—?Tan bien sabes como se comportan los caballeros?
—Sueltame.
—Cuando respondas a mis preguntas. Ya hice la primera. Ahora quiero una respuesta a la segunda. —No respondere preguntas.
—Entonces —dijo el—, me vere obligado a satisfacer mi curiosidad e impaciencia.
Y con rapido ademan, me arranco la mascara, y cuando la tuvo en la mano le oi lanzar una subita exclamacion ahogada de asombro.
—?Asi que… senorita Carlyon! Carlyon —dijo; luego se puso a canturrear—: Suenen campanas, alguien esta en el pozo. ?Quien la puso alli? ?Acaso peco? Estoy en lo cierto, ?verdad? —rio—. Si que te recuerdo. No eres una muchacha a quien se olvide con facilidad, senorita Carlyon. ?Y que haces en nuestro baile?
Le quite la mascara antes de replicar: —Vine porque fui invitada.
—?Jum! Y que bien nos enganaste a todos. Mi madre no tiene la costumbre de invitar moradores de las cabanas a los bailes de Saint Larston.
—Soy amiga de Mellyora.
—Si… ?Mellyora! Vaya, ?quien la habria creido capaz de algo asi? Me pregunto que dira mi madre cuando yo se lo diga…
—Pero no lo haras —dije, y me irrite conmigo misma porque parecia haber un tono de suplica en mi voz.
—Pero ?no te parece que es mi deber? —se burlo el—. Por supuesto, es posible que, a cambio de una retribucion, acepte participar en el engano.
—No te acerques —le adverti—. No habra ninguna retribucion.
Poniendo la cabeza de lado, me miro con —expresion intrigada.
—Te das infulas, mi bella de las cabanas:
—Vivo en el rectorado —replique—. Se me esta educando alli.
—Tra-la-la —se mofo—. ?Tra-la-la!
—Y ahora deseo volver al baile.
—?Sin mascara? ?Indudablemente conocida por algunos de los criados? ?Oh, senorita Carlyon!
Me aparte de el y eche a correr. No habia motivo para que yo volviese al salon de baile. De todos modos, la velada estaba arruinada para mi. Regresaria al rectorado y procuraria al menos preservar mi dignidad.
Johnny me persiguio y me sujeto por el brazo.
—?Adonde vas?
—Puesto que no volvere al salon de baile, eso no te concierne.
—?Asi que nos abandonas? Vamos, no hagas eso, por favor. Solo te hacia una broma. ?No reconoces una broma cuando la oyes? Es algo que debes aprender. No quiero que abandones el baile. Quiero ayudarte. ?Podrias reparar la mascara?
—Si, con aguja e hilo.
—Te los traere si vienes conmigo.
Vacile, pues no confiaba en el; mas la tentacion de volver era tan grande, que no la pude resistir.
Me condujo hasta un muro que cubria la hiedra, y apartandola revelo una puerta. Al transponerla llegamos al jardin tapiado, y delante de nosotros estaba el sitio donde se habian descubierto los huesos. Me estaba llevando al sector mas antiguo del Abbas.
Abrio una puerta llena de pesados tachones y nos encontramos en un humedo pasadizo. En la pared colgaba una lampara que despedia una tenue luz. Johnny la descolgo y, sosteniendola en alto sobre su cabeza, me miro mostrando los dientes. Su aspecto era satanico; quise huir, pero sabia que si lo hacia, no podria volver al baile. Por eso cuando el dijo:
—?Ven conmigo! —lo segui subiendo una escalera de caracol, cuyos peldanos eran empinados y estaban desgastados por los pies que los habian hollado durante cientos de anos. Johnny se volvio hacia mi y, con voz hueca, dijo:
—Estamos en esa parte de la casa que seguramente fue el antiguo convento. Aqui es donde vivieron nuestras virgenes. ?No te parece pavoroso?
Asenti. En lo alto de la escalera, Johnny Saint Larston se detuvo. Vi un corredor y en el, evidentemente, una hilera de celdas. Cuando, siguiendo a Johnny, entre en una de ellas, vi un anaquel de piedra tallado en la pared, que tal vez habria sido el lecho de una monja; vi tambien una estrecha hendedura, sin vidrio que la protegiera, que podia haber sido su ventana.
Johnny deposito la lampara en el suelo y sonriendome, dijo:
—Ahora necesitamos aguja e hilo. ?O no los necesitamos?
Alarmada, repuse:
—Estoy segura de que aqui no los encontraras.
—No importa. Hay en la vida cosas mas importantes, te lo aseguro. Dame la mascara.
Me negue y me aparte, pero el estaba a mi lado. Tal vez me habria asustado mucho, si no hubiera recordado que aquel era solo Johnny Saint Larston, a quien yo consideraba un muchacho no mucho mayor que yo. Con un gesto que lo tomo totalmente por sorpresa, y empleando toda mi fuerza, lo empuje apartandolo de mi. Cayo de espaldas, tropezando con la lampara.
Aquella era mi oportunidad. Eche a correr por el pasillo, apretando en la mano mi mascara, buscando la escalera de caracol por donde habiamos subido.
No logre encontrarla, pero llegue a otra que conducia hacia arriba; y aunque sabia que no debia seguir internandome en la casa cuando lo que queria era salir de ella, no me atrevia a retroceder por miedo a encontrarme con Johnny. Habia una soga adherida a la pared, que servia de pasamano porque los peldanos eran muy empinados; adverti que no utilizarla podia ser peligroso. Esa era una parte de la casa que pocas veces se utilizaba, pero esa noche, presumiblemente por si acaso algun invitado se extraviaba y se encontraba en aquel sector, se habian colocado faroles a intervalos. La luz era mortecina y apenas bastaba para mostrar el camino.
Descubri mas alcobas como aquella donde me habia llevado Johnny. Me detuve a escuchar, preguntandome si seria juicioso desandar mis pasos. Mi corazon parecia volar; no podia contenerme de mirar furtivamente a mi alrededor. Estaba preparada para ver, en cualquier momento, las espectrales figuras de las monjas viniendo hacia mi. Ese era el efecto que tenia sobre mi el estar sola en aquella parte de la casa, la mas antigua. El alborozo del baile parecia estar muy lejos… no solo en la distancia, sino en el tiempo.
Tenia que alejarme de alli con rapidez.
Cautelosamente procure desandar mis pasos, pero cuando llegue a un corredor, sabiendo que no habia pasado antes por el, comence a sentirme frenetica. Pensaba: ?y si jamas volvian a encontrarme? ?Y si me quedaba encerrada para siempre en esa parte de la casa? Seria como estar emparedada. Vendrian en busca de los faroles… pero ?para que? Se apagarian gradualmente, uno por uno, y a nadie se le ocurriria volver a encenderlos hasta que hubiese otro baile de recepcion en el Abbas.
Sentia panico. Mas probable era que fuese descubierta vagando por la casa, y reconocida. Sospecharian de mi y me acusarian de tratar de robar. Siempre sospechaban de personas como yo.
Trate de pensar con calma en lo que sabia sobre la casa. El antiguo sector era la parte desde donde se veia el jardin tapiado. Alli era donde debia de estar yo… quiza cerca del sitio donde se habian descubierto los huesos de la monja. El pensarlo me hizo estremecer. Los pasadizos eran tan oscuros, y nada cubria el piso del corredor, que era de fria piedra, igual que la escalera de caracol. Me pregunte si seria cierto que cuando algo violento le pasaba a alguien, su espiritu se aparecia en el escenario de sus ultimas horas en la tierra. Pense en esa monja, traida por aquellos corredores desde una de esas alcobas que tal vez hubiese sido su celda. ?Que terrible desesperacion habra habido en su alma! ?Que aterrada habra estado!
Cobre valor. Comparada con la de ella, mi situacion era comica. Me dije que yo no tenia miedo. De ser necesario, diria exactamente como habia llegado a esa situacion. Entonces Lady Saint Larston estaria mas fastidiada con Johnny que conmigo.
Al final del corredor de piedra halle una pesada puerta que abri con cautela. Fue como penetrar en otro mundo. El corredor estaba alfombrado, y en la pared colgaban lamparas a intervalos frecuentes; pude oir, aunque amortiguado, el sonido de musica que antes habia perdido.
Me senti aliviada. Ahora debia encaminarme a los vestuarios. Alli habria alfileres. Creia inclusive haber visto