llegada de Fanny, que no solo proporcionaba bebida a Judith sino que fomentaba sus sospechas. Odiaba a Mellyora y ambas, ella y Judith, trataban de volver intolerable la situacion de Mellyora en el Abbas.
Mellyora no me hablaba de todos los insultos que debio soportar, pero hubo ocasiones en que tan alterada estaba, que no pudo callarselos.
Nunca me habia gustado Justin, porque sabia que yo no le gustaba a el. Estaba convencido de que yo habia embaucado a Johnny para que se casara conmigo, y era demasiado patricio para aceptarme de buen grado en la familia; si bien siempre era friamente cortes, nunca evidencio la menor amigabilidad hacia mi, y me inclinaba a pensar que no aprobaba totalmente la amistad de Mellyora conmigo.
Poca simpatia tenia ya por el; pero amaba a Mellyora y no queria verla humillada. Ademas, ella queria a Carlyon, que le tenia afecto; era una excelente ninera y seria una buena institutriz para el. Creo que lo que yo realmente queria era que las cosas siguieran tal como estaban, conmigo como virtual ama del Abbas; Mellyora en una posicion que me debia y que la ponia en continua necesidad de mi proteccion; Justin, melancolico, enamorado de una mujer que le estaba prohibida, victima el de un matrimonio sin amor; Johnny, mi marido, aun fascinado por mi, dandose cuenta de que en mi habia mucho que el no entendia, admirandome mas que a ninguna otra mujer que el hubiese conocido; yo misma poderosa, duena de las cuerdas que movian a mis marionetas.
Pero Judith y la abominable Fanny planeaban deshacerse de Mellyora.
La gente enamorada es propensa a hacer el avestruz. Hunden la cabeza en tierra y creen que, porque ellos no ven a nadie, nadie los ve. Hasta un hombre de sangre tan fria como Justin podia enamorarse y ser un necio. El y Mellyora decidieron que debian encontrarse en un sitio donde pudieran estar solos; a veces salian a caballo, aunque no juntos, y se encontraban, aunque nunca dos veces en el mismo lugar. Los imaginaba caminando junto a sus caballos, conversando muy formales antes de despedirse para regresar a casa por separado. Pero, por supuesto, se noto que ambos desaparecian las mismas tardes.
Esto era lo unico que ellos se permitian hacer. Yo tenia la certeza de que nunca habian sido amantes en los hechos. Tal vez Mellyora se habria tentado, si su enamorado hubiese tenido un temperamento mas fogoso. La coercion tendria que venir de parte de Justin.
Pero tal situacion, por mas decididos que estuviesen los actores principales a proteger su honor y cumplir su obligacion, era como estar sentados sobre un barril de polvora. En cualquier momento podia haber una explosion; Fanny —y tal vez Judith tambien— estaba decidida a que la hubiese.
Una manana, cuando baje a la cocina para dar las ordenes del dia, oi por casualidad un comentario que me intranquilizo. Fue Haggety quien lo hizo, y la senora Rolt lo celebro con risitas. Fanny los habia visto juntos. Fanny sabia. Las hijas de parrocos eran iguales que cualquier mujerzuela de aldea, si se les ofrecia alguna oportunidad. Fanny averiguaria la verdad, y entonces alguien iba a lamentarlo. Se podia confiar en Fanny, pocas cosas se le escapaban.
Cuando entre en la cocina hubo silencio. Con mi temor por Mellyora se mezclo mi orgullo por el modo en que mi presencia podia hacerlos callar.
No di ningun indicio de que habia oido lo que ellos estaban diciendo; simplemente pase a dar ordenes. Pero cuando baje, estaba pensativa. Si Fanny no se iba pronto, habria problemas, cuyo resultado seria que Mellyora tendria que abandonar el Abbas. ?Que sucederia entonces? ?La dejaria ir Justin? Muchas veces podia forzarse una decision, y cuando lo era, ?como se podia estar seguro del modo en que obraria la gente? Fanny debia irse; pero ?como podia yo despedir a la criada de Judith?
Fui a la habitacion de Judith. Eran las primeras horas de la tarde, y yo sabia que despues del almuerzo ella se retiraba a su cuarto para aturdirse con la bebida.
Golpee levemente la puerta, y cuando no obtuve respuesta, volvi a golpear con mas fuerza. Oi tintinear un vaso y cerrarse la puerta de un aparador. Judith seguia manteniendo la simulacion de que no bebia.
—Oh, eres tu —dijo.
—Vine a charlar contigo un poco…
Al acercarme a ella senti en su aliento el olor a licor, y adverti la expresion vidriosa de sus ojos; tenia el cabello desalinado. Se encogio de hombros y yo puse una silla frente al espejo, diciendole:
—Dejame arreglarte el cabello, Judith. Siempre me gusto hacerlo. Tu cabello es lo que yo llamo 'docil'. Hace lo que una quiere que haga.
Ella se sento, obediente, y mientras le sacaba los broches y el cabello le caia en torno a los hombros, pense en lo vulnerable que se la veia. Le masajee la cabeza como antes; ella cerro los ojos.
—Hay magia en tus dedos —dijo con voz suave, confusa.
—Judith, eres muy desdichada —respondi con suavidad. No contesto, pero vi que entreabria la boca—. Ojala pudiese yo hacer algo.
—Me agrada que me peines.
—Quiero decir, algo para ayudarte a ser mas feliz —rei. Ella sacudio la cabeza continue—: ?Acaso es juicioso beber tanto? Se que Fanny te consigue el whisky. Hace mal. Desde su llegada has empeorado.
—Quiero a Fanny aqui. Es mi amiga —replico ella con una expresion obstinada en los labios.
—?Tu amiga? ?Que te trae alcohol a escondidas cuando Justin esta tan ansioso porque no bebas, cuando quiere ver que mejora tu salud?
Judith abrio los ojos, que por un instante relampaguearon.
—?Lo quiere? Tal vez prefiera verme muerta.
—Que disparate. Quiere que estes bien. Deshazte de Fanny. Se que te perjudica. Ponte bien… y fuerte. Si tu salud fuera mejor, podrias tener un hijo, lo cual daria tanto placer a Justin.
Volviendose, me apreto un brazo. Sus dedos me quemaban la piel.
—No comprendes. Crees comprender, todos lo creen. Creen que es por mi culpa que no tenemos hijos. ?Y si te dijera que es por culpa de Justin?
—?De Justin? ?Quieres decir acaso…?
Me solto y, encogiendose de hombros, se volvio de nuevo hacia el espejo.
—?Que importancia tiene? Cepillame el cabello y nada mas, Kerensa. Eso me sosiega. Luego atamelo, me acostare y dormire un poco.
Tome el peine. ?A que se referia ella? ?Sugeria que Justin era impotente? Experimente una gran excitacion. De ser asi, jamas habria peligro de que alguien desplazase a Carlyon. Los problemas de Justin y Mellyora quedaron olvidados frente a una cuestion tan importante.
Pero ?hasta que punto podia yo confiar en las descabelladas declaraciones de Judith? Pense en Justin… tan calmo y distante; su amor hacia Mellyora que, estaba segura, no se habia consumado. ?Se debia esto a incapacidad, en vez de a moralidad? Tenia que averiguarlo.
Entonces recorde la historia de la familia Derrise; la version del monstruo y la maldicion. Queria saber mas acerca de esa familia.
—Judith… —empece a decir.
Pero ella tenia los ojos cerrados y ya estaba semidormida. Poco podria obtener de ella entonces, y ademas, no sabria con certeza hasta que punto era cierto.
Recorde que, siendo yo doncella de compania de Judith, esta hablaba con frecuencia de su antigua nodriza, Jane Carwillen, que habia trabajado para su familia durante anos, habiendo sido ninera de la madre de Judith. Habia oido decir a Judith que aquella habia dejado ya a la familia, pero que vivia en una cabana situada en la finca Derrise. Decidi que, si iba a Derrise y hablaba con Jane Carwillen, tal vez me enterase de algo importante.
* * *
Al dia siguiente parti a caballo hacia el paramo, dejando a Carlyon con Mellyora.
En el Tormo Derrise me detuve para contemplar la casa… una magnifica mansion hecha con piedra de Cornualles, rodeada por su parque, donde entrevi el reflejo del sol en los estanques de peces. No pude sino compararme con Judith, que habia nacido con todo ese lujo y ahora era una de las mujeres mas infelices del mundo, mientras que yo, nacida en la pobreza en la cabana de un pescador, habia llegado a ser la senora Saint Larston. Me decia que mi caracter se estaba fortaleciendo; y si ademas se estaba endureciendo, pues bien, la dureza era fuerza.
Cabalgando hacia la finca Derrise, halle en el camino a unos jornaleros a quienes pedi que me indicasen la cabana de la senorita Carwillen. No tarde mucho en dar con ella.
Ate mi caballo a una cerca y llame a la puerta. Tras un breve silencio, oi unos lentos pasos; despues una