– Es muy probable. -Siguieron caminando sobre las hojas secas que crujian bajo sus pies y el silencio se instalo de nuevo entre ellos. Pasaron varios minutos antes de que Darcy le preguntara si aquel era su paseo favorito.
– Solo cuando Charlotte esta en casa, porque alli… ?lo ve usted? -Elizabeth senalo una bifurcacion del camino rodeada de arboles-. Ese es el camino hacia la casa de los Lucas. Supongo que podria recorrerlo con los ojos cerrados. -El caballero asintio con la cabeza, si, veia el cruce del camino. En ese momento, Kitty paso rapidamente junto a ellos.
– ?Me puedo ir ya, Elizabeth? -pregunto, evitando mirar a Darcy. El pudo notar que lo que ella mas deseaba era alejarse de su pesada compania.
– Si, puedes irte, pero vuelve antes del atardecer y no le pidas a sir William que te traiga en coche -le advirtio Elizabeth a su hermana menor.
Entornando los ojos, Kitty los abandono y se apresuro a tomar el camino hacia la casa de su amiga. Darcy miro hacia atras, pero no vio a Bingley y a Jane. Estaban solos. Espero hasta ver que direccion tomaria Elizabeth. Con una rapida mirada, ella paso delante y siguio por el camino. El la siguio. Tenia que hacerlo ahora, se dijo para sus adentros.
La alcanzo y estaba a punto de agarrarla del brazo para detenerla, cuando ella disminuyo el paso por voluntad propia y levanto los ojos para mirarlo, con expresion ansiosa.
– Senor Darcy, soy una criatura muy egoista -comenzo a decir- y con tal de aliviar mis propios sentimientos, poco me importa cuanto este hiriendo los suyos. -Sorprendido por semejante introduccion, Darcy se detuvo y la miro con consternacion-. Pero ya no puedo pasar mas tiempo sin darle a usted las gracias por su bondad con mi pobre hermana -se apresuro a decir Elizabeth, aunque apenas podia mirarlo a los ojos-. Desde que lo supe, he estado ansiando manifestarle mi gratitud. Si mi familia lo supiera, ellos tambien lo habrian hecho.
?Elizabeth lo sabia! El corazon de Darcy se convirtio en un nudo de hielo al oir aquella revelacion que trastocaba todo y tal vez anulaba para siempre toda posibilidad entre ellos. Ahora le resultaba bastante clara la razon de su comportamiento durante su ultima visita.
– Lamento muchisimo -logro contestar Darcy- que haya sido usted informada de una cosa que, mal interpretada, podia haberle causado alguna inquietud. -Miro hacia delante y solto un suspiro de resignacion, antes de anadir-: No crei que la senora Gardiner fuese tan poco reservada.
– No debe culpar a mi tia -replico Elizabeth con tono de suplica-. Una indiscrecion de Lydia fue la que me revelo su intervencion en el asunto; y, como es natural -confeso-, no descanse hasta que supe todos los detalles. -Respiro hondo-. Dejeme que le agradezca una y mil veces, en nombre de toda mi familia, el generoso interes que lo llevo a tomarse tantas molestias y a sufrir tantas mortificaciones para dar con el paradero de los dos fugitivos.
Con el corazon libre de los temores iniciales, Darcy escucho como Elizabeth describia sus actos en los terminos mas benevolentes. No lo culpaba por interferir. Estaba agradecida, eso era evidente. Pero la simple gratitud podia ser devastadora para sus esperanzas. Darcy queria mas que la gratitud de Elizabeth, o una alianza fundada en semejante desigualdad. El queria su corazon, que ella se lo entregara total y libremente, o no queria nada.
– Si
Tenia el rostro parcialmente oculto por el sombrero, pero el rubor que cubria lo que Darcy alcanzaba a ver era inconfundible. Luego, algo en su interior se movio con una emocion tan poderosa que tenia que saberlo todo… alli… ahora.
– Tiene usted un espiritu demasiado generoso para burlarse de mi -comenzo a decir, al poner su futuro en las manos de Elizabeth-. Si sus sentimientos son aun los mismos que el pasado mes de abril, digamelo sin rodeos.
– Senor Darcy -dijo ella con voz entrecortada, levantando la cabeza para mirarlo-. Por favor… mis sentimientos… -Elizabeth parecia estar luchando por respirar, pero el brillo de sus ojos mostraba que no corria peligro alguno-. Mis sentimientos han sufrido un cambio tan radical desde aquel desdichado dia de la primavera pasada que el hecho de oir que los suyos continuan siendo los mismos solo me puede producir gratitud y el mas profundo de los placeres.
– Elizabeth. -Darcy susurro su nombre por temor a que se rompiera el encanto que sabia que lo rodeaba-. Elizabeth -repitio, agarrando sus manos, mientras se deleitaba con la dulce sonrisa y los ojos brillantes de la muchacha. Darcy se llevo las manos de Elizabeth a los labios y las beso con ternura, para ponerlas luego sobre su corazon, mientras le decia, por fin, todo lo que guardaba en su pecho sobre su profundo amor, su gratitud y las esperanzas que tenia para el futuro.
El caballero no supo como ocurrio, tenia el corazon demasiado pletorico, pero de repente comenzaron a caminar, sin que el supiera hacia donde. Habia tanto que sentir, tanto que decir, tanta felicidad que imploraba salir a la luz. Darcy le conto la visita de su tia, y su doloroso enfrentamiento con ella y, sin embargo, como le habia permitido concebir una esperanza. Hablo sobre sus esfuerzos para corregir su manera de ser y como se habia propuesto demostrarle en Pemberley que los reproches acerca de su caracter habian sido subsanados. Elizabeth expreso su sorpresa al conocer la seriedad con que Darcy habia tomado sus duras palabras y se sonrojo al recordarlas. El caballero abjuro de su carta, aunque ella la recordaba con carino y le aconsejo no pensar en el pasado mas que para recordar lo placentero.
– No puedo atribuirte esa clase de filosofia -respondio Darcy, besando otra vez la mano de Elizabeth-.
Darcy bajo el brazo y volvio a tomar las manos de Elizabeth entre las suyas, mirandola a los ojos y hablandole con toda el alma.
– Asi fui desde los ocho hasta los veintiocho anos, y asi continuaria siendo de no haber sido por ti, mi adorada Elizabeth. ?Te lo debo todo! Me diste una leccion que resulto muy dura al principio, es cierto, pero tambien muy provechosa. Me humillaste como convenia. Me dirigi a ti sin dudar de que me aceptarias, pero tu me hiciste ver lo insuficientes que eran mis pretensiones para halagar a una mujer digna de ser halagada.
Caminaron varias millas. Elizabeth le conto la inquietud que habia sentido cuando el la habia descubierto en Pemberley, pero el le aseguro que su unico proposito habia sido lograr que ella lo perdonara. Darcy le hizo participe, a su vez, de lo complacida que estaba Georgiana por haberla conocido, y lo decepcionada que se habia sentido por la subita interrupcion de su amistad, y le explico que el aspecto serio y pensativo que tenia cuando se despidieron en la posada de Lambton se debia a que ya estaba planeando la manera de rescatar a su hermana. Elizabeth le volvio a dar las gracias, pero ninguno de los dos quiso hablar mas sobre ese doloroso asunto.
– ?Que habra sido de Bingley y de Jane? -Elizabeth miro el reloj y luego hacia atras, hacia el camino-. ?Deberiamos regresar ya, pero no los veo! -Luego dieron media vuelta y Darcy le tomo la mano para colocarla en su brazo-. Tengo que preguntarte -dijo Elizabeth, dirigiendose a Darcy- si te sorprendio enterarte de su compromiso.
– De ningun modo. Al marcharme, comprendi que la cosa era inminente.
– Es decir, que le diste tu permiso. Ya lo sospechaba.
– ?Mi permiso! -exclamo Darcy-. ?No, no, eso seria una pretension demasiado elevada, a la cual nunca me atreveria a llegar, mi querida nina! ?Espero haber aprendido la leccion! -Elizabeth sonrio. Darcy le conto que le habia confesado todo a Bingley la noche antes de salir para Londres, y lo equivocado que habia estado acerca de