Esto significaba que yo estaba convirtiendome gradualmente en ama de la casa, una circunstancia que los criados advertian. Solo de tanto en tanto veia yo pasar por sus rostros una expresion que me indicaba que estaban recordando la epoca en que yo habia sido una de ellos.

Judith no se interponia para nada en mi camino. Algunas veces se pasaba dias enteros en su habitacion, sola con su criada… 'esa Fanny que vino de Derrise', como la llamaban los sirvientes.

Abuelita no estaba tan bien como me habria gustado, pero no me preocupaba tanto por ella como en otra epoca. Mi plan era instalarla en una casita propia cerca del Abbas, con una criada que la cuidara. Era un tema que yo no habia suscitado aun, pues sabia que por el momento no seria bien recibido.

Joe estaba comprometido con Essie Pollent, y el senor Pollent lo haria socio suyo el dia de la boda. Me causaba enojo el jubilo de abuelita por esta situacion. Decia: 'Mis dos pequenos han salido adelante en la vida.' Yo no entendia como el progreso de Joe podia compararse con el mio, y aun sentia una importuna irritacion porque el no estudiaba para medico.

Mi deseo de mas hijos no habia sido satisfecho aun, pero abuelita me habia asegurado que era bastante normal que hubiese una distancia de dos o tres anos entre uno y otro, y mejor para mi salud ademas. Yo tenia toda mi vida por delante, de modo que estaba bastante satisfecha. Tenia un hijo perfecto; y con cada mes que pasaba me ponia cada vez mas segura de que Judith jamas daria a luz un hijo. De este modo Carlyon heredaria el titulo y el Abbas, y yo seria algun dia la augusta anciana dama del Abbas.

Tal era la situacion esa manana, cuando me reuni con Mellyora y Carlyon en el rosedal.

Me sente junto a Mellyora y durante unos segundos me dedique a contemplar a mi hijo. Este, que habia percibido de inmediato mi llegada al rosedal, se detuvo a saludarme con ademanes; luego siguio trotando en pos de su aro, lo recogio, lo lanzo a rodar y me miro, para ver si lo observaba. Este era otro de esos momentos que me habria gustado capturar y conservar para siempre; momentos de pura felicidad. Con el paso de los anos, uno aprende que la felicidad —la felicidad pura y total— solo viene por momentos, que se deben advertir y saborear en plenitud, ya que ni siquiera en la vida mas feliz esta presente siempre la alegria completa.

Vi entonces que Mellyora estaba inquieta, y de inmediato el momento paso, pues la felicidad habia quedado tenida de temor.

—?Estas pensando algo? —pregunte.

Quedo pensativa; luego repuso:

—Se trata de Judith, Kerensa.

?Judith! Por supuesto que se trataba de Judith. Judith era la nube que tapaba el sol. Judith se interponia en su senda como un coloso que le impedia cruzar el rio hacia el amor y la dicha. Movi la cabeza afirmativamente.

—Sabes que esta bebiendo demasiado…

—Se que tiene aficion a la botella, pero creo que Justin lo sabe y no le dejara beber en exceso.

—Bebe demasiado a pesar de… Justin.

Hasta su modo de pronunciar ese nombre era una revelacion. La breve pausa; la reverencia silenciosa. 'Oh, Mellyora', pense, 'te delatas de cien maneras distintas.'

—?Si? —dije.

—Ayer pasaba yo frente a su cuarto; la puerta estaba abierta y la oi… me parecio que se quejaba. Entonces entre. Estaba tendida a traves de la cama, en un estupor de ebriedad. Fue terrible, Kerensa. No me reconocio. Yacia alli, con una expresion aturdida en la mirada, quejandose y mascullando. No pude oir lo que decia. Tan preocupada quede que fui en busca de Fanny. La encontre en su cuarto… el cuarto que antes ocupabas tu. Estaba acostada en la cama y no se levanto cuando yo entre. Le dije: 'Creo que Lady Saint Larston la necesita. Parece estar enferma.' Y ella se quedo mirandome con una horrenda expresion burlona. '?De veras, senorita Martin?', me contesto. Yo prosegui: 'La oi gemir y entre a ver. Por favor, vaya y ayudela.' Ella se rio. 'Su senoria esta muy bien, senorita Martin', dijo, y luego: 'No sabia que era en su senoria en quien se interesaba usted.' Fue horrible. Es lamentable que esa mujer haya venido aqui. Me puse tan furiosas, Kerensa…

Mire a Mellyora, recordando como habia luchado por mi cuando me trajo a la parroquia desde Trelinket. Mellyora sabia luchar cuando surgia la necesidad de hacerlo. Cualquier menosprecio a la relacion entre ella y Justin era un menosprecio a Justin. Asi era como lo veria ella. Yo sabia que este amor entre ella y Justin no se habia consumado, que nunca lo seria mientras Judith estuviese viva para interponerse entre ambos. Mellyora continuo:

—Le dije: 'Es usted insolente.' Y ella se quedo alli acostada, riendose de mi.. 'Que infulas se da usted, senorita Martin', dijo» 'Parece su senoria por el modo de conducirse. Pero no lo es… para eso le falta mucho.' Tuve que interrumpirla porque temia que fuese a decir algo espantoso, algo que yo no podria desconocer, por eso me apresure a decirle: 'Alguien esta proporcionando whisky a Lady Saint Larston, y creo que es usted.' Entonces volvio a mofarse, y al hacerlo desvio la mirada hacia el aparador. Me acerque, lo abri y las vi… botellas y mas botellas… algunas llenas, otras vacias. Ella las consigue para Judith cuando… Justin ha procurado impedirle que beba.

—?Que puedes hacer tu al respecto, Mellyora?

—No lo se y me preocupa.

—Esas burlas acerca de ti y de Justin me preocupan mas que el hecho de que Judith beba.

—Somos inocentes y los inocentes nada tienen que temer —respondio ella con orgullo. Como no le conteste se volvio contra mi, vehemente, acusandome—: No me crees.

—Creo siempre en lo que me dices, Mellyora. Pensaba en tus palabras: 'Los inocentes nada tienen que temer.' Me preguntaba hasta que punto son ciertas.

* * *

Al dia siguiente, Johnny fue a Plymouth por asuntos familiares. Era extrano como parecia haberse vuelto respetable desde nuestro casamiento; yo podia creer que en veinte anos habria hecho olvidar su anterior reputacion. La vida era extraordinaria. Justin que se habia casado tal como lo decidieran sus padres, estaba perdiendo su renombre, pues sin duda lo que mas interesaba ahora a los criados era el caso de Justin, Judith y Mellyora. En cambio Johnny, que habia deshonrado a la familia casandose con una criada, estaba demostrando la sabiduria de su eleccion. Era, en verdad, un giro ironico en los acontecimientos.

Me preguntaba si Johnny me era infiel. No me importaba mucho. Mi posicion estaba asegurada. Ya habia recibido de Johnny todo lo que queria.

Cuando volvio, traia consigo al elefante. Estaba hecho de tela gris y tenia ruedas en los pies, lo cual permitia arrastrarlo. Desde entonces vi elefantes mas grandes y mejores, pero en ese momento parecia esplendido. Media unos treinta centimetros de altura; tenia por ojos dos botones de bota, una magnifica trompa, una cola correspondientemente majestuosa y dos blandas orejas. Rodeaba su cuello una fina banda de cuero rojo, a la cual iba unido un cordon tambien rojo.

Johnny entro en el cuarto infantil llamando a Carlyon. Solemnemente nuestro hijo retiro la envoltura de la caja, que parecia tan grande como el; sus manecitas tironearon del papel de seda y alli, revelado en toda su gloria, estaba el elefante.

Carlyon lo miro con fijeza, toco la tela gris, puso los dedos sobre los ojos de boton. Despues me miro, y luego a Johnny.

—Es un elefante, carino —le dije.

—Nelifante. —repitio el maravillado. Johnny lo saco de su caja y puso el cordel en la mano de nuestro hijo, mostrandole como arrastrarlo consigo. En silencio, Carlyon arrastro el juguete por la habitacion; luego se arrodillo y le cino el cuello con los brazos. —Nelifante —dijo extasiado—. Mi Nelifante. Experimente unos celos momentaneos porque Johnny le habia dado algo que a el tanto le gustaba. Siempre queria ser la primera en su carino. Era un rasgo que yo deploraba, pero que no podia evitar.

Carlyon adoraba a su elefante. El juguete permanecia junto a su cama por la noche; lo arrastraba consigo dondequiera que iba. Siguio llamandolo su Nelifante y fue natural que esto se abreviase como Nelly. Le hablaba a Nelly, le cantaba a Nelly; causaba alegria verlo tan embelesado con ese objeto.

Mi unico pesar era que no se lo habia regalado yo.

* * *

Ese verano hubo en el Abbas siniestras corrientes subterraneas. La situacion habia empeorado desde la

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