verdadero aunque inutil interes. -Elizabeth se enderezo lentamente y lo escucho con los ojos llenos de lagrimas. ?Con ayuda de Dios, Darcy esperaba que le creyera!-. ?Ojala pudiese decirle o hacer algo que la consolase en semejante desgracia! Pero no quiero atormentarla con vanos deseos que parecerian formulados solo para que me diese usted las gracias. -Darcy podia ver que ella estaba recuperando la compostura y levantaba ligeramente la barbilla al oir sus palabras-. Me temo que este desdichado asunto va a privar a mi hermana del gusto de verla a usted hoy en Pemberley.

– Ah, si. -Elizabeth se seco los ojos y suspiro-. Por favor… tenga la bondad de excusarnos ante la senorita Darcy. Digale que asuntos urgentes nos reclaman en casa sin demora. Ocultele la triste verdad el mayor tiempo posible -le rogo-, auque se que no podra ser mucho.

– Tiene usted mi palabra -le prometio Darcy y la miro a los ojos, pero ella parecio desviar la mirada-. De verdad siento mucho que haya caido semejante desgracia sobre usted y su familia. -Se detuvo, deseando poder ofrecerle un consuelo mejor, pero no se le ocurrio nada-. Y ojala todavia haya esperanzas de que esto termine mejor de lo que en el momento parece logico esperar. -Elizabeth lo miro con incredulidad, pero inclino la cabeza. No habia nada mas que el pudiera hacer. Respondio el gesto de ella con una reverencia-. Por favor, deles mis saludos a sus tios y digales que espero que todos puedan regresar a Pemberley en una epoca mas feliz -ofrecio Darcy y, tras lanzarle una ultima mirada con la que quiso confirmar la sinceridad de sus palabras, salio al pasillo y cerro la puerta suavemente.

8 Lo que el amor trazo en mudos instantes

El regreso a Pemberley le llevo quiza un cuarto de hora o mas; Darcy no fue capaz de precisarlo. Lo unico que recordaba era que habia montado a Seneca en la puerta de la posada y ahora se encontraba de vuelta, recobrando la conciencia de lo que lo rodeaba, gracias al golpeteo de los cascos del caballo sobre los adoquines del patio de su propio establo. Cuando saco el reloj de bolsillo, despues de que un mozo del establo se llevaba su caballo, abrio los ojos con asombro al ver lo que le mostraban las manecillas. ?Una hora! Miro al caballo mientras lo conducian a la caballeriza, moviendo lentamente la cola. Realmente debia agradecer a Seneca el haberlo traido a casa, pues no tuvo nocion del tiempo transcurrido ni del paisaje que habia pasado ante sus ojos en el camino de vuelta. Una hora. Con algo de suerte, los demas todavia debian de estar soportando el desayuno al aire libre de Caroline Bingley y el podria continuar, sin que nadie lo interrumpiera, las reflexiones que habia comenzado tan pronto como habia visto el angustiado rostro de Elizabeth.

?Que debia hacer? Esa pregunta lo habia atormentado durante todo el viaje de regreso. Darcy habia decidido rapidamente lo que podia hacer. Sus recursos, los contactos que tenia, el hecho de conocer personalmente los gustos y las costumbres de Wickham lo predisponian a pensar que era la persona que tenia mas posibilidades de encontrar a la pareja desaparecida, o dirigir a otros hacia el paradero de Lydia Bennet. Pero lo que Darcy podia hacer no era el factor decisivo en lo que dictaba el sentido del deber. Ese era el punto clave, porque hasta este momento su exito al elegir lo que debia hacer habia sido mas que lamentable. De hecho, los errores que habia cometido en aquel asunto eran el origen de la crisis que contemplaba en ese preciso momento. Con un estremecimiento, volvio a sentir el peso de la culpa.

La ayuda de un desconocido en un asunto familiar tan delicado como aquel podria ser muy mal recibida. Darcy sabia bien hasta donde podia llegar una familia para protegerse. Antes de establecer el destino final de su hija -ya fuese por medio de un matrimonio honorable, el aislamiento o la desgracia eterna-, uno de los propositos principales de la familia de Elizabeth seria involucrar en el asunto a la menor cantidad de gente posible. Ademas, la familia Bennet no tenia ningun tipo de relacion con el que pudiera impulsarlos a solicitar su ayuda o que justificara el hecho de que el la ofreciera. ?Presuntuoso… entrometido… indeseable! Se quito los guantes y se golpeo con ellos la pierna, movido por la irritacion que le provoco la frustrante pero precisa calificacion que podria recibir cualquier ayuda o gestion que el pudiera ofrecer. Parecia como si lo unico aceptable que pudiera hacer fuera cumplir la promesa que le habia hecho a Elizabeth de guardar silencio.

Al entrar en su estudio, cerro rapidamente la puerta y se dejo caer en la silla. Fruncio el ceno mientras repasaba mentalmente la situacion. ?Guardar silencio! Desde luego que cumpliria su palabra en lo que tenia que ver con la sociedad en general; pero todo su ser se rebelaba contra la falta de accion que exigian las normas sociales. ?Era todo tan absurdo! Darcy sabia por donde comenzar, adonde ir, a quien pedirle ayuda. Tenia los recursos para comprar cualquier informacion que pudiera necesitar con el fin de lograr resolver aquel desastre de manera aceptable, y ademas estaba, sin duda, suficientemente motivado para lograrlo. El recuerdo de la imagen de Elizabeth inconsolable volvio a sacudirlo otra vez con dolorosa claridad. ?Ay, nunca olvidaria ese encuentro! La impotencia y el dolor de Elizabeth le causaban tanto sufrimiento que toda su fortuna parecia un pequeno precio por aliviar la pena de la muchacha.

– ?Wickham! -gruno Darcy, golpeando el escritorio con el puno y levantandose de la silla. Se paso una mano por el pelo y comenzo a pasearse. ?Cual seria el resultado si el no intervenia? ?Un desastre! Era muy poco probable que un hombre de temperamento provinciano y recursos tan limitados como el senor Bennet pudiera lograr encontrar a su hija en los barrios bajos de Londres. El esfuerzo podria llevarlo a la bancarrota y emplearia muchos meses. E incluso si llegaba a tener exito, la reputacion de la muchacha y, por tanto, de toda la familia, ya estaria hecha anicos. Con toda seguridad nadie en Hertfordshire olvidaria el escandalo y la desgracia perseguiria a las otras hermanas aunque se trasladaran a otro sitio de Inglaterra. ?El escandalo! Darcy sacudio la cabeza. ?Cuanto poder y temor podia evocar esa palabra! Sin embargo, sus efectos afectaban a la sociedad de manera tan desigual. Lo que despertaba exclamaciones de admiracion y risa en el caso de algunas personas -penso en las tremendas demostraciones publicas de lady Caroline Lamb- representaba la ruina de familias enteras en otras.

Se detuvo frente a una ventana para mirar los jardines perfectamente ordenados de Pemberley. El temor al escandalo le habia obligado a guardar silencio antes. Si, habia salvado a Georgiana y habia protegido celosamente el apellido Darcy, pero se habia contentado con eso. El conocia a Wickham, sabia el tipo de hombre en que se habia convertido, y si habia podido utilizar asi a Georgiana, no tendria ningun problema en seducir a otras muchachas ?Quien sabia a que otras jovencitas habia enganado o seducido aquel canalla? Pero Darcy se habia sentido satisfecho con defender lo suyo y no se habia preocupado por defender lo de los demas. ?Y aquel era el resultado! La familia de Elizabeth solo era el caso mas reciente, pero el hecho de que la perjudicada fuera la familia de la mujer que el amaba y a quien le debia tanto hizo que su negligencia pareciera incluso peor. Respiro profundamente. El unico camino posible para resolver el asunto a favor de los Bennet era el matrimonio. Una solucion menos satisfactoria seria recluir a la muchacha en un lugar respetable pero apartado y la carcel o un regimiento en el extranjero para Wickham. Y cualquiera de las dos soluciones requeriria recursos financieros y contactos mucho mas amplios que los del padre o el tio de Elizabeth podrian poseer.

?Y luego estaba Elizabeth! Darcy sintio que se le cortaba la respiracion. La cabeza y el corazon se le llenaron de tanta nostalgia que se sintio a punto de perder la razon. Las posibilidades de que Elizabeth contrajera un matrimonio ventajoso siempre habian sido escasas. Pero ahora las perspectivas eran nulas. La idea de verla como la esposa de otro hombre siempre habia sido muy dificil de contemplar, pero ahora era improbable que le esperara algun tipo de felicidad en el futuro. Cerro los ojos para no pensar en los deseos del pasado, que la envolverian entre sus brazos protectores. ?Debia pensar con claridad!

Tanto ella como sus hermanas, se dijo Darcy, obligandose a retomar el tema que lo ocupaba, se verian forzadas a casarse con hombres de clase inferior, si es que lograban casarse y podian encontrar hombres respetables que aceptaran pasar por alto la desgracia de la familia. Sin poder controlarse, se imagino a Elizabeth como la esposa de algun granjero o empleado pobre, luchando diariamente, con una existencia dificil que acabaria con toda su vivacidad. Hizo rechinar sus dientes, reclinando la frente contra el frio cristal de la ventana. Trato de deshacerse de esa imagen con un rugido, pero la vision permanecio en su mente, convirtiendo a Elizabeth en la sombra de la mujer que podria haber sido. ?Eso casi le hizo enloquecer! Y tambien lo impulso a tomar una decision. Dio media vuelta y observo el estudio como si todo Pemberley estuviera ante sus ojos. ?No, no iba a desentenderse de la desgracia de Elizabeth! Si con su fortuna podia conseguir una solucion aceptable y darle a ella una oportunidad de ser feliz, quiza pudiera usar su prestigio con el hombre adecuado -penso enseguida en el tio de Elizabeth- para superar las objeciones a su participacion.

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