que conducia a las partes principales de la casa. Atravesamos varios corredores hasta que llegamos al salon principal y subimos la escalinata que yo recordaba desde la noche del baile.
—Esta es la parte donde vive la familia —dijo la senora Rolt, y me dio un codazo—. Por que tienes los ojos tan saltones, queridita. Deduzco que estas pensando en lo grandioso que es todo, ?eh?
—No —replique—. Pensaba en lo lejos que deben de estar las cocinas del comedor. ?No se enfria la comida en el transito?
—?Transito, eh? Que eso no te preocupe, queridita. Nunca comeras en esos comedores —y lanzo un graznido de burla.
En la mirada de Mellyora lei una advertencia y una suplica. Me estaba diciendo: No pierdas la paciencia. Haz la prueba. Es nuestra unica posibilidad de estar juntas.
Crei reconocer algunos de los corredores por donde habia huido, aterrada, la noche del baile. Por fin nos detuvimos ante una puerta, que la senora Rolt golpeo.
Cuando se le ordeno entrar dijo, con una voz muy distinta de la que habia usado para nosotras:
—Senora, vinieron la nueva dama de compania y la nueva doncella.
—Que pasen, senora Rolt.
La senora Rolt hizo un brusco movimiento de cabeza y entramos en la habitacion. Era espaciosa y alta, con enormes ventanas por donde se veian los jardines; en la enorme chimenea ardia un fuego; el cuarto me parecio lujosamente amueblado, pero mi atencion estaba fija en la mujer que estaba sentada muy erguida en un sillon, junto al fuego.
—Acerquense —dijo imperiosamente, y luego—: Esta bien, senora Rolt. Aguarde afuera hasta que se le llame.
Al avanzar nosotras, la senora Rolt se retiro.
—Por favor, senorita Martin, sientese —indico Lady Saint Larston. Mellyora se sento, mientras yo permanecia de pie, ya que no fui invitada a sentarme—. Aunque no discutimos muy extensamente cuales seran sus tareas, eso es algo que usted, por supuesto, descubrira con el paso del tiempo. Confio en que lea usted bien. Mi vista no es tan buena como antes y necesitare que me lea todos los dias. Comenzara sus tareas sin demora. ?Escribe usted con buena letra? Necesitare que se ocupe de mi correspondencia. Estas son cuestiones que por lo comun se habrian resuelto antes de emplearla, pero como hemos sido vecinas pense que en su caso se podia tener mas amplitud de criterio. Se le ha asignado una habitacion comoda. Esta junto a mi dormitorio, para que pueda estar usted cerca si la necesito durante la noche. ?Ya le dijo la senora Rolt donde comera?
—Si, Lady Saint Larston.
—Bueno, parece estar todo resuelto. Se la acompanara a su habitacion y podra usted desempacar. Y esta es Carlee —agrego volviendose hacia mi e inspeccionandome friamente con los impertinentes que colgaban de su cintura.
—Kerensa Carlee —dije, tan orgullosamente como aquel dia, cuando estuve dentro de la pared.
—He oido parte de tu historia. Te tome porque la senorita Martin me rogo que lo hiciera. Confio en que no nos desilusionaras. Creo que la senora de Justin Saint Larston no se encuentra en casa en este momento. Se te indicara tu cuarto, donde deberas esperar a que ella te haga llamar, cosa que sin duda hara cuando regrese, pues sabe que debias llegar hoy. Ahora, dile a la senora Rolt que entre.
Abri la puerta con presteza, al tiempo que la senora Rolt retrocedia apresuradamente habiendo estado, segun conjeture, agachada con el oido pegado al ojo de la cerradura.
—Senora Rolt —ordeno Lady Saint Larston—, acompane a sus habitaciones a la senorita Martin y a Carlee.
—Si, senora.
Cuando saliamos, percibi la mirada de Lady Saint Larston fija en mi y me senti deprimida. Aquello era mas humillante de lo que yo habia imaginado. Mellyora parecia haber perdido todos sus brios. A mi no me pasaria eso. Me sentia desafiante y furiosa.
Me prometi que pronto sabria orientarme por esa casa. Cada pieza y cada corredor me serian familiares. Recordaba la noche en que habia huido de Johnny, y el panico que entonces habia sufrido. Ciertamente no iba a permitir que Johnny me humillara aunque, por el momento, tuviera que someterme a los insultos de su madre.
—La familia tiene todos sus aposentos de este lado de la casa —explicaba la senora Rolt—. Este es el de su senoria, y el suyo al lado, senorita Martin. Mas lejos, por el corredor, es donde el senor Justin y su esposa tienen el suyo. Tu tambien estaras alli —agrego, haciendome una senal con la cabeza.
Y asi fui conducida a mi cuarto… el cuarto de una criada… pero no una criada comun, me recorde. Una doncella. Yo no era igual que Doll o Daisy. Tenia dotes especiales y muy pronto haria que el personal de cocina lo supiera.
Mientras tanto, debia andar despacio. Mire mi imagen en el espejo. No me parecia para nada a mi misma. Tenia puesta una capa negra y una toca negra. El negro nunca me quedaba bien, y la toca de luto ocultaba mi cabello y era realmente horrenda.
Despues me acerque a la ventana y contemple los jardines y las Seis Virgenes.
Fue entonces cuando irle dije: 'Estas aqui. Vives aqui.' Y no pude sino sentirme triunfante, pues era alli donde queria estar. Mi melancolia me abandono. Senti alborozo y entusiasmo. Estaba en la casa como criada, pero eso de por si era un desafio.
Cuando estaba junto a la ventana se abrio la puerta, y supe de inmediato quien era. Era alta y morena — aunque no tan morena como yo—, agraciada, vestia un traje gris de montar y le brillaba la piel, presumiblemente por su reciente ejercicio. Era bella y no parecia desprovista de bondad. Supe que era mi patrona, Judith Saint Larston.
—Tu eres Carlee —dijo—. Me dijeron que habias llegado. Me alegro de que estes aqui. Mi guardarropa es un revoltijo. Tu podras ponerlo en orden.
Aquel modo cortante de hablar me recordo inmediatamente aquellos instantes de panico en el armario.
—Si… senora.
Como estaba de espaldas a la ventana, me encontraba en la sombra; la luz le daba de lleno en la cara; adverti sus inquietos ojos del color del topacio, las fosas nasales mas bien anchas, los labios plenos, sensuales.
—?Ya deshiciste tu maleta?
—No —repuse.
No pensaba llamarla 'senora' mas de lo absolutamente necesario. Ya me estaba felicitando porque consideraba que mi patrona iba a ser mas benevola y mas considerada que la de Mellyora.
—Pues cuando lo hayas hecho, ven a mi cuarto. ?Sabes donde esta? No, por supuesto que no. ?Como podrias? Te lo mostrare.
Siguiendola, sali de mi habitacion y di unos pasos por el corredor.
—Esta puerta comunica con mi dormitorio y el tocador. Cuando estes lista, golpea.
Movi la cabeza, asintiendo y regrese a mi pieza. Me sentia mejor en su compania que en la de la senora Rolt. Me quite la horrenda toca y me senti todavia mejor. Me acicale el cabello, que tenia peinado encima de la cabeza, y el ver esos relucientes rollos negros me tranquilizo. Bajo la capa negra tenia puesto un vestido tambien negro, de
Mellyora. Ansiaba poner un toque de color escarlata o verde esmeralda en el cuello, pero no me atrevia, pues se suponia que estaba de luto. Sin embargo, me prometi que me pondria un cuello blanco lo antes posible.
Tal como se me habia indicado, me dirigi a la habitacion, llame discretamente y se me pidio que entrara. Ella estaba sentada frente a su espejo, contemplando ociosamente su imagen, y no se volvio. Adverti la cama grande, con sus colgaduras de brocado, al pie una larga banqueta tapizada; la suntuosa alfombra y las cortinas, la mesa de tocador ante la cual estaba sentada ella, con su madera tallada y los enormes candelabros a ambos lados del espejo, sostenido por cupidos dorados. Y por supuesto, aquel armario que tan bien recordaba yo.
Habia visto mi imagen en el espejo y se volvio para mirarme con fijeza, posando los ojos en mi cabello. Sabia que al quitarme la toca me habia trasformado, y que por esa causa ella no estaba tan complacida conmigo como antes.