Capitulo 4

– Ponte varias capas de ropa -dijo Clint, mientras me entregaba su jersey favorito. Me observo con una sonrisa de posesion mientras me lo ponia sobre la camisa que ya llevaba.

– ?Tienes un par de calcetines de sobra? -le pregunte.

El asintio, y saco otro par de calcetines para cada uno. Nos vestimos metodicamente, en silencio.

– Quiero que te pongas uno de mis abrigos -me dijo, y saco dos chaquetas de esquiar del armario-. Necesitaras mucho espacio para moverte.

Mientras yo me ponia la chaqueta, el saco algo negro y pesado del armario, algo que hizo un ruido metalico. Oi un clic cuando el puso un cargador en la culata del arma.

Clint noto que lo estaba mirando, y se volvio hacia mi.

– Prometeme que no lo vas a hacer -dije.

El no dijo nada. Solo me miro a los ojos.

– No podria soportar que la mataras -anadi.

– Te juro que no derramare ni una sola gota de su sangre -respondio el. Su voz adopto un tono melodico, como si estuviera entonando un encantamiento.

– Gracias, Clint -dije con solemnidad.

– Termina de vestirte y vamos -me respondio, y guardo el revolver en la funda de un cinturon. Despues se lo puso con una facilidad que me dio a entender que no era la primera vez que llevaba un arma.

Yo me subi la cremallera de la chaqueta y me coloque los guantes y el gorro.

– Lista -dije.

– Recuerda que siempre te querre, mi nina. Estes donde estes -me dio un beso fuerte. Despues abrio la puerta y salimos al silencio letal de la manana.

Caminar por aquella nieve profunda era como caminar por el agua. Me senti aliviada al entrar en el corazon del bosque; las ramas de los arboles servian de techo y nos protegian de lo peor de la tormenta conteniendo unos copos gruesos como flores de algodon.

Ademas, senti jubilo al oir los saludos etereos y susurrantes de los arboles.

«?Te saludamos, Amada!».

«?Ave, Epona!».

«?Bienvenida, Elegida!».

El sendero se ensancho y pude colocarme junto a Clint. Lo tome del brazo mientras caminabamos.

– ?Te estan hablando los arboles otra vez? -me pregunto con una sonrisa.

– ?Tu tambien los oyes?

– No. El bosque no habla conmigo de la misma manera que contigo.

Teniamos un camino largo por delante, y yo sentia mucha curiosidad.

– Clint, me has dicho que siempre te gusto el bosque, pero no me has explicado por que tienes tanta afinidad con el. ?Como descubriste que podias obtener energia de los arboles si no puedes hablar con ellos?

Clint suspiro.

– Despues del accidente, estuve unos seis meses en el hospital. Despues, comenzo la rehabilitacion, que tambien fue muy larga. Los amigos que venian a visitarme de vez en cuando dejaron de hacerlo, o cuando venian, actuaban con nerviosismo, como si se sintieran culpables por no querer estar alli -dijo, y solto una carcajada amarga-. Bueno, no los culpo. ?Quien quiere estar en el hospital con un invalido? Despues de un tiempo, me quede solo.

– ?Y tu familia, tu madre y tu padre, tus hermanos y hermanas?

– Viven en Florida.

– ?No tenias novia?

– Tenia una, pero pronto quedo claro que Ginger solo estaba interesada en salir con un piloto de combate, no con un ex piloto incapacitado.

Yo estuve a punto de echarme a reir. El era un hombre guapo, fuerte, alto, la antitesis de alguien incapacitado. Pero, claro, ?que se puede esperar de una mujer que se llama Ginger? Por favor.

– ?Tampoco tenias una ex mujer que fuera a visitarte?

– Claro. Llevo a mi hijo varias veces al hospital, al principio -dijo, con una sonrisa de tristeza-. Yo creia que lo hacia por bondad, pero despues me di cuenta de que disfrutaba con la publicidad y la atencion. Cuando terminaron mis quince minutos de fama, ella se marcho.

– ?Todavia la querias?

– No. Nos casamos demasiado jovenes, y poco a poco, nos fuimos distanciando. El divorcio fue de mutuo acuerdo, amistoso -me explico, y se encogio de hombros-. Sin embargo, me habria venido bien tener a una amiga de verdad cuando estaba en el hospital, y habria sido agradable que hubiera quedado eso, al menos, entre nosotros.

La resignacion de su voz me hizo dano en el corazon. Algo de lo que me habia dicho aparecio en mi mente y origino varias preguntas mas. Clint tenia un hijo.

– ?Y tu hijo?

– No hay mucho que decir de Eddy. No nos llevamos bien. Yo nunca lo he entendido, pero siempre he tenido la sensacion de que, cuanto mas intentaba encontrar puntos en comun con el, o acercarme a el, mas se alejaba de mi. Antes culpaba a su madre, pero eso no es justo. Es solo que el chico y yo no hablamos el mismo lenguaje.

Yo no sabia que decir. Me resultaba dificil creer que un chico no estuviera entusiasmado por el hecho de que su padre fuera piloto de combate, y no quisiera emularlo.

El giro los hombros con inquietud.

– Antes me roia por dentro, y despues del divorcio intente que pasara mas tiempo conmigo. Acababa de cumplir trece anos cuando tuve el accidente. Estuve tan mal al principio que no lo vi en meses, casi en un ano. Cuando, por fin, sali del hospital, el se comportaba como si me tuviera miedo. Yo no entendia por que. De hecho, todavia sigo sin entenderlo. Asi que me distancie.

Clint hizo una pausa para recuperarse, y prosiguio.

– Ahora tiene dieciocho anos. Lo ultimo que supe de el es que esta en una banda de rock. Su madre me llamo no hace mucho. Esta preocupada por el, porque parece que toma drogas. Intente hablar con el y se cerro en banda, como siempre. Otra vez. Basicamente, sabe donde estoy, y sabe que mi puerta siempre esta abierta para el si necesita ayuda. Tal vez, algun dia despierte esa parte de mi que esta en mi hijo. Me gustaria, y creo que por mucho que finja lo contrario, a el tambien.

– Una cosa que he aprendido durante los diez anos que pase dando clase es que incluso las mejores personas pueden tener problemas con los hijos -dije yo.

Clint me apreto la mano y continuo:

– Asi que hace unos dos anos me vi completamente solo. No podia pilotar, y los amigos de toda la vida estaban incomodos conmigo. No sabia que hacer. Un dia estaba haciendo una excursion de pesca, y me alojaba en una cabana que esta por esta zona. Por supuesto, los peces no picaban, asi que lleve el bote a la orilla y empece a subir una montana para meditar un poco.

– ?Y asi es como te diste cuenta de que tienes afinidad con los arboles?

– Si. Cuando intente suicidarme.

– ?Como? -me detuve en seco.

El no me miro, sino que tiro de mi mano para que siguiera caminando.

– La reflexion que hice me llevo a la conclusion de que no tenia razones para vivir. Asi que saque mi revolver, me apoye contra el tronco de un roble y me dispuse a volarme la cabeza. Entonces fue cuando me hablo el arbol. Al principio pense que me estaba volviendo loco, pero con su voz me llego tal… sentimiento de aceptacion, que tuve que creerlo.

– ?Y que te dijo?

– Me llamo «Chaman», y me dijo que despertara -dijo-. Asi que saque el dinero del banco y compre la cabana. E hice amigos nuevos. Sobre todo, indios ancianos. Hay muchos choctaw que

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