Kegan interrumpio su cantico al instante, y se acerco mas a Kai.

– Me has pedido que viniera. Cuando estes preparado para comenzar tu viaje a las praderas de Epona, solo tienes que asentir. Yo te guiare, mi viejo amigo.

– Tienes que escucharme, Kegan.

– Estoy a tu lado, Kai.

– Ella esta contaminada por la oscuridad.

Morrigan sintio las palabras de Kai como si fueran un cuchillo que le atravesaba el pecho. Se solto de la mano de Birkita y dio un paso hacia delante.

– Kai, no lo entiendo, ?quien esta contaminada por la oscuridad?

Kai miro a su alrededor hasta que encontro a Morrigan.

– ?Ella!

Su grito sono extranamente fuerte, y Morrigan se estremecio.

– La Portadora de la Luz lleva la oscuridad dentro.

Morrigan comenzo a negar con la cabeza. Sabia que Kegan la estaba mirando con asombro, y sabia que la multitud estaba murmurando sobre ella. Sin embargo, solo podia mirar a Kai.

– ?No! ?Yo no! No soy como ella. Mi abuelo me dijo que no soy como ella. Yo no estoy llena de oscuridad.

– Eres tan joven… -dijo el Maestro de la Piedra compasivamente, con el rostro crispado de dolor-. Tu ego te ciega. Pero la oscuridad esta alli -siguio diciendo Kai, y con la mano ensangrentada, senalo a Morrigan-. Deberias volver al lugar del que has venido, y llevarte la oscuridad contigo.

«El dolor lo engana. No permitas que robe tu derecho de nacimiento».

– ?No! -exclamo Morrigan-. Yo soy la Portadora de la Luz. Mi sitio esta aqui -dijo, y comenzo a retroceder, a alejarse de Kai.

– Debes quedarte, Sacerdotisa -le dijo Birkita con firmeza-. Tu tarea es ayudar al Maestro de la Piedra en su viaje hacia las praderas de Epona, junto al Sumo Chaman.

– Ayudalo tu. El piensa que tengo que marcharme -replico Morrigan.

Entonces, se zafo de la mano de Birkita y salio corriendo de la sala. No miro atras. No podia. No queria ver la duda y el disgusto en la cara de Kegan, y la decepcion en la de Birkita.

Morrigan no tenia ni idea de adonde iba. La verdad era que no le importaba. Lo unico que sabia era que tenia que alejarse de su mirada, de la de Kai, de la de Kegan, de la de Birkita, de la de Shayla. De la de todos.

Seguramente, deberia salir de la cueva para respirar aire puro. Sin embargo, cuando recupero la calma se encontro en su propia habitacion. Se acurruco en la cama y se agarro las rodillas con las manos temblorosas. ?Que le estaba ocurriendo? ?Que le habia pasado a Kai?

Brina aparto con la nariz la cortina de cuero de la entrada y subio a la cama de un salto. Con un sollozo de alivio, Morrigan la abrazo.

– Yo no he tenido nada que ver con la muerte de Kai. Ni siquiera estaba en las Cuevas.

«Coraje, preciosa…».

– ?No! -exclamo ella, y en un gesto inutil, se tapo los oidos con las manos-. ?No quiero oir mas voces! No quiero tener que preguntarme si estoy oyendo a una diosa o a un demonio. ?No puedes dejarme en paz para que encaje en algun sitio? ?No puedes dejar que sea normal, para variar?

Brina le acaricio la cara con la nariz, y Morrigan se dio cuenta de que tenia las mejillas humedas. Se las seco con una esquina del vestido. ?Que iba a ocurrir ahora? ?Se volveria contra ella Birkita? ?Y Kegan? Morrigan le dio un beso a Brina y apoyo la mejilla contra el calor del lince.

– El dijo que estaba hecho para amarme. Me pregunto si sigue pensando lo mismo -susurro. Y, durante un instante, tambien se pregunto si podria encontrar el camino de vuelta a Oklahoma a traves de la piedra de cristal.

Poco a poco, el agotamiento fue venciendo a Morrigan, y con Brina acurrucada a su lado, se quedo dormida.

Sono que habia vuelto a Oklahoma. Era uno de aquellos dias de otono que a ella siempre le habian encantado, porque el calor asfixiante del verano dejaba paso a la brisa fresca del norte. Las hojas del enorme roble del jardin empezaban a cambiar de color. Morrigan estaba sentada en una de las sillas de metal que habia en el patio, con un vaso de te dulce de la abuela. Respiro profundamente y percibio el olor de las asclepias del abuelo. ?Era tan maravilloso estar en casa!

«Huir no es la respuesta, hija».

Morrigan miro a su derecha. Estaba sentada en una de las otras dos sillas de metal. Lo primero que penso Morrigan fue que era increiblemente bella. Lo segundo, era que nunca hubiera confundido a Rhiannon con Shannon. Las dos mujeres tenian la misma figura y la misma cara, pero ella nunca habia visto aquella expresion en los cientos de fotografias de Shannon que le habian ensenado sus abuelos, aquella mezcla de tristeza y ternura.

– Eres mi madre.

La sonrisa de Rhiannon fue de alegria, pero tenia los ojos llenos de lagrimas.

– Si, soy yo.

– ?Es cierto esto? ?Estas en mi sueno, o eres una invencion mia?

– Algunas veces, nuestros suenos son la parte mas real de nuestra vida.

– Eso no parece ni un «si» ni un «no».

– Las cosas mas importantes de la vida no se pueden responder con un «si» o un «no». Son mas complicadas.

– Dimelo a mi. En este momento, mi vida es tan complicada que ni siquiera la entiendo, y no se que hacer al respecto.

– Sabras lo que tienes que hacer. Cuando llegue el momento de hacer una eleccion, entenderas lo que debes hacer -dijo Rhiannon.

– ?Que significa eso? ?No puedes ayudarme de verdad? ?No puedes decirme lo que tengo que hacer?

– Yo no puedo tomar decisiones por ti. Nadie puede hacerlo. Sin embargo, puedo decirte que la experiencia me ha ensenado que las decisiones tomadas por emociones negativas como la ira, los celos o el miedo son equivocaciones. En vez de eso, confia en el amor, en la lealtad y en el honor. Confia en ti misma, hija, y encontraras a la diosa en tu interior. Ella te guiara hacia la verdad.

– ?Y tu no puedes ayudarme?

– Yo siempre te he ayudado, Morrigan -dijo Rhiannon, y le acaricio la mejilla a su hija-. Y siempre lo hare…

El cuerpo de Rhiannon comenzo a desvanecerse.

– ?No, espera! ?Tengo un millon de preguntas que hacerte!

Rhiannon sonrio.

– Confia en el amor, y recuerda que huir no es la respuesta. No lo fue para mi, y no lo es para ti.

Morrigan abrio los ojos y, automaticamente, poso los dedos en la pared de la cueva.

– Encendeos, por favor.

«?Te oimos, Portadora de la Luz!».

Cuando se iluminaron las estalactitas, Morrigan se tumbo boca arriba y comenzo a acariciar al lince, que seguia acurrucada a su lado, mientras observaba la belleza que ella misma era capaz de invocar. ?Podria hacer algo asi si estuviera poseida por el mal? No, no lo creia. Tenia la esperanza de que no fuera cierto. Morrigan penso en su sueno. Le habia parecido absolutamente real, pero no estaba en Oklahoma. ?Significaba eso que su madre tampoco estaba alli?

Para ella, la salida mas facil seria volver junto a la piedra de selenita e intentar hallar la forma de volver a Oklahoma.

«Huir no es la respuesta, hija». Aquellas palabras no se las susurro el viento, ni aparecieron en su mente. Provenian de su memoria. Asi pues, si huir no era la respuesta, ?cual era? Rhiannon, o su subconsciente, o fuera lo que fuera, le habia dicho que no tomara decisiones basadas en emociones negativas, sino que confiara en el amor, en la lealtad y en el honor. Sin embargo, era mas facil decir aquello que hacerlo.

Aunque tal vez no fuera tan dificil. Deberia confiar en el amor. Si Kegan sentia de verdad algo por ella, si de

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