—Todos sabian que el queria deshacerse de ella.

—Pero si era su esposa…

Repitio burlonamente mis palabras. Luego agrego:

—?Que le ha dado a mi pequena esposa, tan avispada? Vamos, Kerensa, ?que opinas?

—Que el es inocente.

—Tu espiritu es puro. Eres la unica que piensa eso.

—Pero el veredicto…

—Muerte accidental. Eso abarca muchas cosas. Puedo decirte esto: nadie olvidara jamas, y cuando Justin se case con Mellyora Martin, como lo hara despues de un intervalo respetable, ese rumor persistira. Sabes como es en estas regiones. Las historias se trasmiten de generacion en generacion. Alli estara esta para siempre… como un esqueleto en la alacena, y nadie sabra jamas con certeza cuando alguna persona traviesa abrira la puerta de esa alacena.

Tenia razon. Yo debia decir la verdad. Debia explicar que Judith habia tropezado con el elefante, que yo lo habia visto, que no habia querido que mi hijo fuese culpado.

Me estremeci. No habia dicho la verdad en la pesquisa judicial. ?Como podia presentarme ahora? Y sin embargo, ?como podia no hacerlo, cuando su propio hermano creia que Justin bien podia ser un asesino?

Sentandose en el borde de la cama, Johnny examino las puntas de sus botas.

—No veo como podran casarse jamas —declaro—. El unico modo de eliminar este rumor es que no lo hagan.

Como brillaron mis ojos… de un modo inhumano. Si ellos no se casaban… si Justin nunca se casaba… no podria haber ninguna amenaza para el futuro de Carlyon.

La campana de la iglesia empezo a doblar.

—Es hora de que partamos —dijo Johnny, y me tomo de la mano—. ?Que fria estas! Animate. No es mi funeral.

Lo odiaba. No le importaban los pesares de su hermano. Solo se mostraba relamido y complaciente porque ya no podia salir perjudicado en la comparacion, porque ya nadie volveria a mostrar a Justin como un ejemplo.

Me pregunte con que clase de hombre me habia casado… y esa pregunta fue reemplazada de inmediato por otra, mas inquietante: ?Que clase de mujer era yo?

* * *

La prueba fue mas dura todavia de lo que habiamos temido. No solo la aldea de Saint Larston, sino toda la vecindad, a kilometros a la redonda, parecia haber acudido a ver las exequias de Judith.

En la iglesia, el calor era sofocante; el olor a lirios era abrumador y el reverendo John Hemphill parecia dispuesto a no terminar nunca.

Justin, con su madre y los padres de Judith, estaba sentado en el primero de los bancos de Saint Larston; Johnny y yo en la segunda fila. Yo miraba con fijeza los hombros de Justin, preguntandome que haria el. No soportaba mirar el ataud, cargado de flores y puesto sobre tripodes; no podia mantener la atencion fija en lo que decia el reverendo Hemphill; solo podia contemplar el banco del rectorado, donde estaban sentadas ahora la senora Hemphill y sus tres hijas, y pensar en cuando estaba sentada alli con Mellyora, y en lo orgullosa que estaba porque ella me habia dado un vestido de guinga y un sombrero de paja para ponerme.

Mi mente no cesaba de volver al pasado, recordandome todo lo que Mellyora habia hecho por mi.

La ceremonia ya habia concluido; ahora iriamos a la boveda del cementerio. El reverendo John Hemphill bajaba del pulpito. ?Oh, ese funebre olor!

Entonces vi a Jane Carwillen. Fue una vision extraordinaria… esa anciana, que casi doblada por la mitad, se acercaba lentamente al ataud. Todos permaneciamos tan inmoviles que el golpeteo de su baston en el pasillo repercutio en toda la iglesia. Todos quedaron tan sorprendidos, que nadie intento detenerla.

Se detuvo junto al ataud; luego alzo su baston y con el senalo los bancos de Saint Larston,

—Mi pequena senora se ha ido —dijo con voz queda; despues, alzandola—: Maldigo a quienes le hicieron dano.

La senora Hemphill, siempre eficiente esposa del parroco, abandono velozmente su banco y tomo de un brazo a Jane. Oi su voz calma, cortante:

—Vamos, venga conmigo. Sabemos cuan alterada esta usted…

Pero Jane habia ido a la iglesia a efectuar una protesta publica y no fue tan facil sacarla de alli. Durante algunos segundos se quedo, mirando fijamente los bancos de Saint Larston. Luego sacudio su baston, amenazante.

Mientras la senora Hemphill la conducia al fondo de la iglesia se oian sus fuertes sollozos; vi que la madre de Judith hundia la cara en las manos.

—Por que la deje casarse…

Sus palabras deben de haber sido audibles para muchos; en ese momento parecio que todos aguardaban una senal del cielo, alguna acusacion desde las alturas, alguna violencia contra aquellos a quienes se creia los asesinos de Judith.

El padre de Judith puso un brazo en torno a su esposa; Justin salia de su banco cuando detras de mi, donde estaban sentados los sirvientes del Abbas, hubo otro disturbio. Oi decir:

—Se ha desmayado.

Supe quien era antes de volverme. Fui yo quien acudio a ella; fui yo quien le aflojo el cuello de la blusa. Yacia alli., en el piso de la iglesia, con el sombrero caido, sus claras pestanas quietas sobre la palida piel.

Quise clamar: 'Mellyora, yo no olvido. Pero esta Carlyon…'

Los criados aguardaban. Yo sabia lo que significaban sus expresiones.

?Culpable en un sitio sagrado!

* * *

De vuelta en el Abbas. ?Gracias al Cielo que las campanas habian cesado en su lugubre doblar! ?Gracias al Cielo que los postigos estaban abiertos, dejando entrar la luz!

Bebimos jerez y comimos lo que se habia preparado para el funeral. Justin estaba sereno y distante. Ya estaba recobrando su serenidad. Pero que desdichado parecia… acongojado, tal como debia verse a un esposo afligido.

La madre de Judith habia sido llevada a su casa. Se temia que, si se quedaba, hubiese una escena de histeria. Procurabamos hablar de cualquier cosa, menos del funeral. Los aumentos de precios; la situacion del gobierno; las virtudes del joven Disraeli; los defectos de Peel y Gladstone. Algunos problemas eran mas especificamente nuestros. ?Cerraria realmente la mina Fedder, y que efecto tendria esto sobre la comunidad?

Yo era la anfitriona. De haber estado alli Judith, igual lo habria sido, yo, pero ahora se me aceptaba como tal, y asi seria hasta que Justin tuviese una esposa.

?Pero Justin jamas debia tener esposa!

Por fin habia hecho frente a mi decision intima. Justin jamas debia tener un hijo legitimo, y para tenerlo debia tener esposa.

Justin nunca debia tener un hijo que pudiera ocupar el sitio de Carlyon.

Pero se casaria con Mellyora. ?Podria hacerlo? Solamente si estaban dispuestos a enfrentar un escandalo perpetuo. ?Le haria frente Justin?

Tan pronto como pude, fui al cuarto de Mellyora, que estaba en la semioscuridad, ya que nadie le habia levantado los postigos. Tenia suelta la rubia cabellera y estaba tendida en la cama, con aire juvenil y desvalido, recordandome tanto los dias de nuestra ninez.

—Oh, Mellyora —dije, y se me quebro la voz.. Me tendio una mano; yo la tome, sintiendome como Judas.

—?Y ahora? —pregunte.

—Es el fin —repuso ella.

Senti odio hacia mi misma.

—Pero ?por que? —susurre—. Ahora… son ustedes libres.

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