ochenta por ciento de la movilidad. Sin la operacion, no podra sujetar objetos ni tendra sensibilidad por debajo de la muneca. El y yo hemos llegado a la conclusion de que el mejor tratamiento es la cirugia.

– ?Y estara bien? -pregunte yo, un poco mareada.

– Si -ella me sonrio para darme seguridad-. Puedo operarlo inmediatamente. Si esperan fuera, prepararemos a su padre. Los llamare para que entren de nuevo antes de llevarlo al quirofano.

Yo le di a mi padre un beso rapido y sali con Clint a la sala de espera. Nos acercamos a la maquina de cafe y sacamos un te. Al poco rato, se acerco una enfermera y nos aviso de que podiamos entrar a ver a mi padre.

– Gracias -le dije.

Una enfermera vestida para entrar al quirofano estaba sacando la camilla de mi padre al pasillo. Se detuvo.

– La doctora esta esperando -nos dijo.

Yo asenti y, rapidamente, le di un beso a mi padre en la frente. Tenia muchos tubos clavados en diversos lugares. Le habian puesto una especie de tienda de campana diminuta alrededor de la mano, como si fuera un cuerpo muerto que habia que ocultar. Aquel pensamiento me asusto. Intente sonreir alegremente.

– Todo va a salir muy bien, papa. No te preocupes por nada.

– Hola, Bichito. Esta morfina me ha puesto muy tonto -me dijo, arrastrando adorablemente las palabras-. Creo que he estado flirteando con esa enfermera -anadio, y solto una risita.

Yo me eche a reir y le bese la mejilla.

– Ahora ya se por que no querias morfina.

– Exacto -dijo el, y miro a Clint-. Cuida de nuestra chica, hijo.

– Si, senor.

– Oh, y no te preocupes por mama Parker. La he llamado. Su cunado le esta poniendo las cadenas en el Buick. Llegara antes de que estos carceleros me suelten.

– Se va a enfadar contigo -le dije con una sonrisa.

– Lo se -me respondio.

– Ya es la hora, senor Parker -dijo la enfermera, y continuo empujando la camilla.

– Te quiero, papa.

– Yo tambien te quiero, Bichito.

Las puertas del ascensor que subia al quirofano se cerraron silenciosamente. Clint me siguio mientras yo caminaba hacia la sala de espera con desanimo. Mire el reloj, y me di cuenta, con asombro, de que habia pasado el mediodia.

La enfermera de Urgencias estaba en su mostrador.

– La doctora ha dicho que seguramente su padre estara en quirofano unas dos horas.

Yo le di las gracias.

– Creo que tengo hambre -le dije a Clint.

El asintio.

– Seguramente te vendra bien comer algo.

– Pero no quiero comida de hospital -respondi yo con la nariz arrugada.

La enfermera intervino.

– Hay un Arby al final de esta calle, y esta abierto pese a la nevada. Todo un turno de personal nos quedamos aqui atrapados cuando cambio el tiempo, y en el restaurante estan cocinando como locos -anadio, encogiendose de hombros-. A las enfermeras tampoco nos gusta la comida de hospital.

– Un Arby esta muy bien -respondio Clint-. Muchas gracias.

– ?Quiere que le traigamos algo? -me ofreci yo.

– Oh, no. Ya hemos ido -dijo la enfermera. Despues cerro la ventanilla y se despidio de nosotros agitando la mano a traves del cristal.

Yo tome del brazo a Clint y salimos a la calle. El Hummer estaba en el aparcamiento de Urgencias. Su motor arranco y rugio como el de un coche de carreras. A los pocos minutos estabamos en el Arby, y antes de salir del coche, me volvi hacia Clint y le di un beso en la mejilla. El me abrazo y me beso la cabeza antes de soltarme.

– Vamos. Las dos teneis que comer.

Capitulo 10

– No hay nada como un sandwich gigante del Arby con extra de salsa, una racion de patatas fritas grande y una Pepsi light.

De vuelta a la sala de espera del hospital, yo chasquee con la lengua con agrado y sorbi por la pajita las ultimas gotas de liquido.

– Ahora que ya no tengo tantas ganas de vomitar, la comida me sabe muy bien.

Clint me miro divertido.

– Madre mia, ?si que comes!

Yo me di unas palmaditas en el estomago y asenti.

– Si, comemos mucho.

– ?Te sientes mejor?

– Asombrosamente mejor -dije con una sonrisa.

– ?Y estas preparada para hablar de nuestro plan?

– ?Tenemos plan? -pregunte, sorprendida.

– Si no lo tenemos, deberiamos.

– Bueno, se lo que no quiero hacer.

– Es tan buen lugar para empezar como cualquier otro. Vamos a decidir lo que no queremos hacer y planearemos desde ahi -dijo.

Su tono era de militar a cargo de la operacion, y yo le di las gracias a mi diosa de que uno de los dos supiera lo que estaba haciendo.

– No quiero volver a casa de mi padre -dije en voz baja-. No podria soportar acercarme al estanque de nuevo.

– Estoy de acuerdo. No seria seguro, aunque esten los arboles para ayudarte. Son poderosos, si, pero para matar a Nuada necesitas el poder que solo pueden transmitirte los ancianos robles del corazon del bosque sagrado.

– Si es que se le puede matar. Se supone que esta muerto.

– Entonces, tenemos que enviarlo de vuelta a la oscuridad.

Hablaba con una confianza que yo no sentia. Y sin querer, no dejaba de preguntarme como encajaba el dios Pryderi en todo aquello. Luchar contra Nuada resucitado ya era horrible. Luchar contra un maligno dios antiguo podria ser…

– Debemos encontrar a Rhiannon y conseguir que nos diga que demonios esta pasando.

– Quieres decir que demonios ha hecho -me corrigio Clint.

Asenti.

– ?No te dejo un numero de telefono, ni una direccion donde dar con ella?

– Lo intento, pero yo no lo acepte. No queria tener que volver a verla. Habia dejado una mancha de suciedad en todos los lugares de mi vida que habia tomado. Necesitaba estar limpio de ella.

– ?Eso es…! -dije, dandome una palmada en la frente-. ?Como no lo habia pensado antes? No necesitamos el telefono de Rhiannon, porque ella esta conectada conmigo. ?No recuerdas que dijiste que ella y yo tenemos las mismas auras? Seguramente, tu solo podrias llamarla con ayuda del bosque sagrado, pero imaginate que tipo de mensaje podriamos enviarle los dos juntos con el bosque.

– Seria algo que no podria ignorar -respondio Clint con una sonrisa.

– Y si pasa por alto nuestra primera invitacion, seguiremos invitandola, e invitandola, e invitandola…

– Se va a enfadar mucho. Lo vera como un reto.

– Muy bien. Eso es, en realidad.

Mire el reloj. Eran mas de las cinco de la tarde. Fuera, el cielo se habia oscurecido por completo. De nuevo, la

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