recien descubierta.
Ella se aparto un poco para mirarlo cuando termino aquel beso.
– ?Que te ocurre? -le pregunto.
Kegan penso que una prueba de haber sido creados el uno para el otro debia de ser que eran capaces de leerse el pensamiento, tal vez con demasiada facilidad.
– ?En Oklahoma existe una cosa que se llama «almas gemelas»?
Morrigan se quedo sorprendida por la pregunta.
– Supongo que si -dijo ella, y penso en sus abuelos-. Si, creo que si. Te he contado que a mi me criaron mis abuelos, ?no?
– Si.
– Bueno, pues yo diria que ellos son almas gemelas. No puedo imaginarme a uno sin el otro, y llevan casados toda la vida.
El asintio, pero titubeo, porque no sabia como expresar lo que queria decirle.
– Si, ese es un tipo de alma gemela. A menudo, cuando uno muere, el otro lo sigue.
Morrigan fruncio el ceno.
– Kegan, no me gusta pensar que le haya ocurrido algo a alguno de los dos.
– Lo siento. No me referia a eso… -Kegan suspiro y comenzo de nuevo-: Lo estoy diciendo mal. No tengo experiencia en este tipo de cosas.
Morrigan sonrio con picardia.
– No me lo ha parecido.
El le tiro suavemente de un rizo que habia estado enroscandose en el dedo.
– No en ese tipo de cosas. Lo que quiero decir es que tengo poca experiencia en describir lo que ocurre cuando dos personas estan creadas la una para la otra por la mano de los dioses. Cuando estan predestinados a pasar la vida juntos. ?Las parejas en Oklahoma experimentan algo asi?
– En los libros.
– ?En los libros?
– Si, la gente escribe acerca de eso en los libros y… siempre hay un final feliz. Mi amiga Gena lo llama Romancelandia. Ya sabes, amantes desventurados, almas gemelas, estar hechos el uno para el otro, bla, bla, bla.
– Entonces, ?tu no crees que sea posible que una persona este creada para otra persona concreta?
– No lo se. Nunca lo he pensado.
– Piensalo.
– ?Eh?
Kegan se paso la mano por el pelo. Aquella conversacion no estaba saliendo como el queria. No queria ser seco con ella, pero tenia el estomago encogido por la forma en que Morrigan le quitaba importancia a lo que le estaba diciendo.
– Morrigan, lo que quiero decir es que creo que nosotros hemos sido creados el uno para el otro -dijo. Ella se quedo mirandolo fijamente, sin responder, asi que el continuo apresuradamente-: Tu eres una Sacerdotisa poderosa, con dones tan grandes, quiza, como los de la propia Elegida de Epona. La diosa siempre crea a un Sumo Chaman centauro para que ame a la Elegida. Me parece que Adsagsona tambien me ha creado para ser tu companero, como tu Sumo Chaman.
Morrigan pestaneo un par de veces, como si necesitara aclararse la vision.
– Pero yo no soy la Elegida de Epona.
– Lo se. Sin embargo, ?no crees que tiene sentido que una Suma Sacerdotisa y Portadora de la Luz necesite un companero que sea mas su igual que un hombre corriente?
– Supongo que si, pero tu lo dices de una manera que parece muy fria. Parece mas un trato de negocios que algo sacado de Romancelandia.
Aquello hizo que Kegan sonriera.
– He dicho que tengo poca experiencia hablando de estas cosas, y que lo estaba haciendo mal -respondio. Entonces le tomo la mano, con delicadeza, y se la poso en el pecho, sobre el corazon-. La razon verdadera por la que pienso que fui creado para quererte puedes encontrarla aqui, donde mis palabras torpes no pueden enredarlo todo.
– Kegan, no se que decir -murmuro ella. Aparto la mano de su pecho y comenzo a meter cosas en la cesta de la comida-. Hoy lo he pasado muy bien, y me gustas mucho, pero en este momento, todo es muy confuso para mi, y no puedo pensar en una relacion a largo plazo.
El se puso en pie bruscamente y se alejo varios pasos de ella. ?Que acababa de ocurrir? ?Como era posible que lo rechazara? ?Habia malinterpretado el lo que habia visto en sus ojos? ?Lo que habia sentido en sus caricias?
– ?Kegan? ?Te has enfadado conmigo?
El respondio por encima de su hombro.
– No, pero quiero invocar el Cambio.
– Muy bien. Me quedare en silencio -dijo ella.
Kegan no podia dejar de notar su mirada clavada en el. Se concentro con esfuerzo, busco dentro de si mismo y mas alla, y rozo aquella chispa de divinidad que todo lo conectaba en el mundo, que cambiaba el espiritu y la materia hasta que una podia intercambiarse con la otra. Kegan inhalo lo divino, y acepto el dolor que lo atraveso cuando los tendones, los huesos, los musculos, la sangre y la piel recuperaran su forma de centauro.
– Es asombroso.
El, con la respiracion todavia entrecortada, se habia dado la vuelta, y habia descubierto que Morrigan continuaba mirandolo.
– Tu eres asombroso -continuo Morrigan.
Entonces, dejo el odre de vino que estaba a punto de guardar y se acerco a el. Kegan noto que la opresion que tenia en el pecho comenzaba a relajarse cuando ella le acaricio la cara y se dejo abrazar.
– Vas a tener que darme un poco de tiempo -le dijo-. Para mi, hay muchas cosas que han cambiado con demasiada rapidez. No se si puedo asimilar algo mas.
Kegan se oyo diciendo unas palabras que, solo un par de dias antes, habrian hecho que despreciara a quien las hubiera pronunciado.
– Yo puedo ayudarte. No tienes por que estar sola. No tienes por que depender solo de ti misma.
Morrigan arqueo una ceja.
– ?No deberia depender de Adsagsona?
– Tal vez tengas que pensar en la posibilidad de que fue tu diosa la que me trajo a ti, y que es su voluntad que estemos juntos.
Kegan se inclino y la beso, y con aquel beso no solo reclamo su boca, sino tambien su alma. Morrigan respondio, y el sintio una alegria inmensa. Seria suya. Tenia que ser suya.
Cuando terminaron de besarse, el se sintio aliviado, porque Morrigan estaba sin aliento. Entonces, al verla bien, advirtio que en sus ojos habia una mirada extrana, casi como si estuviera intentando no llorar.
– Kegan, tengo que decirte una cosa.
El sintio una punzada dolorosa de preocupacion en el pecho, pero intento sonreir.
– ?De que se trata, mi fuego?
– Sabes que me parezco mucho a Myrna, ?verdad?
Kegan asintio.
– Si, pero ya te he explicado que en realidad no me importaba mucho.
– Lo se. No se trata de eso. En Oklahoma habia alguien que se parecia tanto a ti como yo me parezco a Myrna.
El tuvo la sensacion de que le habian dado un punetazo en el estomago.
– No lo entiendo.
– Yo tampoco lo entiendo muy bien.
– Pero… tu me dijiste que en tu mundo no hay centauros.
– No los hay. Kyle se parece a ti en tu forma humana. Es exactamente igual que tu.
El comprendio la verdad.