afortunadamente para Mellyora, su caracter era mas equilibrado.
Algun vinculo se habia cortado entre nosotras, ya que al profundizarse su emocion hacia otra persona, quedaba menos tiempo en su vida para otras.
Le pregunte entonces si habia tenido alguna noticia de Kim; ella se sobresalto y por algunos segundos parecio que le costaba recordarle.
—Kim… oh, no. El no quiso escribir. Siempre decia que no escribia cartas, pero que algun dia iba a volver.
—?Crees que lo hara?
—Por supuesto. Siempre estuvo seguro de ello. Fue una especie de promesa, y Kim siempre cumple sus promesas.
Experimente gran satisfaccion. Me lo imagine regresando a Saint Larston, entrando un dia en el Abbas. Podia imaginarme su voz: 'Vaya, Kerensa, te has convertido en una senorita fascinadora.' Y cuando viese a Mellyora, obsesionada por Justin, se haria mas amigo mio que de ella. Yo estaba segura de que era posible hacer de la vida lo que una quisiera, pero ?tambien se podria traer de vuelta a la gente que una queria traer? Debia preguntarlo a abuelita.
Mellyora dijo que era hora de que volviese junto a Sir Justin; me despedi de ella y volvi a mi cuarto. Me quede un rato junto a la ventana, pensando en Kim y en la noche del baile. Luego fui al espejo y encendi alli las velas. ?Habia cambiado mucho yo desde esa noche? Me habia vuelto mayor, mas juiciosa, mas cabal. Habia leido mucho. Me estaba haciendo digna… ?de Kim? No; de la persona que me proponia ser.
Me quite los alfileres del cabello y lo sacudi en torno a mis hombros.
Denso, exuberante, era mas bello que el de Judith. Diestramente comence a enroscarlo en lo alto de mi cabeza. ?Donde estaba mi peineta espanola? ?Donde estaba mi mantilla? Los ajuste y me quede arrobada con mi propia imagen. ?Narciso!, me burle. Enamorada de ti misma.
Me acerque a la ventana. Alla afuera estaba el circulo de piedras que nunca parecia estar lejos de mis pensamientos. Siempre me habia prometido hacerle una visita a la luz de la luna. ?Por que no? Estaba libre. Creia que Johnny se hallaba encerrado hablando con su hermano, y no habia peligro de que anduviese por alli. Ese era el momento.
Pronto llegue alli. Que interesantes parecian a la luz de la luna. ?Vivas! ?Las Seis Virgenes! Y yo hacia la septima. ?Realmente habia sucedido como decia la leyenda? ?De veras habian bailado alli? ?Por su altaneria habian sido castigadas y convertidas en piedra, para permanecer en aquel sitio mientras pasaban los siglos? ?Que afortunadas eran! Una muerte repentina era preferible a otra prolongada. Pense en la septima… la que fuera arrastrada al muro hueco; la que fue encerrada a morir, y me colmo una momentanea melancolia.
?Pasos! El son de un silbido grave. Me apoye en una de las piedras, aguardando, mientras algun instinto me decia quien me habia seguido hasta alli.
—?Asi que la septima vino esta noche?
Me senti furiosa conmigo misma por haber ido. Despues de todo, Johnny me habia visto salir de la casa. En ese momento lo odie.
Habia entrado en el circulo de piedras y me sonreia.
—?La senorita Carlyon en persona! —exclamo— La dama espanola.
—?Hay alguna razon para que no deba peinarme como quiero?
—Hay muchas razones para que lo hagas, ya que te sienta muy bien.
—Desearia que no me siga usted.
—?Seguirte? Pero ?por que no voy a visitar a las Virgenes si quiero? No son exclusivamente tuyas, ?o si?
—Ya que vino usted a ver las Virgenes, me ire.
—No hay prisa. Prefiero la septima antes que las otras seis todas juntas. Las mujeres de piedra no son de mi preferencia. Sin embargo, la septima pretende hacerme creer que esta compuesta del mismo inflexible material. Le demostrare que no.
—?Le resulta imposible creer que no deseo sus insinuaciones?
—Totalmente imposible.
—En tal caso es usted mas arrogante de lo que yo imaginaba.
—Te dire algo, mi dama espanola. En ciertas circunstancias no rechazarias mis requerimientos. —No le entiendo.
—Siempre has tenido una altisima opinion de ti misma. Si te dijera: 'Kerensa, ?quieres casarte conmigo?', considerarias muy seriamente mi propuesta y certifico que no tardarias mucho en reconocer sus meritos. Si eres tan arrogante, es simplemente porque crees que te trataria como a cualquier criada de servicio.
Contuve el aliento, porque sus palabras habian conjurado un cuadro de mi misma viviendo en el Abbas, tal como siempre lo habia ansiado. Esto habia parecido imposible, pero si me casaba con Johnny, mi sueno se haria realidad. Sobresaltada me di cuenta de que ese era el unico modo que podria serlo. Pero casi de inmediato supe que Johnny se burlaba de mi.
Con altaneria dije:
—No quiero escuchar ninguna sugerencia que usted haga.
Rio al contestar:
—Solo porque sabes que la que quieres oir es la que yo jamas ofreceria. Kerensa… —agrego, sujetandome por el brazo cuando quise apartarme. Acerco su cara a la mia, y la llamarada de deseo que vi en sus ojos me alarmo. Procure ocultar mi temor golpeandole el brazo, pero el no me solto, sino que mantuvo su rostro junto al mio, sonriendome—. Puedo ser tan decidido como tu —dijo.
—No sabe cuan decidida puedo ser cuando se trata de librarme de usted.
—En tal caso lo veremos, ?verdad? —dijo. Pese a mis esfuerzos, no logre zafarme. Me atrajo hacia el y senti sus dientes contra los mios. Mantuve los mios firmemente cerrados, odiandolo. Lo odie con tal vehemencia que halle cierto placer en mi odio. En ese momento, Johnny Saint Larston desperto en mi una emocion que jamas habia sentido yo antes. De ella no estaba ausente el deseo. Tal vez, pense mas tarde cuando estuve sola y procuraba analizar mis sentimientos, aquel deseo que sentia fuese por una casa, por una categoria en la vida que no fuese aquella en la cual habia nacido, por la realizacion de un sueno. Tan fuerte era mi deseo de esas cosas, que quiza pudiese despertar otra clase de deseo cualquiera que pudiese proporcionarmelas; y las palabras de Johnny sobre matrimonio habian puesto una idea en mi mente.
De una cosa estaba segura; el no podia sospechar ni por un instante que despertaba en mi otra cosa que desprecio y ansia por librarme de el.
Alejandome de el dije:
—Mas vale que tenga cuidado. Si trata de perseguirme me quejare, y teniendo en cuenta su reputacion, pienso que me creeran.
Supe entonces que el habia percibido algun cambio en mis sentimientos, y que esperaba que yo cediera; por eso lo tome descuidado y con un pequeno empujon me zafe, igual que en otra ocasion. Luego me volvi y eche a andar hacia la casa con arrogancia.
Cuando llegue a mi pieza, me mire al espejo.
'?Es posible?', me preguntaba. '?Pensaria Johnny Larston en casarse conmigo? Y si lo hacia, ?aceptaria yo?'
Yo estaba temblando. ?De esperanza? ?De miedo? ?De placer? ?De repugnancia? No sabia con certeza de que.
* * *
La luz de la luna tocaba mi habitacion. Sobresaltada, me sente. Algo acababa de despertarme.
Me encontraba en peligro. Un sentido adicional parecia estar diciendomelo. Quede consternada, pues alguien estaba en mi pieza. Vi el contorno de una figura que, sentada en un sillon, me observaba.
Lance un grito ahogado, ya que la figura se habia movido. Pense: 'Siempre crei que el Abbas estaba hechizado. Ahora lo se.'
Oi una risa grave y entonces supe que mi visitante era Johnny, tal como habria debido suponerlo.
—?Usted! —exclame—. ?Como se atreve!
Sentandose en el borde de mi cama, me miro.