se habia vuelto tan retorcida.

«Preparate, Elegida. Recuerda que estoy a tu lado».

Aquello parecia un mal presagio, pero antes de que pudiera atemorizarme demasiado, comence a flotar hacia arriba, hacia el cielo oscuro y sin estrellas. Subi y subi, atravese las nubes prenadas de copos y sali al cielo nocturno, frio y silencioso. Habia mas estrellas de las que yo hubiera visto en mi vida, incluso en Partholon. Rapidamente, el cielo se abrio, y yo senti que mi alma era succionada hacia la abertura. Entre en un tunel completamente oscuro, en el que senti como si se me clavaran mil agujas heladas en el cuerpo. Intente gritar, pero la negrura del tunel absorbia todos los sonidos. Tuve que sufrir aquella agonia en silencio.

Sali expelida hacia la calma de otro cielo nocturno.

Me encontre flotando sobre el Templo de Epona, y el aire perfumado de una noche calida de primavera envolvio mi alma tremula con sus brazos amorosos. Mi terror desaparecio, y respire profundamente, reconfortada y relajada. Habia una planta cuajada de lilas rodeando la fuente de aguas termales, y yo suspire de placer al ver aquello por debajo de mi.

Entonces, pestanee. Estaba confusa.

No recordaba que hubiera lilas junto a la fuente. Observe las murallas de marmol del templo. Habia arboles ornamentales y una pradera llena de flores en la zona que se extendia mas alla de las puertas del templo.

Antes no habia nada de eso.

La sorpresa final fue ver la hiedra florecida que colgaba desde los muros del templo. Cuando el edificio era mio, no habia nada de aquello. Mi templo era un lugar bello, si, pero no estaba dedicado unicamente a adorar la belleza, sino que tambien era el templo de los guerreros. Como tal, debia estar preparado para la guerra. Aquel templo estaba preparado para dar una fiesta.

«La que fue mi Elegida antes que Rhiannon habia envejecido».

Seguia oyendo la voz de Epona en la mente, pero en aquella ocasion, su presencia era mas tangible que nunca. A mi lado, percibi un movimiento en el cielo. Volvi la cabeza y me quede sin aliento al ver a mi diosa. Era magnifica. Tenia una melena espesa de color rubio, como el trigo maduro, y le caia hasta los hombros ocultando en parte su rostro. Llevaba una tunica de lino del mismo color perla que el marmol de su templo, que flotaba como la gasa y se cenia sensualmente a sus formas elegantes.

– ?Oh! Diosa…

Incline la cabeza con adoracion. Nunca habia visto a nadie como ella. Era la belleza esculpida desde tiempo inmemorial. Era lo que los artistas llevaban siglos intentando recrear. Estar en su presencia me habia dejado sin palabras.

«La que fue mi Elegida antes que Rhiannon habia envejecido», repitio ella. «Tenia una hija, pero como sucede algunas veces, la nina no mostro afinidad por entrar a mi servicio. Cuando murio, elegi a Rhiannon como Encarnacion. Sin embargo, solo era una nina que gateaba. Asi que mis Sacerdotisas menores se ocuparon del templo hasta que mi joven Elegida crecio. Ellas permitieron que crecieran las flores, y que el templo se convirtiera en menos de lo que yo queria que fuera. Sabia que mi Elegida devolveria las cosas a su estado idoneo cuando tuviera edad suficiente para ello. Lo que no sabia era que las Sacerdotisas que la cuidaron la mimaron tanto que la danaron irreparablemente. Vamos a presenciar su ceremonia de ascension».

La diosa agito la mano, y la escena cambio. Nos vimos suspendidas sobre un precioso claro en el bosque que rodeaba el templo.

– Es el claro con los dos robles -dije.

«Si, Amada. Es el Bosque Sagrado. Esta noche vamos a presenciar la celebracion de Beltane, la estacion siguiente a la primera menstruacion de Rhiannon».

Habia grandes hogueras por todo el borde del claro. Y alrededor de aquellas hogueras, habia hombres y mujeres bailando y bebiendo, todos ellos ligeros de ropa, lo cual era tipico de cualquier ceremonia que presidiera Rhiannon. Parecia que todo el mundo lo estaba pasando muy bien. La musica se oia por el bosque, y yo me di cuenta de que mi corazon se aceleraba de impaciencia.

Junto a mi, oi el tintineo de la risa de la diosa.

«Sientes la llamada de Beltane incluso ahora, ?verdad, Amada?».

– Siento algo -dije-. Algo bueno.

La risa de Epona me produjo una inexplicable alegria. Yo segui observando el claro con satisfaccion. Junto al pequeno riachuelo, habia una tienda muy grande, que parecia sacada de Las mil y una noches, y que estaba cerrada. La luz brillaba dentro, y le conferia a la lona un brillo magico. «Observa», me dijo la diosa mientras descendiamos y atravesabamos el techo de la tienda.

En el centro del espacio habia un brasero de cobre en el que ardia una sola llama. El suelo estaba cubierto de ricas alfombras de lana. Los unicos muebles eran incontables cojines de terciopelo, todos tenidos del color de la sangre nueva.

– ?He dicho que no lo voy a beber! -grito una nina.

Sonrei al reconocer aquella voz. Era yo, o mas bien Rhiannon, de adolescente. Yo hubiera reconocido aquel tono de listilla en cualquier parte.

– Pero, mi senora, la Elegida siempre bebe el vino de Epona antes del ritual de ascension -le dijo una jovencisima Alanna, con su voz dulce, que sonaba agotada y preocupada. Alanna le tendia una copa, pero Rhiannon le dio un golpe y la tiro al suelo. El liquido rojo se derramo sobre la alfombra.

– Soy la Encarnacion de la Diosa. Hare lo que quiera, y no quiero beber esa pocion.

– Mi senora -dijo Alanna, intentando razonar con ella-. El vino de Epona hace que la ceremonia sea agradable para la Elegida. Por eso, Epona requiere que su Amada lo beba. La diosa solo piensa en vos.

– ?Ja! Epona piensa en su propio placer, y en controlarme.

– Mi senora, vos sois la Amada de Epona. Ella quiere que sigais el mejor camino para vos misma -continuo Alanna, que obviamente, estaba consternada.

– Me niego. Prefiero conservar la lucidez. Ahora, dejame y que comience la ceremonia.

Rhiannon hizo un gesto altivo de despedida, y Alanna recogio la copa y salio, reticentemente, de la tienda.

La joven Rhiannon comenzo a pasearse, con movimientos nerviosos, de un lado a otro. Llevaba una tunica dorada que solo tenia una abertura para la cabeza y dos agujeros para los brazos. Se ataba en el centro, pero cada vez que ella se movia, se abria vaporosamente y dejaba ver su cuerpo firme y desnudo.

– Ah, la juventud -murmure.

De repente, Rhiannon se tapo los oidos con las manos, como una nina que no queria escuchar a sus padres.

– ?No! ?Sal de mi cabeza! ?Nadie me dice lo que tengo que hacer! ?Lo hare a mi manera, no a la tuya! - grito.

Me di cuenta de que debia de estar gritandole a Epona, y mire a la figura que habia a mi lado.

«Siempre obstinada», susurro la diosa con tristeza.

En aquel momento, se abrio la puerta de la tienda, y entro una figura asombrosa. Era un hombre alto, humano en todos los sentidos, salvo que sobre los hombros tenia la cabeza de un caballo.

– ?Que?

«No temas. Es un hombre humano. La cabeza es la del ultimo semental que se apareo con mi yegua Elegida».

– ?Se sacrifica al semental despues? -pregunte, espantada. Recordaba al companero de Epi.

La diosa respondio divertida.

«Se sacrifica de manera indolora cuando se vuelve anciano y enferma».

Yo suspire de alivio y continue observando. Rhiannon habia dejado de andar, y se habia quitado las manos de los oidos cuando el hombre habia entrado a la tienda. El camino decididamente hacia ella, pero Rhiannon dio dos pasos hacia atras y se alejo de el. Aquello confundio al hombre, y se detuvo ante el fuego. Rhiannon y yo lo observamos. Tenia un cuerpo magnifico y una piel bronceada, y solo llevaba un pequeno taparrabos para cubrir su desnudez.

– ?Quien es? -le pregunte a Epona.

«El hombre fue elegido de mi guardia privada. Guiar a mi Elegida a la edad adulta es un gran honor».

Asi que Rhiannon ascendia al poder a traves de aquel ritual sexual. La mire de nuevo. No debia de tener ni dieciseis anos, y por su falta de respuesta, debia de ser virgen todavia.

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