mujercita abrio la puerta.

Tenia la espalda encorvada y caminaba con ayuda de un baston; tenia la cara tan arrugada como la cascara de una manzana en deposito, y me atisbaba a traves de unas cejas desalinadas que sobresalian.

—Disculpeme por venir —dije—. Soy la senora Saint Larston, del Abbas.

—Lo se —asintio ella—. Es la nieta de Kerensa Be.

—Soy la cunada de Judith —respondi con calma.

—?Que quiere de mi? —pregunto ella.

—Hablarle. Estoy ansiosa por Judith…

—Entre, pues —replico, volviendose un poco mas hospitalaria.

Entre en el cuarto, donde ella me condujo a un taburete de respaldo alto que habia frente a un fuego de turba. La chimenea parecia un hueco en la pared, sin barrotes para contener el fuego. Me recordo a la que habia en la cabana de abuelita.

Me sente junto a la mujer y esta pregunto:

—?Que le ocurre a la senorita Judith?

Decidi que esa mujer era franca, de modo que yo debia aparentar que lo era tambien. Sin rodeos dije:

—Esta bebiendo demasiado.

Esa observacion la conmovio. Vi crisparse sus labios; despues, pensativa, se tiro de un pelo largo y rigido que brotaba de una verruga en su barbilla.

—Vine porque estoy muy ansiosa por ella —agregue— y pense que tal vez usted podria aconsejarme.

—?En que sentido?

—Si ella pudiera tener un hijo —prosegui—, creo que eso la ayudaria, y si no bebiese tanto mejoraria su salud. Hable con ella al respecto. Parecia desalentada, creyendo que para ella no es posible tener un hijo. Usted conocio bien a la familia…

—Es una familia esteril —repuso ella—, siempre hubo este problema. No tienen hijos con facilidad. Algunos llevan esa maldicion.

No me atrevia a mirarla; temia que la astuta anciana viese en mis ojos satisfaccion y comprendiese el motivo.

—Oi decir que hay una maldicion sobre la familia —arriesgue—. Segun me dijeron, hace mucho una Derrise dio a luz un monstruo.

Lanzo un resoplido.

—En todas estas familias antiguas hay relatos descabellados. La maldicion no es ningun monstruo. Es esta esterilidad y… la bebida. La una acompana a la otra. Es como una desesperacion en ellos. Dicen que no tener hijos esta en la familia… y es como si hubiesen resuelto ser infecundas y lo son. Dicen… 'algunos de nosotros no podemos resistir la bebida'… Entonces— no la resisten.

—De modo que esa es la maldicion familiar —comente, y al cabo de una breve pausa—: ?Cree usted improbable que Judith pueda tener un hijo?

—?Quien sabe? Pero hace un tiempo que esta casada y, por cuanto se no hay ninguna senal. Su abuela tuvo dos, si… crio a una y perdio al otro. Era un varon, pero no fuerte. La madre de mi joven senora fue una Derrise» Su marido adopto su apellido al casarse con ella… para mantener viva a la familia, ?me entiende? Parece que se vuelve cada vez mas dificil para ellos. Mi joven senora estaba tan enamorada… Recuerdo lo entusiasmada que estaba cuando llego el. Dijimos 'seguramente un amor asi sera fructifero.' Pero no lo parece.

No, pense, ella no tendra hijos. Su relacion con Justin ya se ha agriado. Sera mi Carlyon quien posea el Abbas.

Me alegre de haber ido a ver a Jane Carwillen. Nadie podia afirmar definitivamente que Judith y Justin no tendrian un hijo; pero yo estaba animada sabiendo que era improbable que lo tuviesen.

—Y eso de beber… —murmuro la anciana, sacudiendo la cabeza—. No le hara ningun bien.

—Ha sido peor desde que llego Fanny Paunton.

—?Fanny Paunton esta con ella?

—Si. Vino como doncella de compania. ?No lo sabia usted?

Sacudio tristemente la cabeza al responder:

—Eso no me gusta. Nunca pude soportar a Fanny Paunton.

—Tampoco yo. Estoy segura de que introduce bebidas alcoholicas en la casa.

—?Por que no vino a verme? Yo se lo habria dicho. Hace mucho que no la veo. Digale que la echo de menos. En otra epoca solia venir con regularidad, pero en los ultimos tiempos…

—Quizas desde la llegada de Fanny. Me gustaria echarla, pero Judith no quiere ni oirlo siquiera.

—Siempre fue leal hacia quienes la servian. ?Y dice usted que esta peor desde que llego Fanny! No es de extranar, teniendo en cuenta…

—?Si? —la estimule. Jane Carwillen se me acerco mas.

—Que Fanny Paunton bebe en secreto —concluyo. Me centellearon los ojos. Si la encontraba ebria, tendria la excusa necesaria.

—No es frecuente hallarla borracha —continuo Jane—. Aunque hay momentos en que se descuida. Yo siempre podia predecirlos. Una expresion furtiva… algo en su mirada. Cierta flojedad… oh, yo me daba cuenta. Entonces se encerraba en su cuarto… diciendo que no se sentia bien. Despues bebia hasta atontarse, estoy convencida. Pero por la manana se levantaba ya repuesta. Fanny Paunton era una mujer ladina… y mala… mala para mi joven senora. Porque estos bebedores pretenden que todos sean como ellos.

—Si la encontrara ebria, la despediria —dije.

La anciana me apreto la mano; sus dedos rasparon levemente mi piel; pense que parecia un ave repulsiva.

—Vigile usted los signos —susurro—. Si es lista, quiza los advierta. Este alerta.

—?Con que frecuencia tienen lugar esos ataques de borrachera?

—No creo que ella aguante mas de un mes o seis semanas.

—Vigilare. Se que si puedo librar a mi cunada de esta mujer, sera lo mejor para ella.

La anciana anuncio que me ofreceria un vaso de su vino de sauco. Estuve a punto de rechazarlo, pero adverti que eso seria imprudente. Estabamos sellando un pacto; estabamos de acuerdo en cuanto a la indeseabilidad de Fanny.

Acepte el vaso y bebi aquel liquido. Infundia calor y era, por cierto, muy potente. Eso, junto con el fuego de turba, me hizo arder la cara; sabia que la anciana me observaba con suma atencion; yo era la nieta de Kerensa Be, quien debia de haber dado algo de que hablar al vecindario, aun hasta en Derrise.

—Y pida a mi joven senora que venga a ver a la vieja Jane —me rogo cuando yo partia.

Conteste que asi lo haria, y cabalgando de vuelta al Abbas me senti complacida por mi viaje. Tenia la certeza de que Judith no podria dar a luz un hijo, y que muy pronto yo hallaria una razon para despedir a Fanny.

* * *

Cuando pasaba cerca de Larston Barton vi a Reuben Pengaster. Estaba de pie, apoyado en un portillo y sosteniendo en las manos un palomo. Al pasar a caballo frente a el le di los buenos dias.

—Vaya, si es la senora Saint Larston. Muy buen dia tengas, senora —dijo, acercandose a mi de modo que tuve que detenerme—. ?Que te parece? —pregunto, sosteniendo en alto al palomo, que se mostraba docil en sus manos; el sol brillaba sobre el ala iridiscente y me llamo la atencion el contraste entre aquella suave belleza y los dedos de Reuben, espatulados y bordeados de negro.

—Me parece que es un ave de exposicion. Con orgullo me mostro el anillo plateado que tenia alrededor de una pata.

—Es un palomo mensajero.

—Maravilloso…

Me miro con atencion, y la mandibula se le agito un poco, como si una risa secreta, silenciosa, lo dominara.

—Dondequiera que vuele este pajaro, volvera a casa.

—A menudo me pregunte como encuentran el camino.

Los gruesos dedos tocaron con ternura el ala del pajaro, todos dulzura, todos suavidad. Pense en esos

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