde voy desde alli?
– Mi padre vive a unos quince kilometros al este de la salida de Kenosha -le informe. Despues me mire y suspire por aquella ropa rara que ademas tenia manchas de vomito y estaba humeda-. Demonios, no quisiera aparecer asi.
– Antes estaba bromeando pero ahora hablo en serio: ?hay algun Wal-Mart cerca?
– Si, pero… ?crees que estara abierto con esta nevada?
– ?Wal-Mart? -pregunto Clint con una carcajada-. Ni siquiera cerraria por una guerra nuclear.
– Entonces, debemos pasar la salida de Kenosha y llegar a la de la calle ciento cuarenta y cinco. Hay un Wal-Mart a un kilometro de la carretera. Podemos comprar algo de ropa y volver a Kenosha. Llegaremos a casa a la hora de la cena -dije, aunque el hecho de pensar en comer me produjo nauseas otra vez.
– Tus deseos son ordenes para mi -me dijo con una mirada ironica-. Tu eres la diosa aqui.
Yo le devolvi una sonrisa tirante. El problema se trataba de que yo no era la diosa de verdad.
La salida del Wal-Mart estaba tan desierta como el resto de la carretera, aunque cuando llegamos al aparcamiento de los grandes almacenes, nos encontramos un gran numero de coches. Habia una vieja pickup Ford intentando dar marcha atras porque no habia conseguido meterse en el sitio al que habia tratado de deslizarse, y un Impala girando los neumaticos inutilmente, atascado en la nieve, bloqueando la parte delantera de la tienda. Por supuesto, aquel gran Wal-Mart tenia muchas puertas, asi que nadie habia entrado en estado de panico.
Clint rodeo con facilidad al coche atascado y yo vi que habia varios hombres poniendoles cadenas a las ruedas para intentar ayudar al conductor.
Clint aparco y me ayudo a bajar del Hummer. Nos acercamos a la entrada de los grandes almacenes, donde un operario estaba intentando apartar la nieve con una pala y varios sacos de sal. Habia bastante gente entrando en el edificio, y yo me encamine hacia las puertas de cristal cuando una risa musical llamo mi atencion. Me resultaba muy familiar. Al ver a una pareja que salia de la tienda, me quede inmovil. Nosotros ibamos tomados del brazo, asi que Clint se tropezo y se detuvo repentinamente a mi lado.
– ?Suzanna!
Toda la alegria que senti al verla se reflejo en aquella palabra.
Su reaccion fue un reflejo de la mia. Ella tambien se detuvo de repente, y el hombre que la acompanaba se vio obligado a parar, como el hombre que estaba a mi lado. Sin embargo, ahi terminaron las similitudes. Yo sabia que en mi cara se reflejaba el placer indescriptible que estaba sintiendo al verla, pero su expresion se ensombrecio al instante. Su mirada se movio entre su marido y yo, como si la hubieran sorprendido en una partida ilicita de ping pong.
Sin pensarlo, me adelante con intencion de abrazarla, pero vi que se ponia tensa y daba un paso atras.
– Suz… eh…
?Que demonios podia decir? «?Hace seis meses que no nos vemos! ?Te he echado de menos! ?Necesito hablar contigo! ?Me he casado con un centauro, estoy embarazada y me he convertido en la encarnacion de la diosa en un mundo paralelo y…».
– Suz… eh…
No. No podia contarle nada de aquello, alli y en aquel momento.
– Me alegro muchisimo de verte -dije.
– ?De veras? -pregunto su marido con frialdad y con sarcasmo-. Recuerdo que la ultima vez que viste a Suzanna le dijiste que no querias volver a verla -dijo. Cuando Suzanna intento decir algo, Gene la miro con dureza y continuo-: Dijiste que era menos que una esclava para ti porque no conocia su sitio. Le ordenaste que se quitara de tu vista y que no volviera a ponerse en contacto nunca mas. ?Y ahora dices que te alegras mucho de verla?