– No, quiero que te quedes aqui conmigo.
– Pero no puedo hacer eso desde aqui.
– Yo creo que si.
Camino hasta donde la loma comenzaba a descender, y le tendio la mano.
Morrigan se acerco a el, y dejo que la girara para que estuviera mirando hacia los cristales, que resplandecian suavemente. El se quedo tras ella, con las manos posadas en sus hombros. Se inclino, y su respiracion calida le hizo cosquillas en la oreja, consiguiendo que temblara de pasion.
– Diles que vuelvan a encenderse. Te oiran.
– No se. Esta muy lejos.
– Si, estan lejos, pero tu sigues estando conectada a los espiritus. Siente el suelo bajo tus pies. En algun lugar, por debajo de nosotros, estan las Cuevas de los Sidethas, y en alli estan tus cristales. Ellos te conectaran con los cristales de la Llanura de Sal. Concentrate, Portadora de la Luz. Llamalos. Los espiritus te responderan.
«Usa tu poder…».
Aquellas palabras le llenaron la mente. Morrigan se concentro en el suelo, igual que se habia concentrado antes, cuando estaba sobre la piedra de cristal. En aquella ocasion sintio mas lejos, alcanzo mas distancia… ?Si! Pronto tuvo una respuesta en forma de oleada de sensaciones que se elevaba de la tierra. «?Portadora de la Luz! Te oimos». Era debil, pero era la voz jubilosa de los espiritus de los cristales de las Cuevas. Sonriendo, Morrigan elevo los brazos y grito.
– ?Iluminad las Salinas por mi!
Jadeo al sentir el poder de la luz que fluia a traves de ella, y las piedras de cristal del lago se iluminaron otra vez, con aquella luz parecida a la del sol.
– Sabia que podias hacerlo. Eres mi fuego, mi brillo -dijo Kegan, con la voz entrecortada de deseo.
Morrigan aparto la vista de las piedras brillantes y se giro en sus brazos. No tuvo que mirarse la piel para saber que estaba brillando. La luz que tenia en su interior latia con su sangre, la calentaba y la llenaba de pasion. Al cuerno la virginidad. El nerviosismo de Morrigan se deshizo con el calor de su necesidad. Beso a Kegan largamente, con fuerza, de manera exigente. Entonces se separo de el y se acerco a la manta. Kegan la siguio. Morrigan lo supo sin mirarlo. Sentia su cuerpo masculino como si fuera una extension del suyo propio. Sin darse la vuelta, Morrigan se quito el vestido y lo dejo caer en una pila de tela, a sus pies. Cuando se volvio a mirar a Kegan, estaba completamente desnuda.
Se abrazaron sin titubeos. Morrigan no sintio timidez. Lo que le faltaba de experiencia lo suplio con pasion. Queria saborear, tocar, experimentarlo todo con Kegan. Era como si su piel brillante estuviera absorbiendo el deseo de el. Cuanto mas lo acariciaba, mas se excitaba. Kegan no era un amante sin experiencia. Se tomo su tiempo con ella, aunque Morrigan lo estaba llevando al limite. La saboreo y la preparo hasta que por fin se coloco sobre ella y entro en su cuerpo de una sola acometida.
Morrigan grito de dolor, al notar la subita intrusion de la carne dura, y Kegan echo la cabeza hacia atras bruscamente.
– ?Soy el primero? -pregunto en un jadeo.
Ella asintio.
– ?Ah! -susurro el. Apoyo la frente en la de Kegan y musito-: Tendrias que habermelo dicho. Habria tenido mas cuidado. Habria…
Ella detuvo sus palabras con los labios. Lo beso, y dejo que la deliciosa calidez de su interior, que solo se habia apagado brevemente, volviera a inflamarse. Su cuerpo ya se estaba acostumbrando a el. Morrigan se movia con inquietud, deseando mas.
Kegan respondio, apartandose un poco, lo justo para poder mirarla a los ojos. Y cuando sus cuerpos se unieron y despues se liberaron, ella gimio su nombre, y el volvio a besarla, susurrando contra sus labios.
– Mi amor…
Capitulo 18
Morrigan estaba entre sus brazos, mientras Kegan observaba como se iba apagando el brillo de su piel. Estaba completamente fascinado por ella. Lo que habia comenzado como curiosidad, como una simple atraccion fisica, como interes por su poder, se habia convertido en algo tan distinto a lo que normalmente sentia por una amante, que lo habia desarmado.
La miro. Ella tenia los ojos cerrados, y una expresion relajada. Kegan tiro suavemente del borde de la manta hacia si, y Morrigan suspiro y se acurruco contra el.
Por el Caliz Sagrado de Epona, ?era virgen! El nunca lo habria imaginado, por el modo desinhibido y apasionado en que habia respondido. Morrigan era toda una contradiccion. Poseia los dones de una Suma Sacerdotisa, pero parecia que aquellos dones le sorprendian. Ardia de deseo y pasion, pero nadie la habia tocado antes de que el la poseyera.
Poseerla… Aquel pensamiento se repetia en su cabeza. La deseaba, de eso no tenia duda. Sin embargo, sentia algo mas que deseo fisico. Morrigan habia tocado algo de su interior, algo que habia estado dormido hasta que la habia conocido. Era cierto que Myrna lo habia despertado, pero ella solo habia sido para el una version sin color de Morrigan, su fuego.
?Acaso Epona lo habia creado a el para Morrigan, y aquel era el motivo de su reaccion hacia ella? Kegan fruncio el ceno al pensar en que nunca habia reflexionado sobre las implicaciones de ser el alma gemela de alguien. Por supuesto, habia aparentado que reflexionaba sobre ello cuando estaba cortejando a lady Myrna. Los Sumos Chamanes centauros hablaban entre ellos sobre la responsabilidad de estar destinado a la Elegida de Epona. Se preguntaban como seria amar a una mujer creada por una diosa para ellos. Kegan recordo que a menudo, el habia hecho comentarios sarcasticos al respecto, diciendo que si una diosa habia creado una mujer para el, tal vez la hubiera creado sin el tipico talento femenino para criticar.
Kegan cerro los ojos y suspiro. Habia sido un joven muy repelente, tal y como le habia dicho el Sumo Chaman mas anciano de su clan.
– Estas suspirando -murmuro Morrigan.
– Estaba recordando errores del pasado -dijo el.
Ella se apoyo sobre el codo y arqueo una ceja.
– ?Errores de tu pasado? Cuentamelos. ?Son aventuras sordidas con muchos corazones rotos?
El se echo a reir.
– No, mi amor, no lo son.
– ?Nada de corazones rotos? Eso me resulta dificil de creer.
– ?De veras?
– Pues si. Quiero decir que es evidente que sabes lo que haces, asi que debes de tener experiencia -dijo Morrigan, y Kegan observo divertido como se ruborizaba-. No es que me esperara que fueras virgen, ni nada por el estilo.
– Pero tu si lo eras -dijo el suavemente.
Ella asintio. Morrigan no dijo nada, pero el leyo la profundidad de sus sentimientos en su mirada. Queria abrazarla y decirle que no podia haber sido mas perfecta, que atesoraria el regalo que le habia hecho para siempre, como la adoraria a ella. Sin embargo, Kegan tuvo la sensacion de que a Morrigan aquellas palabras iban a parecerle condescendientes. Asi pues, se limito a besarla, y le dijo:
– Si me lo hubieras contado, habria elegido un lugar mas bonito y un…
Morrigan le poso los dedos en los labios para contenerlo.
– No. No hubiera querido que fuera de ninguna otra manera. Este lugar es perfecto. Con los cristales alli, y las Cuevas bajo nosotros, me siento segura, como si este fuera mi sitio.
– Es tu sitio. Tu sitio esta a mi lado -dijo Kegan.
Puso su mano sobre la de Morrigan, y le beso los dedos. Tenia el corazon tan lleno que creia que le iba a explotar en el pecho. ?Como habia podido creer que su vida estaba completa antes de haberla conocido? Al darse cuenta de que su vida sin ella seria oscura, vacia, la abrazo y la estrecho contra si, y la beso con una ternura