– ?La senora? -La muchacha lo miro, mientras calculaba la calidad de la chaqueta y su porte-. Nadie me ha dicho que la senora estuviese esperando a un caballero. -Miro con cautela la tarjeta de visita que el le entrego, sobre la cual Darcy habia puesto delicadamente un chelin. Mas rapidamente que un ladronzuelo de Covent Garden, la muchacha hizo desaparecer la moneda, escondiendosela en el escote, mientras agarraba la tarjeta-. ?Seria tan amable de seguirme, senor? -Se retiro de la puerta y lo dejo entrar.
En lugar de pedirle que esperara mientras ella subia a informar a la senora Younge de que tenia visita, la muchacha siguio avanzando por el corredor hasta una habitacion del fondo y llamo a la puerta.
– El senor Darcy ha venido a verla, senora. -Le hizo una inclinacion a la ocupante del cuarto y rapidamente retrocedio para hacerlo pasar. Desde el interior llego un grito ahogado.
– No… ?Oh! ?Nina estupida! ?Cierre la puerta! -Darcy se detuvo en el umbral, para ver a su antigua empleada que se levantaba del escritorio, claramente agitada. Blanca como el papel, la mujer se quedo mirando a Darcy como si fuera un fantasma-. ?S-senor Darcy!
– Senora Younge. -Darcy le dirigio una burlona inclinacion, mientras ella le hacia una reverencia.
– Espero… que usted se encuentre bien, senor. -La mujer lo examino con discrecion y era evidente que estaba luchando por recuperar la compostura.
– Estoy bien, senora Younge, al igual que mi hermana. La senorita Darcy esta muy bien, de hecho. -Miro fijamente a la mujer a los ojos-. Pero no la he interrumpido para intercambiar cortesias.
– No me puedo imaginar…
– ?De verdad, senora? Piense un poco, se lo ruego. -La mujer le dio rapidamente la espalda, pues no queria o no podia sostenerle la mirada-. ?Que relacion puede existir todavia entre nosotros que me haya forzado a venir hoy hasta su establecimiento?
La mujer se volvio lentamente hacia Darcy, con una mirada de cautela mezclada con algo de astucia.
– Wickham. -Estuvo a punto de sonreir, pero se contuvo-. ?La senorita Darcy…?
– Esta muy bien, como le he dicho, y no tiene ninguna relacion con lo que me ha traido hoy hasta aqui.
– Ya veo. -La mujer se dejo caer en la silla, detras del escritorio-. Y, entonces, ?cual es su asunto con Wickham, senor Darcy?
– ?Asi que usted lo ha visto? -se apresuro a decir Darcy, haciendo conjeturas sobre las palabras de la mujer.
Un cierto temblor en la comisura de los labios de la senora Younge dejo traslucir la molestia que le habia causado su imprudencia.
– Tal vez. -La mujer reorganizo los papeles que tenia sobre el escritorio, delante de ella, y luego levanto la vista hacia Darcy-. ?Que quiere usted de el, senor? ?Lo esta buscando como amigo o enemigo?
– Eso dependera enteramente de Wickham, senora. Si alguien puede hacerle ver rapidamente que es lo que mas le conviene, puede que al final se alegre de que lo hayan encontrado.
– ?En serio? -Ahora la codicia se habia sumado claramente a la astucia-. ?Hasta donde puede llegar la alegria?
– Eso es un asunto entre Wickham y yo. -Darcy se inclino sobre ella y le clavo una mirada penetrante e inflexible-. Digame, senora -pregunto-, ?sabe usted donde esta Wickham? ?Esta aqui?
La mujer apreto los labios, devolviendole la mirada con descaro.
– No puedo ayudarlo.
– ?No puede o no quiere? -respondio el caballero en voz baja y luego miro alrededor de la pequena estancia-. Me imagino que, como mujer de negocios que es usted, solo invierte en aquellas causas que pueden traerle algun tipo de ganancia.
La mujer inclino la cabeza como senal de que admitia las palabras de Darcy y esbozo una sonrisa.
– Cuando fui despedida de su casa, perdi una posicion muy buena. Tuve suerte de sobrevivir. Hace mucho tiempo aprendi que debo velar por mis propios intereses, de cualquier forma que se presenten.
Darcy recordo de repente la manera en que aquella mujer habia enganado a Georgiana. El descaro aquellas afirmaciones desperto una oleada de rabia, pero aquel no era momento para eso. Los dos debian medir cada palabra.
– Eso me quedo muy claro el verano pasado en Ramsgate, senora -respondio Darcy, con el mismo tono de serenidad-. Usted no permite que el futuro de nadie interfiera con sus intereses.
La senora Younge se atrevio a encogerse de hombros.
– Asi es la vida, senor Darcy, tanto en su mundo como en el mio.
– No, asi no es todo el mundo, senora Younge. -Darcy se enderezo y dio un paso atras-. Recompensare bien a quien pueda llevarme hasta Wickham. -Hizo ademan de marcharse, pero dio media vuelta en la puerta-. Debe saber, senora, que usted no es mi unico recurso. Otras personas, que no tienen mas interes personal que hacer el bien, tambien lo estan buscando. Si yo fuera usted, no esperaria mucho para decidirme a colaborar. Ellos pueden encontrarlo primero y eso, segun creo,
Atraveso rapidamente el corredor, le hizo un gesto con la cabeza a la criada y salio. El coche estaba dando la vuelta para volver a subir la calle, cuando el salio a la acera y levanto el baston. El cochero detuvo el caballo delante de el. Estaba a punto de poner un pie en la escalerilla, cuando noto un movimiento con el rabillo del ojo y, al mirar por encima del hombro, alcanzo a ver a un chiquillo de no mas de ocho anos, que desaparecia lentamente por el callejon que separaba el numero 815 de la calle Edward y la casa vecina.
– Espere un momento -le ordeno al cochero y se metio por el oscuro pasadizo.
– No se preocupe, patron -lo saludo una voz joven desde el fondo del callejon. Darcy se detuvo y entrecerro los ojos para ver mejor en la penumbra. Apenas alcanzo a divisar la cara de su presa, cuando el nino se asomo entre un monton de barriles y cajas-. Vayase a casa -siguio diciendo la voz-. Estare vigilando a la vieja y le mandare razon si hace algun movimiento. -El chico inclino la cabeza-. Saludos del senor Tanner, senor.
– Lo mismo para el -respondio Darcy y dio media vuelta, hacia el coche que lo esperaba.
– ?Fitz! ?Que demonios pasa? -Richard entro en el estudio de Darcy antes de que Witcher tuviera oportunidad de anunciarlo-. ?La aldaba no esta en la puerta, instrucciones para que no diga que estas en la ciudad y la imperiosa solicitud de presentarme a la mayor brevedad!
– ?Te parecio imperiosa? Te ruego que me disculpes, primo. -Richard enarco las cejas con asombro al oir la disculpa de Darcy, pero no dijo nada-. Atribuyelo a la urgencia del asunto en que necesito que me ayudes -siguio diciendo Darcy.
– ?Mi ayuda? -El asombro se convirtio en perplejidad. Richard se dejo caer en una silla-. ?Habla!
– Necesito tu ayuda o, mejor, la de tus conexiones, para encontrar a Wickham.
– ?Wickham! ?Por Dios, no sera que Georgiana…! -Comenzo a levantarse de su asiento.
– No… no, algo totalmente distinto, pero sobre lo cual no puedo hablar. Ha huido de su regimiento y tengo razones para creer que esta aqui, en Londres. ?Donde podria esconderse un hombre asi de las autoridades militares? ?Hay algun lugar o gente a la que pudiera recurrir?
– Tal vez… probablemente. En todo caso, se por donde empezar a indagar. -El coronel miro a su primo con curiosidad y preocupacion-. ?No puedes decirme nada? Tratandose de Wickham, no dudo de que se trate de alguna perfidia, ?esa maldita comadreja! Ya nada podria sorprenderme.
Darcy hizo una mueca para mostrar que estaba de acuerdo, pero nego con la cabeza.
– No, lo siento, pero no puedo decir nada mas. Involucra a otras personas que no puedo nombrar. -Se sento en el sillon que estaba frente a su primo-. No quiero que hagas otra cosa que averiguar donde esta; yo hare el resto. ?Entiendes?
– Si… y no -dijo Richard lentamente-. Pero hare lo que me pides. -Se quedo callado un momento y miro a su primo con el ceno fruncido-. ?Te has dado cuenta de lo cansado que pareces? ?Cuando llegaste a la ciudad?
– Ayer por la noche.
– ?Tarde?
– Tarde… y, antes de que preguntes, sali de Pemberley por la manana.
– ?Por Dios, Fitz! Entonces esto debe de ser extremadamente importante.
– Lo es. -Darcy suspiro, mientras se frotaba los dedos de manera distraida contra los brazos del sillon-. Debo encontrarlo tan pronto como sea posible. -Miro la cara de preocupacion de Richard. Darcy solo queria que su primo se dedicara enseguida a la tarea que le habia encomendado, pero las normas de cortesia y el hecho de que