Todos los anos llegaba un pequeno circo a Saint Larston; la carpa grande era instalada en un prado, a poca distancia de la aldea, y durante tres dias oiamos flotar sobre las sendas campestres ruido de musica y voces. Durante mas o menos una semana, antes de la llegada del circo, y despues por un tiempo, no se hablaba de otra cosa; y era una tradicion que todos los sirvientes del Abbas tuviesen un medio dia libre para visitar el circo.
El dia anunciado, puntualmente, llegaron los furgones traqueteando por los senderos. Nunca me alegre tanto de esa distraccion, que segun yo esperaba, alejaria de Justin, Mellyora y Judith las conversaciones.
Pero esa manana misma llego una carta para Mellyora. Me llamo a su pieza para leermela. Era una respuesta acerca de uno de los puestos que ella habia solicitado… una carta reveladora, la llame yo, que delataba el tipo de mujer que la habia escrito. Estaba dispuesta a recibir a Mellyora, y si sus antecedentes y referencias eran aceptables, concederle una prueba. Habria en la casa tres ninos, y al parecer Mellyora tendria por obligacion ser su institutriz, su nodriza y su esclava. Haria todo esto por un salario insignificante; se le exigiria estar siempre en los cuartos infantiles; su juventud era un factor adverso, pero por un salario inferior al que la benevolente senora le habria pagado a una institutriz mas experimentada, se le concederia una prueba, con tal de que la entrevista fuese satisfactoria.
—Haz pedazos esa carta —ordene.
—Pero, Kerensa, tengo que hacer algo —repuso ella—. No es peor que las otras.
—Esa mujer parece imposible. Una snob espantosa. Odiarias ese trabajo.
—Son todos iguales y voy a odiar todo… ?Cual es la diferencia entonces? Tengo que hacer algo, Kerensa, ya sabes que debo marcharme.
Mirandola, me di cuenta de lo mucho que iba a extranarla. Era parte de mi vida en gran medida. No dejaria que se fuese.
—No te iras, Mellyora. No puedo dejarte ir. A decir verdad, no te dejare.
Sonrio tristemente al responder:
—Te has habituado a dar ordenes, Kerensa. Pero yo he llegado al final. Tengo que irme. Desde aquella noche horrible, no puedo quedarme aqui. Esta manana, cuando me encontre con Haggety en la escalera, me cerro el paso. Fue espantoso. Su modo de mirarme. Sus manos regordetas… Lo aparte de un empujon y escape corriendo. Pero eso no termino alli. Es lo mismo en todas partes. Tom Pengaster, que vino a la puerta de atras buscando a Doll. Su modo de seguirme con la mirada. Vi a Reuben en el sendero. Se le movia la mandibula como si se estuviese riendo… secretamente. ?No te das cuenta?
Supe entonces cuan desesperada estaba Mellyora; supe que estaba decidida y que no me resultaria facil evitar que se marchara.
Mellyora se iria de mi vida como se habia ido Joe; y Mellyora era importante para mi.
—No puedes irte —dije, casi furiosa—. Tu y yo debemos estar juntas.
—Ya no, Kerensa. Tu te has convertido en una respetable mujer casada, mientras que yo…
Aun ahora recuerdo ese momento. El silencio en la habitacion y el subito rugir del leon enjaulado al pasar por Saint Larston la cabalgata del circo.
Fue un momento de inquietud. La vida no estaba yendo hacia donde yo queria. No soportaba perder a Mellyora; ella era parte de mi vida; cada vez que estabamos juntas yo percibia el cambio en su posicion y comparaba el pasado con el presente. No podia sentir otra cosa que satisfaccion por la presencia de Mellyora; mas al mismo tiempo deploraba su desdicha. Hasta ese momento yo no era del todo mala.
—Algo sucedera que impida esto —dije crispando los punos.
Algo iba a suceder. Yo estaba segura de mi poder para controlar nuestros destinos.
Mellyora sacudio la cabeza. Acongojada, aceptaba pasivamente el suyo.
* * *
Carlyon entro con Doll, que lo habia llevado al extremo del sendero para ver la cabalgata del circo. Tenia los ojos brillantes, las mejillas escarlata. Nunca podia mirarlo sin maravillarme por su belleza.:
—Mama, he visto los leones —dijo corriendo a mi y echando los brazos en torno a mis rodillas.
Lo levante y apoye mi mejilla en la suya, pensando: ?Que importa todo mientras lo tenga a el?
Pero no todo le iba bien; se aparto un poco para atisbar mi rostro ansiosamente.
—Mama, vi un nelifante —dijo—. Dos nelifantes.
—Que lindo, carino.
Sacudio la cabeza. Cuando lo lleve al cuarto de juegos entendi. Fue derecho en busca de su juguete y se arrodillo junto a el; puso un dedo cauteloso encima de los negros botones y dijo:
—Tienes puestos los ojos, Nelly.
Dio un leve empujon al juguete, que rodo por el suelo hasta llegar a la pared. Entonces se volvio hacia mi, en tanto las lagrimas le corrian por las mejillas.
—Nelly no es un verdadero elefante vivo —sollozo.
* * *
Mellyora habia escrito pidiendo una entrevista. Yo estaba segura de que, si iba, obtendria el puesto, ya que su patrona en ciernes le pagaria menos de lo acostumbrado y se felicitaria por haber conseguido a la hija de un parroco.
Los criados parecian distraidos; podia oirlos continuamente susurrar y reir juntos. Hasta la senora Salt y su hija parecian excitadas. El circo traia forasteros al lugar, y tal vez hubiese para ellas una emocion adicional: que acaso el terrible senor Salt pudiera estar entre ellos. Haggety acompanaria a la senora Rolt; Doll iria con Tom Pengaster y tal vez permitirian a Daisy ir con ellos. El almuerzo seria servido media hora antes para que ellos pudieran hacer la limpieza y partir con tiempo.
Johnny habia ido a Plymouth, segun dijo, por cuestiones de la finca. Justin partio solo a caballo, inmediatamente despues de la merienda. Yo siempre pasaba una parte de la tarde con Carlyon, de modo que Mellyora tenia algunas horas de libertad; y esa tarde, cuando la vi bajar con su traje de montar, supuse que se iba a encontrar con Justin.
Estaban muy tristes los dos, porque no habria muchas ocasiones en que pudieran estar juntos.
—Mellyora, espero que Justin te convenza de no irte —dije.
Ella se ruborizo; en esos instantes se la vio muy bella.
—El sabe tan bien como yo que este es el unico modo —respondio.
Y apreto los labios con mucha fuerza, como si temiera que los sollozos contenidos se le escaparan mientras pasaba de prisa frente a mi.
Yo subi derecho al cuarto de juegos, donde encontre a Carlyon hablando sobre los animales. Yo habia dicho a los criados que no le mencionara que irian al circo, pues sabia que entonces el tambien querria ir y yo temia al circo, temia que el sufriese dano de algun modo. Habia tantas personas poco limpias, que podrian contagiarle alguna enfermedad; podria perderse; se me ocurrian cien desgracias. 'Tal vez el ano que viene lo lleve yo misma', pense.
Salimos al rosedal, donde la anciana Lady Saint Larston estaba sentada en una silla de ruedas; en los ultimos meses habia estado sufriendo de reumatismo y usaba esa silla con gran frecuencia. En el ultimo ano, mas o menos, esa casa habia experimentado muchos cambios. Se le iluminaron los ojos al ver a Carlyon, que fue directamente a ella y se puso de puntillas mientras ella se inclinaba trabajosamente para recibir sus besos.
Me sente en el asiento de madera, junto a su silla de ruedas, mientras Carlyon se tendia en la hierba, absorto en el avance de una hormiga que trepaba a una hoja de hierba.
Mientras el hablaba, mi suegra y yo conversabamos deshilvanadamente.
—Este malhadado circo —suspiro ella—. Ha sido igual durante anos. Esta manana mi agua caliente llego cinco minutos tarde, y mi te estaba frio. Se lo dije a la senora Rolt y me contesto: 'Es por el circo, mi senora.' Recuerdo que siendo yo recien casada…
Se le perdio la voz, como sucedia con frecuencia cuando empezaba algun recuerdo y entonces callaba mientras revivia el pasado en sus pensamientos. Me pregunte si empezaba a fallarle la mente, tanto como el cuerpo.
—Es uno de los grandes dias en la vida de ellos —comente.
—La casa vacia… los criados… es totalmente imposible —dijo, temblandole la voz.
—Afortunadamente, sucede una sola vez por ano.