entender. Si pudiera, eso lo mataria.' Me dije entonces que los pesares llegan tanto a la gente acomodada como a las personas de nuestra categoria, y es la verdad. —Hizo una pausa; llevandose a los labios su jarro de cerveza, bebio; chasqueo los labios y nos miro triunfante—. El senor Johnny vuelve a casa. Lo enviaron de vuelta. Ya no lo quieren alla, desde que se deshonro con esa mujer.
Clave la mirada en mi plata; no queria que ninguno de ellos advirtiera el efecto que esas palabras habian tenido en mi.
* * *
La presencia de Johnny cambio la casa. Yo sabia que estaba decidido a ser mi amante, y la circunstancia de encontrarme ahora instalada en la casa como criada le regocijaba y complacia.
El primer dia de su regreso fue a buscarme. Yo estaba leyendo, sentada en mi cuarto, cuando entro. Me incorpore enfurecida, pues el no habia pedido permiso para entrar.
—Me alegro de verte, hermosa doncella —dijo con una ironica reverencia.
—?Quiere llamar, por favor, si me necesita?
—?Es la costumbre? —Es lo que yo espero.
—Siempre esperaras mas de lo que recibas, senorita… Carlyon.
—Me llamo Kerensa Carlee.
—Jamas lo olvidare, aunque en una ocasion adoptaste Carlyon. Te has vuelto muy bella, querida mia.
—?Que queria usted de mi?
—Todo —replico el con burlona sonrisa—. Precisamente todo.
—Soy doncella de su cunada.
—Se todo a ese respecto. Por eso vine desde Oxford… Me llego la noticia, ?comprendes?
—Tengo la idea de que volvio usted por una razon muy distinta.
—?Por supuesto que la tienes! Las criadas escuchan a las puertas. Y juraria que hubo cierta consternacion cuando llego la noticia.
—No escucho a las puertas. Pero conociendolo, y sabiendo por que suele enviarse de vuelta a los hombres jovenes…
—Que bien informada te has vuelto. Recuerdo que antes… pero ?por que rememorar cosas viejas? El futuro promete ser mucho mas interesante… Espero con ansia nuestro futuro, Kerensa.
—No veo como el suyo y el mio puedan tener nada en comun.
—?No lo ves? Entonces si que necesitas ser educada.
—Estoy satisfecha con mi educacion.
—Nunca estes satisfecha, mi querida Kerensa. Es imprudente. Empecemos sin demora esa educacion tuya. Asi…
Quiso apoderarse de mi, pero lo contuve airadamente. Se encogio de hombros.
—?Tiene que haber galanteo? ?Oh, Kerensa, que perdida de tiempo! ?No crees que ya hemos desperdiciado demasiado?
—Trabajo aqui… desgraciadamente —repuse con ira—. Pero no significa que sea servidora suya. Entiendalo… por favor.
—Vamos, Kerensa, ?acaso no sabes que solo quiero complacerte?
—Eso es facil, pues. Si se mantiene apartado de mi camino, de buena gana me mantendre apartada del suyo… y eso me dara un gran placer.
—?Que palabras! ?Que infulas y que donaires! No lo habria creido de ti, Kerensa. ?Entonces no recibire ni un beso siquiera? Bueno, ahora estare aqui… y tu tambien. Bajo el mismo techo. ?No es acaso una idea deliciosa?
Dicho esto se marcho, pero en sus ojos habia una expresion siniestra. Me alarme, pues mi puerta no tenia cerrojo.
La noche siguiente, despues de cenar, Justin, Johnny y Lady Saint Larston se retiraron al gabinete de su senoria, donde hubo una larga y seria conversacion. Haggety, que les habia servido vino alli, nos conto en la cocina que el senor Johnny era reprendido, y que se discutia seriamente su futuro. Al parecer, todos estaban preocupados, menos Johnny.
Yo estaba guardando las ropas de Judith cuando esta subio. Le cepille el cabello, tal como me ordeno. Eso la apaciguaba. Decia que yo tenia magia en los dedos. Yo habia descubierto que tenia un don para peinar. Era mi mayor logro como doncella de compania. Probaba distintos estilos en su cabello, y a veces los copiaba con el mio. Esto encantaba a Judith, y como era generosa por naturaleza, con frecuencia me daba algun pequeno obsequio y procuraba complacerme, cuando lo recordaba; pero principalmente sus pensamientos se referian a su marido.
Prepararla para acostarse era un ritual, y esta noche habia en ella un aire de satisfaccion.
—Estaras enterada del problema con el senor Johnny, Kerensa —dijo.
—Si, senora, lo he oido.
—Es lamentable —continuo encogiendose de hombros—. Inevitable, empero. No se parece a… su hermano.
—No, senora. Dos hermanos no podrian ser mas distintos.
Sonrio, mas tranquila de lo que yo la habia visto antes. Le trence la cabellera y se la ate alrededor de la cabeza. Se la veia hermosa en su ondeante bata de casa.
—Esta usted muy bella esta noche, senora —le dije, porque sentia la necesidad de consolarla… quiza a causa de lo que habia oido en la cocina.
—Gracias, Kerensa —replico ella.
Poco despues de eso me dejo ir, diciendo que esa noche no me necesitaria mas.
Me dirigi al cuarto de Mellyora y la encontre sentada junto a la ventana, contemplando el jardin iluminado por la luna. Sobre una mesa cercana estaba su bandeja, simbolo de su solitaria vida.
—Asi que por una vez estas libre —dije.
—No por mucho —comento haciendo una mueca—. Dentro de unos minutos debo ir a sentarme junto a Sir Justin.
—Te hacen trabajar demasiado.
—Oh, no me molesta.
Se la veia radiante. El aspecto, pense, de una mujer enamorada. 'Oh, Mellyora', pense, 'temo que serias muy vulnerable.'
—Pobre Sir Justin —continuo ella—. Es terrible verlo como esta y pensar en lo que era. Recuerdo a papa…
—Es injusto que te hagan cuidarlo a el tambien —dije. —Podria ser peor.
'Si', pense. 'Podrias tener que trabajar como una esclava en una casa donde no estuviera Justin. A eso te refieres, ?verdad?'
Despues me pregunte que le habia ocurrido a mi relacion con Mellyora. Antes le habria dicho las cosas que estaba pensando en ese momento.
No era que nosotras hubiesemos cambiado. Era simplemente que aquella peligrosa situacion era un asunto tan delicado, tan importante para Mellyora que no desearia discutirlo ni recibir consejos, ni siquiera de mi.
—Y ahora —agregue, cambiando de tema—, Johnny ha vuelto.
—?Oh… Johnny! No es totalmente inesperado. Johnny siempre sera Johnny.
Lo dijo en tono casi complaciente, sugiriendo cuan diferente era Justin. Entonces pense en. Judith, que habia dicho casi lo mismo. Dos mujeres… ambas enamoradas del mismo hombre… profunda y apasionadamente, pues aunque Mellyora era serena y Judith estaba muy lejos de serlo, ambas eran victimas de una honda emocion.
—Ojala que el no hubiese vuelto —dije.
—?Le tienes miedo?
—No exactamente miedo, pero el puede ser una molestia. Oh, no temas. Sabre como manejarlo.
—De eso estoy segura.
Se volvio para mirar por la ventana y yo supe que no pensaba en Johnny y yo, porque todos sus pensamientos eran para Justin, y asi seria en el futuro. Estaba tan obsesionada por su amor como Judith;