todavia viven en esta zona. Intentan vivir a la vieja usanza. Yo estoy aprendiendo a ayudarlos. Normalmente los llevo al medico, o a comprar provisiones, pero algunas veces solo se trata de sentarme a escuchar.
– Asi que tu tambien tienes gente de la que cuidar -le dije.
– Supongo que eso es algo que tenemos en comun.
Yo no respondi, porque no era a mi misma a quien me referia, sino, al Sumo Chaman que habia en mi vida.
– Pero entonces, ?ya no oyes hablar a los arboles?
– Solo los siento. Algunas veces me ponen ideas en la cabeza, o me advierten de que se acerca tormenta. De vez en cuando encuentro un arbol especialmente anciano, como los que hay en el claro, y oigo que me susurra la palabra «Chaman».
Pronuncio aquella palabra con alegria. Era la palabra que le habia salvado la vida.
– ?Hay algo mas que quiera saber, mi senora? -me pregunto.
– Si. Quiero saber como es pilotar un F-16.
Su expresion se volvio lejana.
– Mi nina, el poder… es increible. Y todo esta en tus dedos. Se convierte en parte de ti. La cabina es una burbuja de cristal, y ves todo lo que hay a tu alrededor. No hay laterales ni limites. Imaginate cual seria la visibilidad si estuvieras volando en una escoba -dijo, y se echo a reir-. La vista es como si estuvieras colgando del aire, y el avion se convierte en una extension de tu cuerpo. Te conviertes en puro poder.
– ?Como cuando yo canalice la energia de los arboles a traves de mi cuerpo?
– Si, seguramente se parece mucho a eso. Es algo que te sobrepasa. Tu solo estas ahi para hacer el viaje.
– ?Y que viaje!
Nos sonreimos el uno al otro y volvimos a tomarnos del brazo, mientras nos acercabamos mas y mas al corazon del bosque sagrado.
Pronto, el sendero giro bruscamente hacia la derecha y ascendio empinadamente, y se hizo estrecho. Yo reconoci la zona. Estabamos cerca del claro. Deje que Clint fuera delante de mi, y cuando se volvio para darme la mano y ayudarme, se le resbalo el pie en una piedra cubierta de nieve.
– ?Demonios! -exclamo mientras movia los brazos para recuperar el equilibrio. Yo vi una expresion de dolor en su rostro.
Subi como pude hacia el y le dije, sin aliento:
– Eh, creia que te habia curado el dolor de la espalda anoche.
El me tomo de la mano y me acerco a si.
– Mi nina, no fue la espalda lo que me curaste.
Despues se dio la vuelta y siguio caminando. ?No le habia curado la espalda? Estaba segura de que habia sentido dolor bajo las yemas de los dedos. Recuerdo que concentre la energia que tenia dentro en mis manos, para pasarla a su cuerpo, y que el habia respondido. Estaba segura.
Sin embargo, antes de que pudiera seguir preguntando, el camino se ensancho y llegamos al bosque sagrado. Al tocar cada uno de los arboles mientras avanzabamos, me llenaba de energia. Mire a mi alrededor y me vi rodeada de belleza salvaje.
Estaba tan distraida por la alegria que sentia que no me di cuenta de que Clint se habia sumido en un silencio tenso.
– Incluso el aire huele de manera diferente aqui -dije. Clint no me respondio, y yo le di un codazo-. Vamos, tu tambien tienes que sentirlo.
El respondio con un grunido de preocupacion.
– Este lugar es precioso -insisti.
– Shhh.
– Pero…
Entonces, el me tapo la boca con la mano. Con la cabeza, senalo hacia el suelo, a la izquierda del sendero, y me dijo al oido:
– Huellas de motos de nieve.
Me quede asombrada. Era cierto; junto al camino discurrian las huellas de dos motos. Mas adelante cruzaban el sendero y continuaban hacia la derecha, adentrandose en el bosque. De nuevo, Clint acerco la boca a mi oido. Aunque a mi no me importaba, la verdad.
– Aqui es donde dejamos el camino. Esas huellas se dirigen directamente al claro.
Yo trague saliva mientras seguiamos las huellas. Cuando habiamos caminado durante unos minutos, mire el perfil petreo de Clint. Tenia que aclarar una cosa con el. Me detuve y lo tire del brazo hasta que se inclino hacia mi. Entonces, le dije al oido:
– Quiero estar sola cuando me enfrente a ella.
Clint tomo aire, y yo supe que iba a echarme un sermon, asi que continue rapidamente.
– Deja que hable con ella cara a cara. Quiza nos sorprenda con su reaccion. Tal vez, el hecho de verme le impresione, y podamos meterle un poco de sentido comun en la cabeza.
El puso cara de escepticismo.
– ?No recuerdas lo egocentrica que es? ?Y acaso no soy yo igual que ella fisicamente? Quiza se sienta tan impactada, o intrigada, o lo que sea, al verme, que pueda razonar con ella.
Con un grunido, Clint me dio a entender que no le gustaba nada aquello, pero que me lo permitiria.
– Tu puedes esconderte junto a los arboles. Si las cosas se ponen feas, estaras lo suficientemente cerca como para poder ayudarme.
Clint sonrio al oirme y me dio un beso rapido.
– Esta bien. Lo haremos a tu manera -susurro.
– Bueno.
– Al principio -murmuro el.
Entonces, el se dirigio al borde de los arboles, sigilosamente, para esconderse entre los arbustos. Cuando el bosque lo oculto, yo ergui los hombros y comence a caminar hacia delante, sin preocuparme por avanzar en silencio.
– Voy a necesitar tu ayuda, Epona -dije en voz alta.
Me parecio que oia que las ramas de los arboles mas cercanos se agitaban para responderme.
Sali de debajo de los arboles y me hundi hasta la rodilla en la nieve que cubria el suelo del claro.
Capitulo 5
Lo primero que note fue el verde asombroso de los robles, y la familiaridad de la zona me nublo los ojos. Por un momento, vi lo claramente que aquel claro reflejaba el claro de Partholon. Aunque la nieve sobraba en la escena, y tambien las huellas mecanicas, que no encajaban…
Segui con la mirada aquellas huellas hasta que encontre los dos vehiculos que las habian dejado. Un poco mas alla habia dos personas.
Rhiannon estaba junto al arbol que crecia en la orilla izquierda del riachuelo, justo fuera de un circulo que habia sobre la nieve, y que era como el que habia dibujado en Chicago. El circulo contenia ambos arboles, y la zona del riachuelo que corria entre ellos. La inconfundible figura de Bres estaba agachada en el centro del circulo. Estaba de rodillas, de frente a Rhiannon, que estaba de espaldas a mi. El tenia el pecho desnudo, pero llevaba unos vaqueros, gracias a Dios. Si tuviera la cabeza elevada, me habria visto, pero la tenia inclinada y sus manos estaban unidas ante su pecho, como si estuviera rezando.
Rhiannon llevaba el mismo abrigo de piel que llevaba en Chicago. Al menos, lo habia llevado durante un minuto. Comence a caminar hacia ella, dije:
– Demonios, espero que no se desnude hoy.
El sonido de mi voz recorrio el claro silencioso. Rhiannon se giro hacia mi. Cuando se encontraron nuestros ojos, las dos nos quedamos inmoviles, a pocos metros de distancia.
Rhiannon y yo parpadeamos al mismo tiempo. Yo estaba pensando que ella llevaba demasiado maquillaje