—Se han ido todos… absolutamente todos… No hay un solo criado en la casa. Si viniera alguien…

—Nadie vendra. Todos saben que es el dia del circo.

—Kerensa, querida mia… Judith…

—Esta descansando.

?Descansando! Que palabra significativa. La utilizabamos cuando queriamos sugerir que Judith no estaba del todo presentable. Cuando llegaban visitantes soliamos decir: 'Esta un poco indispuesta. Se encuentra descansando.'

Su estado habia mejorado desde la partida de Fanny; era cierto que bebia menos, pero habia un ansia continua que parecia estar convirtiendose en locura. Cuando su madre salia a los paramos y bailaba a la luz de la luna, ?era porque estaba ebria? ?Acaso, como habia dicho Jane Carwillen, la bebida era el monstruo que obsesionaba a la familia Derrise?

Guardabamos silencio, cada una ocupada en distintos pensamientos. De pronto note que Carlyon estaba estirado sobre la hierba; los sollozos sacudian su cuerpecito. Me le acerque y lo levante de inmediato, preguntandole:

—?Que pasa, carino mio?

Se aferro a mi y tardo un poco en poder hablar.

—Es Nelly —repuso—. He sido malo…

Le aparte de la frente el espeso cabello y murmure palabras carinosas, pero no logre consolarlo.

—No me gustaba mas porque no era un nelifante de veras.

—?Y ahora te gusta otra vez?

—Es Nelly —repuso el.

—Pues ahora estara contenta si de nuevo te gusta —lo tranquilice.

—Se ha ido.

—?Se ha ido? ?Adonde?

—No lo se.

—Pero, carino, si se ha ido tu debes saber adonde. —Busque por todas partes. Se fue porque yo le dije que no era un nelifante de veras.

—Esta en el cuarto de juegos, esperandote. Sacudio la cabeza al responder: —Ya busque.

—?Y no estaba alli?

—Se marcho enseguida. No me gustaba mas. Le dije que no era un nelifante de veras.

—Pues no lo es —repuse.

—Pero esta llorando. Yo dije que no la queria mas. Queria un nelifante de verdad.

—?Y ahora lo quieres a el?

—Es mi Nelly, aunque no sea un nelifante de verdad. Quiero que Nelly vuelva y se ha ido.

Lo meci en mis brazos, pensando: '?Bendito sea su tierno corazon! Cree haber ofendido al pobre Nelly y quiere consolarlo.'

—Ire a buscarlo —le dije—. Tu quedate aqui con abuela. Tal vez ella te deje contar sus cornalinas.

Uno de sus mayores placeres era examinar el collar de piedras que mi suegra lucia invariablemente durante el dia; estaba compuesto de cornalinas pardo-doradas, talladas algo toscamente. Siempre habian fascinado a Carlyon.

Se animo ante esa perspectiva y lo puse en el regazo de mi suegra, quien sonrio porque contar las cornalinas era, estoy convencida, un placer tan grande para ella como para el; Solia hablarle del collar, de como su esposo se lo habia regalado y la madre de el se lo habia dado para su novia; era un collar de Saint Larston y las piedras mismas habian sido halladas en Cornualles.

Deje a Carlyon grandemente consolado, escuchando la voz sonolienta de su abuela que le relataba la historia como tantas otras veces; el observaba el movimiento de sus labios, avisandole cuando ella usaba una palabra que no habia empleado en anteriores ocasiones.

Ahora me digo que, tan pronto como entre en el Abbas, senti un extrano presentimiento. Pero tal vez me lo haya imaginado despues. Sin embargo, yo era muy susceptible a lo que llamaba los estados de animo de la casa. Esta era para mi algo vivo; siempre habia sentido que mi destino estaba encerrado en ella. Ciertamente que lo estuvo aquella tarde.

Que silencio… Toda la gente de la casa estaba ausente. Era muy poco habitual que no hubiese algunos criados presentes. Pero aquel era el dia especial del ano en que se acordaba que todos estuviesen ausentes.

Solamente Judith estaria acostada en su habitacion, con el cabello revuelto, mostrando ya en la cara esa expresion vaga, sin forma, de los dipsomaniacos, los ojos algo extraviados y sanguinolentos. Me estremeci, aunque la tarde era calida.

Ansiaba estar afuera, en el rosedal, con mi hijo. Sonrei al imaginarlo sentado en el regazo de Lady Saint Larston, con los ojos junto a las cornalinas, trazando quiza sus vetas con un dedo regordete.

?Mi hijito querido! Estaba dispuesta a morir por el. Luego me rei de tal sentimiento. ?Para que le serviria yo muerta? Me necesitaba para hacer planes por el, para brindarle la vida que se merecia. ?Acaso intuia ya en el cierta blandura, cierto sentimentalismo que tal vez hiciera que su corazon gobernara a su cabeza?

Que feliz seria cuando yo le pusiese en los brazos su elefante de juguete. Juntos explicarian que el seguia queriendolo, y que el hecho de que no fuese un verdadero elefante carecia de importancia.

Primero fui al cuarto infantil, pero el juguete no estaba alli. Esa manana lo habia visto con el. Sonrei recordando como lo arrastraba consigo, con aire afligido. ?Pobre Nelly! Estaba en desgracia. ?Cuando lo habia visto yo? Fue cuando Mellyora lo llevo a mi pieza, al salir ambos. Juntos habian ido por el corredor y bajado por la escalera principal.

Segui esa direccion, conjeturando que, atraida su atencion por otra cosa, habia soltado la correa, dejando el juguete en alguna parte, al paso. Bajaria la escalera y saldria a uno de los jardines de adelante, donde el habia jugado esa manana.

Cuando llegue a lo alto de la escalera vi al elefante. Estaba caido en el segundo escalon desde arriba, y enganchado en el habia un zapato. Me acerque mas. ?Un zapato de tacon alto enganchado en la tela del elefante! ?De quien era ese zapato?

Me incorpore sosteniendo en una mano el juguete, en la otra el zapato, y entonces vi un bulto al fondo de la escalera.

El corazon me latia como si me fuese a reventar en el cuerpo mientras bajaba corriendo los escalones. Al pie de la escalera yacia Judith.

—Judith —susurre arrodillandome a su lado. Estaba totalmente inmovil. No respiraba; comprendi que estaba muerta.

Ahora parecia como si la casa me vigilara. Alli estaba yo, sola en ella… con la muerte. En una mano sostenia el zapato… en la otra, el elefante de juguete.

Podia verlo todo con suma claridad. El juguete caido en lo alto de la escalera; Judith que bajaba, levemente achispada, sin ver el juguete. Podia imaginarmela pisandolo, su tacon enganchandose en la tela… perdiendo el equilibrio; la subita caida por la gran escalera que yo una vez subiera tan orgullosa con mi rojo vestido de terciopelo… y abajo, la muerte.

Y esto porque mi hijo habia dejado su juguete en los escalones… una trampa mortal, colocada inocentemente.

Cerre los ojos y pense en las murmuraciones. En cierto modo, el ninito era responsable por la muerte de Judith… Era una historia como las que les encantaban, de las que persistian durante anos.

Y el lo sabria, y aunque nadie pudiera decir que era culpa suya, saber que era responsable por la muerte de ella nublaria su felicidad.

?Por que iba a enturbiarse su luminoso futuro, solo porque una mujer ebria habia caido por la escalera y se habia quebrado el cuello?

El gran silencio que reinaba en la casa era enervante. El tiempo parecia haberse detenido… se habian detenido los relojes y no se oia sonido alguno. Durante siglos, grandes acontecimientos habian tenido lugar entre aquellas paredes. Algo me decia que ahora me veia frente a una de esas ocasiones.

Luego el tiempo parecio reanudar su marcha. Oi el tic-tac del reloj de pared al arrodillarme junto a Judith. No cabian dudas de que estaba muerta.

Deje el zapato en los peldanos, pero lleve el elefante de vuelta al cuarto de juegos y alli lo deje. Nadie diria

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