en la feria, llevandome a casa. El me escuchaba con atencion.

—Me alegro de que haya ocurrido —dijo luego—. Es bueno para ti y para ella.

Resplandeci de placer. Que distinto era de Johnny Saint Larston.

—?Y tu hermano? —pregunto el—. ?Como le va con el veterinario?

—?Lo sabias ya?

Rio al contestar:

—Me interesan bastante sus progresos, ya que fui yo quien mencione a Pollent que buen ayudante seria para el.

—?Tu… hablaste con Pollent?

—Asi es. Le hice prometer que daria una oportunidad al muchacho.

—Entiendo. Supongo que deberia agradecerte.

—No lo hagas si prefieres no hacerlo.

—Pero mi abuelita esta tan complacida. A Joe le va bien. El veterinario esta satisfecho con el y… —oi el tono de orgullo en mi voz— el esta satisfecho con el veterinario.

—Buenas noticias. Pense que un muchacho que arriesgaba tanto por salvar a un pajaro debia de tener algun don especial. Asi que… todo va bien.

—Si —repeti—, todo va bien.

—Permiteme decir que creo que has crecido tal como pense que crecerias.

—?Y como es eso?

—Te has convertido en una senorita sumamente fascinadora.

Cuantas emociones experimente aquella noche, pues bailando con Kim conoci la felicidad absoluta. Desee que pudiera continuar eternamente… Pero los bailes concluyen rapido cuando se tiene la pareja elegida por una, y demasiado pronto, los relojes que se habia llevado al salon para dar la medianoche se pusieron a sonar al mismo tiempo. La musica ceso; era tiempo de quitarnos las mascaras.

Johnny Saint Larston, que paso cerca de nosotros, me sonrio diciendo:

—Aunque no es una sorpresa, igual es un placer.

Y su burlona sonrisa era intencionada.

Kim me llevo afuera, para que nadie mas supiese que la senorita Carlyon era, en realidad, la pobretona Kerensa Carlee.

Mientras Belter nos conducia de vuelta al rectorado, ni Mellyora ni yo hablamos gran cosa. Ambas seguiamos oyendo la musica, atrapadas en el ritmo de la danza. Era una noche que jamas olvidariamos; mas tarde hablariamos de ella, pero entonces aun estabamos confusas y embelesadas.

En silencio fuimos a nuestras habitaciones. Aunque estaba fisicamente cansada, no tenia ganas de dormir. Mientras me dejara puesta mi roja tunica de terciopelo, todavia era una senorita que iba a los bailes; pero cuando me la quitara, la vida se tornaria menos regocijante. A decir verdad, la senorita Carlyon se convertiria en Kerensa Carlee.

Pero evidentemente no podia quedarme de pie frente al espejo, contemplando sonadoramente mi reflejo toda la noche. Por eso, a la luz de dos velas, me quite de mala gana la peineta del cabello, me lo deje caer sobre los hombros, me desvesti y colgue la tunica de terciopelo rojo.

—Te has convertido en una senorita sumamente fascinadora —dije.

Luego pense en lo interesante que iba a ser mi vida, pues era cierto que la vida nos pertenece para hacer de ella lo que deseamos.

Dormir fue dificil. No cesaba de pensar en mi misma bailando con Kim, defendiendome de Johnny, ocultandome en el armario, y ese momento de espanto en que habia abierto la puerta del cuarto de Sir Justin y lo habia visto.

No fue sorprendente, pues, que cuando por fin me dormi tuviese una pesadilla. Sone que Johnny me habia emparedado y que yo me estaba asfixiando, mientras Mellyora trataba de quitar los ladrillos con las manos desnudas, y yo sabia que no podria salvarme a tiempo.

Al despertar gritando, encontre a Mellyora de pie junto a mi lecho. Tenia el dorado cabello alrededor de los hombros, y no se habia puesto un peinador sobre su camison.

—Despierta, Kerensa —me dijo—. Tienes una pesadilla.

Me sente en la cama y clave la mirada en sus manos.

—?Que te ocurria? —insistio ella.

—Sone que estaba emparedada y que tu tratabas de salvarme. Me estaba asfixiando.

—No me extrana nada; estabas sepultada bajo las ropas, y recuerda cuanto bebiste ademas.

Se sento en mi cama, riendose de mi; pero yo aun sentia los efectos de mi pesadilla.

—?Que noche! —exclamo ella, sonadora, sujetandose las rodillas con las manos.

Al disiparse la sensacion de pesadilla, recorde lo que habia oido desde el armario. Era el baile de Mellyora con Justin lo que habia provocado los celos de Judith.

—Bailaste con Justin, ?verdad? —inquiri.

—Por supuesto.

—A su esposa no le gusto que el bailara contigo.

—?Como lo sabes?

Le conte lo que me habia ocurrido. Se le dilataron los ojos, se incorporo de un salto, me tomo por los hombros y sacudiendome, dijo:

—Kerensa, ?debi de haber imaginado que te sucederia algo! Cuentame cada palabra que oiste cuando estabas en el armario.

—Ya lo hice… hasta donde puedo recordar. Estaba horriblemente asustada.

—Me lo imagino. ?Como se te ocurrio tal cosa?

—No lo se. Pense simplemente que era lo unico que podia hacer en ese momento. ?Tenia razon ella, Mellyora?

—?Razon?

—De estar celosa. Mellyora rio al responder:

—Esta casada con el —y yo no supe con certeza si su ligereza ocultaba cierta amargura.

Guardamos silencio por un rato, cada cual absorta en sus propios pensamientos. Fui yo quien lo rompio diciendo:

—Creo que siempre te agrado Justin.

Era un momento de confidencias e indiscreciones. La magia del baile nos acompanaba todavia, y nuestra intimidad era mayor esa noche que en ninguna otra ocasion anterior.

—Es distinto de Johnny —dijo ella.

—Por el bien de su esposa, ojala lo sea.

—Cerca de Johnny, nadie estaria a salvo. Justin no parece fijarse en los demas.

—?Te refieres a griegas de largo cabello dorado?

—Me refiero a todos. Parece distante…

—Tal vez deberia haber sido monje, en vez de casarse.

—?Que cosas dices! —exclamo Mellyora.

Y entonces se puso a hablar de Justin: la primera vez que ella y su padre habian sido invitados a tomar el te con los Saint Larston; como ella se habia puesto para esa ocasion un vestido de muselina con puntillas; cuan amable habia sido Justin. Adverti que sentia hacia el una especie de adoracion pueril, y tuve la esperanza de que no hubiera mas que eso, pues no queria que sufriera.

—De paso, Kim me dijo que se marchara —agrego ella.

—?Ah, si?

—A Australia, segun creo.

—?Enseguida? —pregunte con voz que sono turbada, pese a mis intentos de controlarla.

—Por mucho tiempo. Partira en barco con su padre, pero dijo que quiza se quede un tiempo en Australia porque tiene alla un tio.

El embrujo de la fiesta parecia haberse desvanecido. Mellyora pregunto:

—?Estas cansada?

—Bueno, debe de ser ya muy tarde.

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату