De inmediato fui a ver a la abuelita Be y le conte lo sucedido.
—Bueno, siempre quisiste vivir en esa casa —comento.
—?Como criada!
—Solo hay un modo de que pueda ser de otra forma —agrego ella.
—?Cual?
—Casandote con Johnny Saint Larston.
—Yo jamas…
Apoyo la mano en mi cabeza, pues me hallaba sentada en una banqueta, junto a su sillon.
—Eres atractiva, hija mia.
—La gente como el no quiere casarse con gente como yo… por mas atractivas que seamos.
—Como regla no, es cierto. Pero tampoco es la regla que tu hayas sido algo asi como adoptada y educada, ?verdad?
Sacudi la cabeza negativamente.
—Bueno, ?acaso ese no es un signo? No esperas que te sucedan las cosas que suceden a la gente comun, ?verdad?
—No, pero no me gusta Johnny. Ademas, el nunca se casaria conmigo, abuelita. Hay algo en el que me dice que jamas lo haria. Es diferente conmigo que con Mellyora, aunque ahora tal vez no lo sea. Me desea, ya lo se, pero no se interesa por mi en lo mas minimo.
Abuelita movio la cabeza, asintiendo.
—Por ahora es asi —repuso—. Las cosas cambian. Ten cuidado cuando estes en esa casa, preciosa. Ten especial cuidado de Johnny. —Suspiro—. Tenia la esperanza de que te casaras con un parroco o con un medico, por ejemplo. Eso es lo que habria querido ver.
—Si todo hubiese resultado tal como pensabamos, abuelita, no se si me habria casado con David Killigrew.
—Lo se —repuso mientras me acariciaba el cabello—. Tienes la mirada puesta en esa casa… Ella te hizo algo, Kerensa. Te ha embrujado.
—Oh, abuelita, ojala que el parroco no hubiese muerto.
—Llega un momento en que todos debemos morir. No era joven y le habia llegado la hora.
—Tambien esta Sir Justin. —Me estremeci al recordar lo que habia visto al abrir una puerta que no correspondia—. Sir Justin y el reverendo Charles. Son dos, abuelita.
—Es natural. Has visto las hojas de los arboles cuando llega el otono. Se marchitan, caen y se secan. Caen una por una. Es que han llegado al otono. Pues algunos de nosotros llegamos a nuestro otono; entonces uno tras otro caemos rapidamente de los arboles.
Me volvi hacia ella, horrorizada.
—Tu no, abuelita. Tu no debes morir.
—Aqui estoy —rio ella—. Mi turno no parece haber llegado todavia, ?verdad?
En esos momentos tuve miedo… miedo de lo que el futuro guardaba para mi en el Abbas, miedo de un mundo donde no estaria la abuelita Be.
CAPITULO 03
De pie junto a la ventana de mi cuarto me decia: 'Estas aqui. ?Vives aqui!', y pese a las circunstancias, me sentia alborozada.
La habitacion era pequena, y cercana a las que ocupaban Justin y Judith Saint Larston. En lo alto de la pared habia una campana, y cuando sonaba, era mi obligacion acudir junto a mi ama. Los accesorios eran pocos, como para una doncella de servicio; habia una camita, un aparador, una comoda, dos sillas y una mesa de tocador con un espejo de vaiven encima. Eso era todo. Pero habia tapetes en el suelo, y las mismas cortinas de grueso terciopelo que colgaban en los aposentos ricamente amueblados. Desde la ventana divisaba, por sobre los jardines, el seto vivo que los separaba del prado; llegaba a ver las Seis Virgenes y la mina abandonada.
Mi ama no me habia visto aun, y yo me preguntaba si me aprobaria. Ahora que Sir Justin estaba paralizado, Lady Saint Larston tomaba casi todas las decisiones en aquella casa, y como ella habia decidido que yo fuese la doncella de su nuera, pues lo era.
Habiamos tenido una fria recepcion, muy distinta del modo en que se nos habia acogido cuando llegamos con nuestros disfraces. Belter, empleado ahora por los Hemphill, nos llevo en coche.
—Buena suerte —dijo, saludando con la cabeza primero a Mellyora y luego a mi; su expresion sugeria que la ibamos a necesitar.
Nos recibio la senora Rolt, un poco socarronamente, me parecio, como si mas bien le complaciera vernos en esa situacion, especialmente a mi.
—Enviare arriba a una de mis criadas, a ver si su senoria esta lista para recibirlas —dijo.
Luego nos condujo a una de las puertas de atras, subrayando con una sonrisita afectada que habiamos cometido el error de presentarnos en el gran portico de piedra que conducia al salon principal. En el futuro, nos dijo la senora Rolt, no debiamos usar esa puerta.
La senora Rolt nos llevo a la cocina principal, un recinto enorme, con techo abovedado y pisos de piedra; sin embargo en ella hacia calor, gracias a un horno que parecia (y sin duda lo era) lo bastante grande como para asar un buey. Sentadas a la mesa, dos muchachas limpiaban vajilla.
—Sube y dile a su senoria que llegaron la nueva dama de compania y la nueva doncella. Queria verlas en persona.
Una de las muchachas se dirigio hacia la puerta.
—?Tu no, Daisy! —se apresuro a exclamar la senora Rolt—. ?Dios me valga! ?Ir asi a presencia de su senoria! Tu cabello parece como si te hubiesen arrastrado a traves de un seto para atras. Ve tu, Doll.
Note que la nombrada Daisy tenia una cara regordeta, inexpresiva; ojos de grosella, con cabello tieso que le crecia casi desde las cejas, gruesas e hirsutas. Doll era mas menuda, mas agil y, a diferencia de su companera, tenia una expresion vivaz que tal vez fuese taimada. De la cocina paso a un cuarto adyacente; oi correr el agua. Cuando salio llevaba puesto un delantal limpio. La senora Rolt movio la cabeza con aprobacion, y una vez que Doll salio, dedico su atencion a nosotras.
—Su senoria me dijo que tu comeras con nosotras en el salon de los criados —dijo, dirigiendose a mi—. El senor Haggety te indicara tu lugar. —Luego, a Mellyora—: Tengo entendido que usted comera en su propia habitacion, senorita.
Me senti enrojecer; supe que la senora Rolt lo advertia y no le desagradaba. Previ batallas venideras; tuve que contenerme de soltar abruptamente que yo comeria con Mellyora; sabia que esto seria prohibido y yo quedaria doblemente humillada.
Contemple con fijeza el cielo raso abovedado. Esos recintos para cocina, con sus hornos y sus asadores, habian sido utilizados desde los primeros dias; mas tarde descubri que habia bodegas, despensas, almacenes y cuartos de refrigeracion adjuntos. La senora Rolt continuo:
—Todos lamentamos su reciente desgracia, senorita. El senor Haggety decia hace poco que las cosas no seran iguales, con el nuevo reverendo en la parroquia y usted, senorita, aqui en el Abbas.
—Gracias —repuso Mellyora.
—Pues deciamos… el senor Haggety y yo… que ojala se adapte usted bien. Su senoria necesita una acompanante desde que Sir Justin enfermo.
—Tambien yo lo espero —se apresuro a responder Mellyora.
—Por supuesto, usted sabra como se manejan las cosas en una casa grande, senorita.
Me miro y aquella sonrisa asomo a sus labios. Me estaba diciendo que habia una enorme diferencia entre mi situacion y la de Mellyora. Mellyora era la hija del parroco y una dama, por nacimiento y por crianza. Comprendi que la senora Rolt pensaba en mi de pie en la plataforma, en la feria de Trelinket, y que asi me veria siempre.
Volvio Doll anunciando que su senoria nos recibiria enseguida, y la senora Rolt nos indico que la siguieramos. Subimos unos doce escalones de piedra, en lo alto de los cuales habia una puerta de bayeta verde