—Quiero hablarte. Necesito hablarte.
—Yo no deseo hablar.
—Tienes que escucharme. Tienes que darme apoyo. —No le entiendo…
Se me acerco, perdida ya toda su fiereza; era como un nino, implorandome, lo cual era extrano en Johnny.
—Me casare contigo —dijo.
—?Que!
—Dije que me casare contigo.
—?Que juego esta jugando?
Tomandome por los hombros, me sacudio.
—Tu lo sabes —dijo—. Tu lo sabes. Es el precio que estoy dispuesto a pagar. Te digo que me casare contigo.
—?Y su familia?
—Hara un gran alboroto. Pero yo digo: al infierno con la familia. Me casare contigo, lo prometo.
—No estoy segura de que yo me casare con usted.
—Por supuesto, lo haras. Era lo que estabas esperando. Hablo en serio, Kerensa… nunca hable mas en serio en toda mi vida. No quiero casarme. Habra problemas. Pero te digo que me casare contigo.
—No es posible.
—Me ire a Plymouth…
—?Cuando?
—Esta noche. No… ya es de manana. Hoy, entonces. Tomare el primer tren. Partire a las cinco. ?Vendras conmigo?
—?Por que esta repentina decision?
—Tu lo sabes. ?Por que fingir?
—Creo que esta loco.
—Siempre te desee, y esta es la manera. ?Vendras conmigo?
—No confio en usted.
—Debemos confiar el uno en el otro. Me casare contigo. Obtendre la licencia especial. Lo juro.
—?Como se que…?
—Mira. Tu sabes lo que ha ocurrido. Estaremos juntos. Una vez hecho, hecho estara. Me casare contigo, Kerensa.
—Necesito tiempo para pensarlo.
—Te dare hasta las cuatro. Preparate. A esa hora partiremos. Empacare algunas cosas. Haz lo mismo tu. Entonces iremos en el coche liviano hasta la estacion… a tiempo para tomar el tren.
—Esto es una locura —dije.
Me atrajo hacia si, y no pude comprender su abrazo, en el que habia deseo, pasion y tal vez odio. —Asi lo quieres tu. Asi lo quiero yo. Luego partio.
Me sente junto a la ventana. Pense en la humillacion sufrida esa misma noche. Pense en la realizacion de mi sueno. Podia tornarse cierto tal como yo lo habia sonado.
No estaba enamorada de Johnny, pero alguna sensualidad en el tocaba algo en mi. Yo estaba destinada a casarme y parir hijos… hijos que serian Saint Larston.
Ya el sueno se estaba volviendo mas ambicioso. Justin y Judith no tenian hijos. Veia a mi hijo: Sir Justin. Yo, ?madre del heredero del Abbas!
Cualquier cosa valia la pena por eso. Casarme con Johnny… cualquier cosa.
Me sente y escribi una carta a Mellyora; agregue otra, pidiendole que la entregase a abuelita.
Estaba decidida.
Por eso parti en el tren de las cinco a Plymouth. Johnny cumplio su palabra, y poco despues me converti en la esposa de Johnny Saint Larston.
CAPITULO 04
Los dias que siguieron a nuestra fuga del Abbas aun me parecen como un sueno; la vida no cobro realidad hasta algunas semanas despues, cuando regrese al Abbas como la senora Saint Larston, necesitada de toda mi fortaleza para combatir por el sitio que me proponia ocupar.
El dia de nuestro regreso no tenia miedo; casi no quedaba lugar para otro sentimiento que el de victoria. Era Johnny quien tenia miedo; pronto aprenderia que me habia casado con un ser debil.
Durante aquel viaje de manana temprano a Plymouth, habia hecho mis planes. Estaba decidida a no regresar al Abbas hasta que fuese la senora Saint Larston, y estaba decidida a regresar al Abbas. No tenia por que preocuparme. Johnny no intento eludir su promesa; a decir verdad, parecia ansiar tanto como yo la ceremonia, y hasta estuvo dispuesto a mantener la distancia hasta que esta concluyo; entonces tuvimos algunos dias de luna de miel en un hotel de Plymouth.
La luna de miel con Johnny fue una experiencia que no me agrada particularmente rememorar, ni siquiera ahora. Nuestra sociedad lo era solamente de los sentidos. Yo no tenia verdadero amor por el, ni el por mi. Quiza tuviese una renuente admiracion por mi tenacidad; hubo momentos en que me convenci de que le alegraba mi fortaleza; pero la nuestra era una relacion fisica que, durante esas primeras semanas, fue lo bastante satisfactoria como para que no examinasemos con demasiada atencion la situacion en la que nos habiamos colocado.
Para mi, esta era la culminacion de mi sueno mas acariciado; y de esos suenos habia surgido otro nuevo, mas ambicioso: anhelaba apasionadamente un hijo, ?mi cuerpo entero clamaba por un hijo! Un varon que seria el heredero de Saint Larston… mi hijo, un baronet. Durante esos dias y noches en el hotel de Plymouth, cuando para Johnny y yo no parecia haber sentido en la vida, fuera de nuestra pasion, fui alocada y risuenamente feliz porque intuia un creciente poder en mi interior. Podia hacer realidad mis suenos. Estaba resuelta a concebir sin demora; no podia esperar mas para tener a mi hijo en los brazos—. No hable de esto a Johnny; el, al percibir mi necesidad, que igualaba a la suya por mi, interpreto de modo totalmente erroneo mi pasion; pero esta encendia la suya, y el me repetia con frecuencia el placer que yo le causaba.
—No lamento nada… nada… —exclamaba y reia, recordandome mi indiferencia hacia el—. Eres una bruja, Kerensa —me decia—. Siempre crei que lo eras. Esa abuela tuya lo es y tu eres igual. Estuviste siempre tan loca por mi como yo por ti, aunque me tratabas como si me aborrecieses. ?Que me dices ahora de ese clerigo, eh?
—No estes demasiado seguro de ti mismo, Johnny —le adverti.
Y el se reia de mi, me hacia el amor, y yo nunca me resistia, diciendome: 'Tal vez mi hijo sea concebido ahora.'
Johnny podia abandonarse al momento sin pensar en el futuro; mas tarde comprendi que esa caracteristica era la fuente de todos sus problemas. Durante aquellas semanas en Plymouth fuimos la pareja de recien casados que gozaban de su mutua posesion; el ni siquiera penso en nuestro regreso hasta que partimos rumbo al Abbas.
Johnny habia escrito a su hermano anunciandole que volviamos y pidiendo que se enviara a Polore a la estacion para recibirnos.
Jamas olvidare cuando bajamos del tren. Yo llevaba puesto un traje para viajar, de tela verde con cordoncillo negro; mi toca era tambien verde con cintas negras. Johnny me habia comprado esas ropas, y afirmaba que con las prendas adecuadas, que el pensaba proporcionarme, eclipsaria a Judith.
Johnny parecia odiar a su familia, pero tengo entendido que se debia a que en esa epoca les temia. Odiar lo que temia era tipico de Johnny. A veces solia aludir a nuestra relacion de un modo que me desconcertaba. Me decia que yo lo habia obligado a dar ese paso, pero que el no creia que lo fuese a lamentar despues de todo. Nosotros nos comprendiamos. Nos dariamos mutuo apoyo, y ?acaso no habiamos aprendido que nos necesitabamos?
Polore nos recibio en actitud reticente. Despues de todo, ?que se le decia a una mujer que se habia sentado