—?Quieres decir que ella tiene celos de mi y de Justin! —Tiene celos de cualquier mujer atractiva que entra en la vision de el.

Mire a Mellyora. No podia ocultarme la verdad. Estaba enamorada de Justin Saint Larston; siempre lo habia estado.

Me senti muy inquieta.

* * *

Ya no habia cestas con comida para llevar a abuelita.

Bien podia imaginarme a la senora Rolt o a la senora Salt elevando sus voces escandalizadas si yo hubiese sugerido hacerlo. Pero todavia encontraba tiempo para visitarla de vez en cuando; y fue en una de esas ocasiones cuando me pregunto si, en el camino de regreso al Abbas, entregaria unas hierbas a Hetty Pengaster. Hetty las estaba esperando, y como yo sabia que era una de las mejores dientas de abuelita, accedi a ir.

Fue asi como, una tarde calurosa, me encontre yendo desde la cabana de abuelita hacia Larnston Barton, la finca de los Pengaster.

Viendo a Tom Pengaster que trabajaba en el campo, me pregunte si seria cierto— que estaba cortejando a Doll, como esta habia sugerido a Daisy. Seria un buen matrimonio para Doll. La Barton era una finca prospera, y algun dia la heredaria Tom, no su hermano Reuben, que estaba 'enredado por los duendes' y hacia tareas varias.

Pase bajo los altos arboles donde anidaban las cornejas. Cada mayo, la matanza de cornejas en Larnston Barton era una verdadera ceremonia; y los pasteles de corneja, preparados por la senora Pengallon, que era cocinera en la finca Barton, eran considerados como un manjar. Siempre se enviaba al Abbas un pastel, que era benevolamente aceptado. La senora Salt lo habia mencionado hacia poco: como ella lo habia servido con crema cuajada, y como la senora Rolt habia comido demasiado y sufrido en consecuencia.

Llegue a los establos —los habia para unos ocho caballos, asi como dos casillas abiertas— y me dirigi a las dependencias exteriores. Pude ver el palomar y oir el monotono arrullo de estos pajaros, que parecian repetir siempre una misma frase.

Cuando pasaba frente al montadero, vi a Reuben Pengaster que se acercaba bordeando el palomar y sosteniendo un ave en las manos. Reuben andaba de un modo extrano, al medio galope. Siempre habia habido algo extrano en Reuben. En Cornualles dicen que en una carnada suele haber un winnick, lo cual significa uno que no alcanza el nivel de los demas; y Reuben era el winnick de los Pengaster. Siempre me repugnaron los subnormales, y aunque era pleno dia, con el sol brillando luminoso, no pude contener un ligero estremecimiento mientras Reuben venia hacia mi con ese andar peculiar suyo. Tenia la cara lisa, como la de una persona muy joven; sus ojos eran azules como la porcelana, y su cabello muy rubio; era la posicion de su mandibula y el modo en que se separaban sus flojos labios lo que lo delataba como 'enredado por los duendes'.

—Hola, que tal —me grito—. ?Adonde vas, pues?

Al hablar acariciaba la cabeza del ave, y me di cuenta de que percibia su presencia mucho mas que la mia.

—Traje algunas hierbas para Hetty —le dije.

—?Hierbas para Hetty! —rio el; tenia una risa aguda, inocente—. ?Para que las quiere ella? Para ponerse linda. —Su expresion se torno belicosa—. A mi me parece que nuestra Hetty es bastante linda sin ellas.

Por un segundo avanzo la mandibula, como si estuviese listo para atacarme por sugerir que no era asi.

—Es cosa de Hetty decir si quiere las hierbas —repuse bruscamente.

Aquella risa inocente volvio a resonar.

—Me parece que si —replico—. Aunque Saul Cundy la considera bella como pocas.

—Sin duda.

—Podria decirse que esta comprometida —agrego casi timidamente. Era inconfundible su amor hacia su hermana y su orgullo por ella.

—Ojala que sean felices.

—Seran felices. Saul es un hombre muy bueno. El capitan Saul… los mineros tienen que fijarse como se portan, eh… con Saul. Si Saul les dice 'vayan', ellos van, y si Saul les dice 'vengan' ellos vienen. Me parece que el senor

Fedder no es mas importante que el capitan Saul Cundy.

No quise discutir esa cuestion, ya que estaba ansiosa por entregar esas hierbas e irme.

—?Donde esta Hetty ahora? —pregunte.

—Me parece que debe de estar en la cocina con la anciana madre Pengallon.

Vacile, pensando si darle el envoltorio y pedirle que se lo llevase a Hetty, pero decidi lo contrario.

—Ire a buscarla —dije.

—Te llevare hasta ella —prometio y echo a andar a mi lado—. Cucu, cucu, cucu —murmuro a la paloma. Momentaneamente recorde a Joe cuando, tendido en el talfat, curaba la pata de un palomo. Note lo grandes que eran sus manos y la suavidad con que sostenian al pajaro.

Me condujo detras del cortijo y dirigio mi vista hacia la teja que, en el caballete del tejado, servia de adorno. Habia una escalera apoyada en la pared; Reuben estaba efectuando una tarea en el cortijo.

—Algunas de esas tejas estan sueltas —dijo confirmando esto—. Eso no conviene. ?Y si alguna de la Gente Pequena viniese y las pisara a medianoche?

De nuevo aquella aguda risa que estaba empezando a irritarme. Tanto que desee que Reuben se marchase.

Sabia que el se referia a lo que llamabamos el pisky-pow, esa baldosa del techo donde se suponia que los 'pis-kies', o duendes, venian a bailar despues de la medianoche. Se decia que, si se hallaba en mal estado de conservacion, esto enfurecia a los duendes, cuya ira podia traer mala suerte a una casa. Era natural, supongo, que alguien a quien se consideraba 'enredado por los duendes' creyese en tales leyendas.

—Ahora esta bien, yo me ocupo de eso —continuo, Reuben—. Luego pense que podia echar una ojeada a mis pajaritos.

A traves de un lavadero con piso de piedra me condujo a un pasillo embaldosado, donde abrio de un tiron una puerta para mostrarme una inmensa cocina con dos grandes ventanas, una chimenea abierta ademas del horno, losas rojas y la enorme mesa del refectorio; de las vigas de roble colgaban un jamon, trozos de tocino y manojos de hierbas.

Sentada a esta mesa, pelando patatas, se encontraba la senora Pengallon, que habia sido cocinera y ama de llaves de la casa desde la muerte de la senora Pengaster; una mujer voluminosa, de aspecto consolador, que en ese momento parecia inusitadamente melancolica. Hetty estaba en la cocina, planchando una blusa.

—Vaya —dijo Hetty al entrar nosotros—, Dios me bendiga si no es Kerensa Carlee. Valgame, nos sentimos honrados. Entra. Es decir, si no eres demasiado ilustre para gente como nosotros.

—Dejate de bromas —dijo la senora Pengallon—. No es mas que Kerensa Carlee. Entra, querida mia, y dime si has visto por alli a mi Tabs.

—?Entonces perdio usted a su gato, senora Pengallon? —pregunte sin hacer caso a Hetty.

—Hace ya dos dias, querida mia. No es propio de el… Antes ha estado ausente todo el dia, pero siempre volvio a casa a la hora de cenar… siempre ronroneando para pedir su platillo de leche.

—Lo siento, no lo he visto.

—Estoy muy preocupada, pensando en lo que puede haberle pasado. No puedo evitar el pensar que ha caido en alguna trampa. Seria terrible que hubiera ocurrido eso, querida mia, y no puedo quitarmelo de la mente. Estuve pensando en ir a ver a tu abuela, tal vez ella podria decirme algo. Hizo verdaderas maravillas por la senora Toms. Respira mucho mejor, y no hizo mas que lo que dijo tu abuela… tomo telaranas, las hizo una pelota y se las trago. A mi me parece magia y tu abuela es una mujer maravillosa.

—Si, es una mujer maravillosa —asenti.

—Y cuando la veas, dile que no volvio a molestarme aquel orzuelo en el ojo desde que me lo frote con la cola de Tabs, como ella me dijo. ?Oh, mi pobrecito Tabs! No se donde puede estar, y no tendre descanso hasta encontrarlo.

—Tal vez lo esten alimentando en otra parte, senora Pengallon —sugeri.

—No lo creo, querida mia. El conoce su propio hogar. Nunca se quedaria tanto tiempo ausente. Es muy apegado a su hogar, mi Tabs. ?Oh, valgame Dios, ojala volviese a mi!

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