responder?- Y aunque la senora Collins no tiene piano, la senorita Bennet sera muy bienvenida, como le he dicho a menudo, si viene a Rosings todos los dias para tocar el piano en el cuarto de la senora Jenkinson. En esa parte de la casa no molestara a nadie.
Darcy se sintio tan contrariado y avergonzado por la falta de cortesia de su tia que no pudo percibir la reaccion de Elizabeth. Incapaz de mirarla o de soportar las palabras de su tia, se levanto de su sitio en el divan y se dirigio hasta uno de los grandes ventanales que daban al camino de las cocheras. ?Que comportamiento tan inapropiado! ?Que desconocimiento de los deberes para con sus inferiores y sus invitados! Apreto la mandibula con fuerza.
El ruido de una conversacion en voz baja pero animada fue llegando hasta sus oidos. Se volvio hacia el salon para ver a Richard de pie, mientras le ofrecia la mano a Elizabeth con aire desenfadado. Ella, al menos, se habia comportado de manera educada y no habia permitido que la falta de cortesia de lady Catherine la afectara. Y tampoco parecia que las criticas de su anfitriona la hubiesen atemorizado, porque Richard la estaba escoltando hasta el inmenso pero solitario piano que reposaba majestuoso en un rincon del salon. ?Elizabeth iba a tocar! Atraido por aquella perspectiva, Darcy se acerco al divan y, como no confiaba en su capacidad de control, prefirio volver a sentarse. Observo con cuidado como ella colocaba los dedos sobre las teclas de marfil, sus pestanas acariciaban sus mejillas y su pecho se llenaba de aire para comenzar a cantar. Darcy sintio una nueva oleada de placer. Pero resulto ser una placer de escasa duracion, porque tras escuchar solo la mitad de la actuacion de Elizabeth, lady Catherine retomo su interrogatorio sobre todo lo que tenia que ver con las recientes actividades de su sobrino y el bienestar de Pemberley. Darcy le respondio de manera vaga y laconica, mientras miraba fijamente hacia la interprete, pero lady Catherine ni se inmuto. Si la dama no dejaba de importunarlo, se dijo Darcy con creciente contrariedad, se perderia la cancion de Elizabeth y ?eso era algo que no permitiria que le negaran!
– Tendra que disculparme. -Darcy se levanto bruscamente, interrumpiendo a lady Catherine en la mitad de una frase, y enseguida dio media vuelta y se dirigio hacia la pareja del piano. Una vez que comenzo a avanzar ya no podia detenerse en mitad del salon, asi que no pudo hacer otra cosa que reunirse con ellos. Al llegar al instrumento, Darcy se detuvo silenciosamente en un lugar que le permitiese una mejor perspectiva de su dulce tormento y se abandono al deleite de su interpretacion.
– ?Pretende atemorizarme, viniendo a escucharme con esa seriedad, senor Darcy? -Elizabeth lo desafio enarcando las cejas-. Pero yo no me voy a asustar, aunque su hermana toque
Al reconocer el tono de sus duelos de antano, Darcy sonrio, pero no vacilo en responder al
– No le dire que se ha equivocado porque usted no puede creer sinceramente que yo tuviese intencion alguna de alarmarla. -La sonrisa de Darcy se hizo mas amplia al ver la forma en que ella apretaba los labios al oir su respuesta-. Y he tenido el placer de conocerla lo bastante para saber que se complace a veces en sustentar opiniones que, de hecho, no son suyas. -El placer que le produjo la risa de Elizabeth ante su dardo fue recompensa suficiente por las incomodidades de la velada.
– Su primo pretende darle a usted una bonita idea de mi -dijo Elizabeth, dirigiendose a Fitzwilliam-, ensenandole a no creer ni una palabra de cuanto yo le diga. -Richard sacudio enseguida la cabeza para negar tal afirmacion y levanto la mirada hacia su primo junto con Elizabeth-. Soy particularmente desafortunada al encontrarme con una persona tan dispuesta a descubrir mi verdadero modo de ser en un lugar donde me habia hecho ilusiones de pasar por mejor de lo que soy -continuo-. Realmente, senor Darcy, es muy poco generoso por su parte revelar las cosas malas que supo usted de mi en Hertfordshire, y permitame decirle que tambien muy imprudente, pues eso me podria inducir a desquitarme y saldrian a relucir cosas que escandalizarian a sus parientes. -La afirmacion de Elizabeth fue recibida por un silbido y una carcajada de Richard, pero Darcy no se sintio intimidado. ?Era demasiado delicioso!
– No le tengo miedo -replico Darcy sonriendo.
– Digame, por favor, de que le acusa -exclamo su primo-. Me gustaria saber como se comporta entre extranos.
– Se lo dire -dijo Elizabeth, aceptando con pericia su contraataque-. Pero preparese para oir algo muy espantoso. Ha de saber que la primera vez que vi a su primo fue en un baile, y en ese baile ?que cree usted que hizo? ?Pues no bailo mas que cuatro piezas! Siento decirlo, pero asi es. Solo bailo cuatro piezas, a pesar de que los caballeros escaseaban y yo fui testigo de que mas de una dama se quedo sentada por falta de pareja. Senor Darcy, no puede negarlo. -Elizabeth levanto la vista para mirarlo, con una dulce chispa de desafio en los ojos. Tal vez Darcy se habia apresurado demasiado al aceptar el duelo. La acusacion de la dama era totalmente cierta y su queja absolutamente valida. Pero, maldicion, ?como iba el a saber que un estupido baile de pueblo, en compania de desconocidos, iba a convertirse en algo tan importante en su vida?
– En ese momento no tenia el honor de conocer a ninguna de las damas de la reunion, a no ser las que me acompanaban -repuso Darcy.
– Cierto, y en un baile nunca hay posibilidad de ser presentado -afirmo Elizabeth, despachandolo despues de desbaratar su defensa-. Y bien, coronel Fitzwilliam, ?que toco ahora? Mis dedos estan esperando sus ordenes.
Irritado por la respuesta de Elizabeth, Darcy no podia dejar las cosas asi.
– Tal vez deberia haberlo pensarlo mejor y haber solicitado que me presentasen; pero no sirvo para darme a conocer a extranos.
– ?Deberiamos preguntarle a su primo por que eso es asi? -le pregunto Elizabeth a Fitzwilliam, con los ojos brillantes por la estratagema tactica de Darcy-. ?Le preguntamos como es posible que un hombre de talento y bien educado, un hombre que ha vivido en el gran mundo, no sirva para atender a los desconocidos?
– Oh, no hay ningun misterio en eso -le aseguro Fitzwilliam-. Yo mismo puedo contestar a su pregunta sin interrogar a Darcy. -Miro a su primo con sorna-. Eso es porque no quiere tomarse la molestia.
– Reconozco que no tengo la habilidad que otros poseen de conversar facilmente con personas que jamas he visto -confeso-. No puedo adoptar el tono de su conversacion, o fingir que me intereso por sus cosas, como otros hacen.
Elizabeth le devolvio la mirada y tomo aire.
– Mis dedos no se mueven sobre este instrumento del modo magistral con que he visto moverse los dedos de otras mujeres; no tienen la misma fuerza ni la misma agilidad, y no pueden producir la misma impresion. Pero siempre he creido que la culpa es mia, por no haberme querido tomar el trabajo de practicar. No porque crea que mis dedos no son capaces de tocar perfectamente, como los de cualquier otra mujer.
Darcy se mantuvo inmovil mientras ella hablaba, asombrado por la elocuencia de sus palabras. Tenia toda la razon; el lo supo enseguida. Pero la acertada percepcion de la muchacha no era lo unico que estaba haciendo latir su corazon apresuradamente, ni saltar la sangre de sus venas. Ante el estaban Diana y Minerva, el valor y la sabiduria juntas, ?sentadas en el borde del taburete del piano de su tia como una encantadora musa! ?Que mujer tan singular! No solo habia desbaratado la verdad de las palabras de Darcy y le habia mostrado la manera en que el mismo se enganaba, sino que lo habia hecho con exquisito tacto y elegancia. Mientras el caballero miraba sus magnificos ojos expectantes, supo instintivamente que cualquier intento por controlar su corazon seria una pretension vana y que ya no podia reprimir mas la sonrisa que se extendia ahora por su rostro, asi como tampoco negarle a ella el derecho a recibirla.
– Tiene usted toda la razon -dijo Darcy-. Usted ha empleado el tiempo mucho mejor. -Luego, mirando profundamente a los ojos de Elizabeth, se atrevio a ampliar su comentario-. Nadie que tenga el privilegio de escucharla podra ponerle objeciones. Ninguno de nosotros dos toca ante desconocidos.
Esa noche, mientras Darcy estaba acostado en la incomoda cama de huespedes ilustres de su tia, agradecio la falta de comodidad pues eso le daba tiempo para repasar los tormentosos acontecimientos de la velada. ?Tenia que serenarse y aclarar sus sentimientos por la senorita Elizabeth Bennet! La luz de la vela que tenia al lado titilo, produciendo sombras que bailaban en el dosel que habia sobre su cabeza, mientras yacia estirado, mirando hacia
