explicaciones sobre las cuevas. Espero hasta que todo el mundo lo miro con expectacion.
– Esta es la primera de las cupulas de la cueva. Es facil ver, en las muescas y los surcos que hay en las rocas, que las cupulas fueron creadas por remolinos. Antiguamente, estas cuevas estaban llenas de agua. Con los anos, el agua dio estas formas unicas a las paredes. Hoy, claro esta, lo unico que queda de aquel rio bravo es el riachuelo que corre paralelo a nuestro camino y un lago poco profundo que veran despues.
A Morrigan, aquella cupula le parecia bella y misteriosa, pero tambien familiar. ?Como era posible? Era como si la conociera antes de que Kyle les hubiera llamado la atencion sobre ella. Sin embargo, Morrigan nunca habia estado en aquella cueva, ni en ninguna otra.
Mirando hacia arriba, Morrigan camino lentamente hacia el borde del camino, donde la suave pared estaba adornada con cristales de selenita. Tenia ganas de pasar la mano por aquella superficie brillante. En realidad, sentia un impulso irrefrenable de tocarlo. Sin embargo, vacilo, temerosa y ansiosa al mismo tiempo.
– Esta es mi parte favorita de la visita -dijo Kyle, y el tono de humor de su voz llamo la atencion de Morrigan. Se volvio para mirarlo, y se dio cuenta de que el estaba con el resto del grupo, junto a otra de las cajas de luz-. Vamos a experimentar la oscuridad completa. Solo van a ser sesenta segundos, pero sera un minuto muy largo. El ojo necesita la luz para funcionar bien. Si vivieran en la oscuridad durante seis semanas, se quedarian ciegos. ?Vamos a probar un poco de eso ahora!
Kyle apago las luces, y la oscuridad se hizo densa e impenetrable.
Oyo suaves grititos de miedo fingido a medias, pero ella permanecio tranquila. En la oscuridad completa, parecia que sus sentidos se expandian, que su cuerpo era liquido y que podia ser absorbido por la materia de las cuevas.
Morrigan se dio cuenta de que aquello deberia asustarle, pero en realidad, no le asustaba nada en absoluto.
Poso la mano contra la pared fria de la cueva, y sintio los cristales de selenita mezclados con el alabastro.
«Portadora de la Luz…».
Aquel nombre vibro en los cristales de selenita, que comenzaron a resplandecer. Morrigan aparto la mano de la pared y se la metio en el bolsillo del pantalon. El cristal se volvio oscuro de nuevo.
Cuando las luces se encendieron de nuevo, Morrigan intento relajarse, hizo rotar los hombros y se reunio con sus amigas para continuar el itinerario.
– Tengo frio -dijo Jamie-. Me pregunto cuanto queda para terminar.
– El camino tiene mas o menos medio kilometro -dijo Morrigan distraidamente, y se pregunto por que demonios lo sabia.
– Bien. Asi que no nos queda demasiado -dijo Lori.
– ?Eso era un murcielago? -pregunto Gena, que estaba mirando hacia las formaciones de la cupula-. Creo que acabo de ver un murcielago.
Morrigan le dio la vuelta a su parloteo. A medida que avanzaban, paso las yemas de los dedos todas las veces que pudo por la pared humeda de la cueva. Cada vez que su piel rozaba la selenita, sentia una rafaga de calor en el cuerpo. Sentia algo dentro de las piedras; era como si la cueva tuviera vida propia, y por algun milagro asombroso, la reconociera. La llamaba «Portadora de la Luz». Tenia la sensacion de que habia salido de Oklahoma y habia entrado en otro mundo, y en aquella ocasion, a un mundo al que si pertenecia. Sin embargo, ?como era posible que se sintiera en casa dentro de una cueva?
Poco a poco, Morrigan noto mas calor. Debian de estar cerca de la salida de la cueva. De mala gana, continuo detras del grupo hasta que todos se detuvieron alrededor de Kyle.
– La salida moderna de la cueva esta por alli -dijo Kyle, senalando hacia un lugar en el que el camino torcia suavemente a la izquierda-. Pero esa es una salida artificial. Antes de que se construyera, la salida estaba aqui - anadio, y dirigio el foco de luz de la linterna hacia un tunel pequeno que se originaba en el camino principal-. Para salir por aqui, la gente tenia que agacharse y meterse por ahi. Hacian la mayor parte del recorrido a gatas, y algunas veces tenian que arrastrarse.
– Ay -dijo Gena-. Eso si que me da claustrofobia. Preferiria volver a hacer todo el camino de vuelta que tener que hacer eso.
Kyle se rio.
– Gracias a la ingenieria moderna, no tienes por que hacerlo.
– ?Podemos utilizar la salida antigua si queremos? -pregunto Morrigan.
Todo el mundo se volvio a mirarla. Sus tres amigas tenian cara de espanto. Sin embargo, Morrigan no se molesto con ellas. Mantuvo la mirada fija en los ojos azules de Kyle.
– ?No crees que te dara claustrofobia?
– No. Me gustaria usar la salida que preparo la Madre Naturaleza -dijo, y rebusco en su bolso-. Ademas, tengo esto.
Kyle sonrio.
– Claro, adelante. Normalmente yo uso esa salida cuando no estoy guiando a un grupo -dijo, y miro al resto de los visitantes-. ?Alguien quiere unirse a la senorita aventurera?
Todos se rieron y negaron con la cabeza. Lori iba a protestar, pero Morrigan la ignoro, encendio la linterna y paso por delante de sus amigas, que la miraban boquiabiertas.
– Solo tienes que llevar la linterna delante de ti y avanzar. No es muy largo. Nos veremos a unos diez metros de aqui, justo antes de la salida trasera -dijo Kyle, y sonrio-. Que te diviertas.
– Gracias -respondio Morrigan, devolviendole la sonrisa, y preguntandose que edad tenia.
Al principio, ella habia pensado que era muy joven, pero el le habia dicho al senor gordo que estaba terminando la carrera, asi que debia de tener veintitantos anos. Morrigan esperaba que fuera mayor. Los chicos jovenes le daban dolor de cabeza. El ultimo chico con el que habia salido tenia diecinueve anos, y por supuesto, se comportaba como si tuviera trece. Claro que eso no era una sorpresa para ella; se sentia muchos anos mayor que sus amigas, y siglos mayor que los chicos con los que salian.
– ?Vas a cambiar de opinion? No pasa nada.
Morrigan se sobresalto al darse cuenta de que se habia quedado absorta.
– ?Oh, no! No, no voy a cambiar de opinion. Solo estaba esperando a que me dijeras que puedo continuar.
– Oh -dijo Kyle, y se ruborizo de nuevo. A Morrigan le parecio que sus mejillas rosadas le daban un aspecto adorable-. Ya puedes salir.
– Muy bien, entonces. Nos vemos al otro lado -dijo Morrigan.
Se puso a gatas, encendio la linterna y entro al tunel, alejandose de las miradas de curiosidad del resto del grupo.
Capitulo 4
El tunel daba un giro brusco hacia la derecha. Morrigan siguio avanzando, y la cueva se la trago. Sabia, por logica, que estaba a pocos metros del resto del grupo, y que si se daba la vuelta, regresaria al camino bien senalado e iluminado. Sin embargo, la logica tenia poco que ver con todo lo que habia sentido desde que habia entrado en la cueva. El tunel era estrecho y suave, y hacia un fresco muy agradable. Siguio gateando y disfrutando del sentimiento de proteccion que le producia aquel espacio reducido. Cuando el tunel se ensancho lo suficiente como para que pudiera ponerse en cuclillas, se detuvo y extendio los brazos. Poso ambas manos en cada uno de los lados del tunel. Acaricio la piedra, concentrandose y sintiendo cuidadosamente. Si… solo con tocar, sin mirar, sabia cuando estaba rozando cristales de selenita.
«Portadora de la Luz…».
El nombre vibro por todo su cuerpo, y Morrigan sintio una rafaga de excitacion.
– Hola… -susurro con vacilacion.
«Te oimos, Hija de la Diosa».
A Morrigan se le acelero el corazon. ?Hija de la Diosa? ?Los cristales pensaban que ella era hija de una diosa! Sin embargo, el entusiasmo que le produjo aquella idea se desvanecio rapidamente. ?Que pasaria si los cristales