busco una pluma.
Una hora despues, el coche de alquiler que Darcy habia contratado para llevarlos a el y a Fletcher se detuvo detras de una iglesia en penumbra. St. Dunstan no era una construccion muy grande, pero parecia una estructura mas solida en medio de un barrio que parecia sostenerse en pie unicamente por la suciedad y la pobreza. El calor del verano hacia mas intensos los olores que recorrian las fetidas calles y los callejones que, a pesar de lo avanzado de la hora, todavia eran un hervidero con las idas y venidas de sus miserables habitantes.
Despues de bajarse, Darcy le lanzo una moneda al cochero, que el hombre agarro con habilidad en el aire y mordio enseguida.
– Recuerde. -Darcy puso una mano en las riendas-. Regrese dentro de media hora y vuelvame a conducir sano y salvo hasta mi residencia y recibira el doble de esa cantidad.
– Si, patron; el viejo
– Veo una luz, senor. -El ayuda de camara senalo una pequena ventana en la esquina del segundo piso-. Debe de ser la habitacion del sacristan.
– Bien, ahora busquemos la puerta. -Los dos hombres comenzaron a caminar, pero enseguida fueron abordados por una mujer que les pidio una moneda para comprar algo de comer. Antes de terminar su cantinela, aparecieron otros dos mendigos, casi unos ninos. La mujer los espanto a patadas. En segundos, la calle se lleno de pilluelos y vagos, algunos de los cuales solo estaban interesados en la pelea, pero otros observaban con atencion a los dos forasteros que habian causado el incidente-. No se le ocurra demostrar que tiene miedo -le siseo Darcy a Fletcher- y sigame. -Luego caminaron a lo largo de la pared de la iglesia, teniendo cuidado de dejar bien a la vista el baston.
– He encontrado la puerta, senor -informo Fletcher jadeando-. ?Esta cerrada!
– ?Llame, hombre! -Darcy esgrimio la empunadura de bronce solido ante la multitud, que ahora estaba abucheandolos y gritandoles insultos y suplicas. Mas que los golpes de Fletcher, lo que probablemente atrajo la atencion del sacristan fue el ruido, porque, de pronto, la puerta se abrio y dos fuertes manos los agarraron de los hombros y los hicieron entrar en la iglesia, para encontrarse con un hombre de asombrosas proporciones. Decepcionada, la multitud lanzo un alarido.
– ?Eh, no hagais eso! -grito el gigante con un acento popular bastante pronunciado-. ?Asi tratais a los forasteros? ?Venga! Largaos a casa; pedidle perdon al senor. ?Largo de aqui! -Despues de tronar aquellas palabras, el hombre cerro la puerta, se volvio hacia ellos y levanto la vela para iluminarles la cara-. ?Quien? -fue la unica palabra de su sencilla pregunta.
– Darcy. Soy amigo de lord Brougham.
– ?
– Lord Dyfed Brougham -intento Darcy de nuevo.
– ?Ah, el senor
Darcy sonrio.
– Tal vez. -?Debia haber imaginado que Dy no iba a usar alli su nombre real! ?En que estaba pensando?- El senor Dyfed me dijo que lo buscara a usted si llegaba a necesitarlo. ?Puede usted avisarle?
El sacristan dio un paso atras.
– Nombre, otra vez, por favor.
– Darcy… y este es mi criado, Fletcher. El senor Dyfed nos conoce a los dos -dijo el caballero, sacando el pedazo de papel que Dy le habia dado-. Aqui esta la prueba de lo que le digo.
El sacristan tomo el papel y lo arrimo a la luz de la vela. Asintio con la cabeza y se lo devolvio a Darcy.
– Si, el senor
– ?Puede usted hacerle llegar una nota?
El gigante nego con la cabeza.
– Ah, no. ?Algun negocio?
Darcy sacudio la cabeza con un poco de desaliento.
– No, una jovencita en peligro. El conoce a gente aqui que podria ayudarme a encontrarla y devolverla a su familia.
– ?Una jovencita? Hummm. -El hombre fruncio el ceno-. ?No negocio?
– No, no se trata de un negocio; es un asunto personal en el cual estoy seguro de que a el le gustaria ayudar. -Darcy suspiro.
– Entonces tal vez pueda hacer algo por ustedes -contesto el hombre con una pronunciacion perfecta. Tanto Darcy como Fletcher se quedaron mirando al gigante, que estaba sonriendo-. Pero primero permitanme ofrecerles algo de beber, caballeros. Creo que han tenido una noche dificil.
Darcy retrocedio y miro los ojos de su salvador, mientras agarraba nuevamente el baston con empunadura de bronce que habia blandido delante de la multitud embravecida que los habia seguido hasta la puerta. La estruendosa carcajada que solto el gigante como respuesta reboto contra las paredes circulares de piedra de la escalera.
– Por favor, senor, suba. Si el senor Dyfed lo ha enviado a verme, usted no tiene nada que temer en mi compania. Por favor… -El hombre senalo los escalones. Sin estar muy seguro todavia de si seria prudente aceptar, Darcy le lanzo una mirada a Fletcher, pero su ayuda de camara estaba concentrado en otra cosa.
– ?Tyke? ?Tyke Tanner? -Fletcher avanzo hacia el gigante, que lo miro enseguida con sorpresa.
– ?Quien…? -comenzo a decir y luego se detuvo, con los ojos a punto de salirse de las orbitas-. ?Lem? ?Lemuel Fletcher? ?No puede ser! -Estirando una mano gigantesca, el hombre le dio una fuerte palmada en la espalda al ayuda de camara de Darcy-. ?Cuanto hace? ?Diez anos? ?Increible! -Esa observacion tambien resumio los sentimientos de Darcy. ?Como era posible que su ayuda de camara conociera a aquel hombre?-. ?Y tus padres! ?Como estan el senor Farley y la senora Margaret? ?Me imagino que todavia trajinando en las tablas! -
– Ah, no. -Fletcher le lanzo una mirada nerviosa a su patron-. Estan retirados y viven en Nottingham. - Carraspeo-. Pero ?como has llegado hasta aqui y te has convertido en sacristan de una iglesia? No es precisamente la clase de tarea a la que estabas acostumbrado, Tyke.
La mirada de Tanner se fijo por un segundo en Darcy y vacilo.
– Tal vez tu patron si acepte ahora esa bebida y una silla donde disfrutarla, Lem. Senor. -Hizo una reverencia a Darcy-. Estoy totalmente a sus ordenes.
El caballero asintio, no completamente satisfecho con lo que acababa de suceder frente a sus ojos, pero la razon de que estuviera en aquella extraordinaria situacion era demasiado urgente como para tratar de comprenderlo en aquel momento.
– Adelante. -Tanner bajo la cabeza con cortesia y comenzo a subir la escalera de caracol. En el segundo piso habia una puerta parcialmente abierta. El hombre se detuvo y espero a que ellos entraran primero en la habitacion. Darcy miro a Fletcher, con una ceja enarcada con aire interrogante. La sonrisa segura del ayuda de camara no concordaba exactamente con la cautela de su mirada, pero era algo que habia que tomar en consideracion. No podian hacer otra cosa que confiar en las instrucciones de Dy y en los contactos que estas le ofrecian. En realidad, teniendo en cuenta lo que sabia ahora de su amigo, no debia sorprenderse por la extrana naturaleza de sus contactos. ?Darcy miro otra vez los ojos de su guia y le pidio al cielo que este no fuera tan extrano como increiblemente grande!
Con decision, Darcy paso frente al gigante y entro en la estancia, con Fletcher siguiendolo de cerca, y detras su anfitrion. Tanner se detuvo para cerrar la puerta y tuvo la precaucion de atrancarla. Al darse la vuelta, les sonrio a sus invitados y se apresuro a poner a calentar agua sobre las brasas. Luego comenzo a buscar una taza limpia. En un instante, la inmensa figura del hombre adquirio un caracter mas comico que amenazante, mientras