Ahora yo era la senora del Abbas; no habia nadie que se interpusiese en mi camino, y en los dos anos transcurridos desde la partida de Justin habia estabilizado mi posicion. El desafecto de Justin me habia ayudado considerablemente. Casi estaba convencida de que Haggety y la senora Rolt olvidaban durante largos periodos que yo no habia nacido ni me habia criado para la funcion que desempenaba tan perfectamente.

Lady Saint Larston habia muerto tranquilamente el ano anterior, mientras dormia, por lo cual habia tenido lugar otro funeral en el Abbas. Pero ?que distinto fue del de Judith! Serena, silenciosa y convencionalmente, tal como habia vivido su vida, la dejo la anciana dama.

Y desde su muerte, mi posicion se habia tornado mas segura todavia.

Alguien llamo a la puerta.

—Entre —dije con el tono adecuado de autoridad, ni arrogante ni condescendiente, dando simplemente una orden con naturalidad. Entraron la senora Rolt y la senora Salt.

—Oh, senora, es por la cena de esta noche —dijo la senora Salt.

—Estuve pensando en ella —dije.

Las mire, consciente de mi misma: la blanca mano sobre la mesa, sosteniendo levemente el lapicero; mi anillo de bodas con la esmeralda cuadrada, el que era un anillo de Saint Larston y Lady Saint Larston me habia dado despues de partir Justin. Mis pies en blancas chinelas de cuero asomando bajo la falda de mi vestido de noche, que estaba adornado con cintas de raso; mi cabello en un rodete encima de la cabeza… simple y elegantemente ataviada con las ropas matinales de una gran dama.

—Una sopa clara para empezar, senora Salt. Despues creo, lenguado con una salsa que dejare a su criterio. Perdiz o pollo… y la carne asada. Debe ser una comida simple porque, segun tengo entendido por la senora Fedder, la digestion esta dando algunas molestias al senor Fedder.

—No es de extranarse, senora —dijo la senora Rolt—. Es por todo lo que se dice acerca de la mina. Aunque no creo que los Fedder tengan mucho motivo para preocuparse… Colijo que deben de haber estado preparandose para este momento. Pero ?sabe usted, senora, si es verdad que la mina cerrara?

—No he oido nada —repuse con calma, antes de volverme hacia la senora Salt—. Un souffle, creo, y ademas torta de manzana con crema.

—Muy bien, senora —dijo la senora Salt.

—Y Haggety estaba pensando en los vinos, senora —intervino la senora Rolt.

—Debe ver al senor Saint Larston con respecto a los vinos —replique.

—Bueno, senora, es que… —empezo a decir la senora Rolt.

Incline la cabeza. Esta era una de esas mananas en que ambas se estaban volviendo demasiado parlanchinas. En casi todas las ocasiones yo podia someterlas completamente.

Con altaneria incline la cabeza y tome mi lapicero. Ellas cambiaron miradas, y salieron murmurando:

—?Gracias, senora!

Las oi hablar en voz baja, cuchicheando al cerrarse la puerta. Arrugue el entrecejo. Era como si sus dedos inquisitivos hubiesen abierto la puerta de una alacena que yo preferia mantener cerrada. ?Era lo que Johnny habia dicho una vez sobre esqueletos en alacenas? ?Los de Justin y Mellyora? En fin, yo estaba dispuesta a admitir que tambien tenia mis esqueletos.

Procure alejar el recuerdo de aquellos dos antiguos rostros maliciosos, mientras tomaba mi lapicero y empezaba a revisar las cuentas del mes anterior, que Haggety habia puesto sobre mi escritorio pocos dias atras, de acuerdo con mis ordenes.

De nuevo llamaron a la puerta.

—?Entre!

Esta vez era Haggety en persona.

?Malditos recuerdos! Pense en su pie tocando el mio bajo la mesa. Aquella lucecita en su mirada que significaba: 'Debemos entendernos mutuamente. Rindo homenaje verbal a la senora Rolt, pero eres tu la que me gusta en realidad.'

Cuando recordaba lo odiaba; y debia obligarme a considerarlo simplemente como el mayordomo, muy eficiente si se cerraban los ojos a sus defectos: demasiadas libertades con las criadas, ciertos sobornos de los proveedores, un pequeno ajuste de cuentas para que saliesen en su favor. La clase de fallas que se podrian tener con cualquier mayordomo.

—?Y bien Haggety? —Segui escribiendo, tan solo porque habia recordado.

—Ejem, senora… ejem… —tosio el.

Entonces tuve que alzar la vista. En su rostro no habia insolencia, tan solo turbacion. Aguarde pacientemente. —Se trata del vino, senora.

—Para esta noche, si. Debe usted ver al senor Saint

Larston a ese respecto.,

—Ejem… senora. Es que tendremos apenas lo suficiente para esta noche y despues…

Lo mire con asombro.

—?Por que no se ha ocupado usted de que la bodega este bien provista?

—Senora. El mercader, senora… reclama el pago.

Senti un leve rubor en las mejillas.

—Esto es extraordinario —dije.

—No, senora. Hay una cuantiosa suma pendiente… y…

—Mejor sera que me deje ver la cuenta, Haggety.

Una sonrisa de alivio paso por su cara.

—Bien, senora, he anticipado ese pedido, podria decirse. Aqui esta… Si la paga usted, senora, no habra problemas, se lo aseguro.

Sin mirar el estado de cuentas que me ofrecia, dije:

—Semejante trato es muy irrespetuoso. Tal vez deberiamos cambiar de vinero.

Haggety busco a tientas y saco otra cuenta.

—Pues, senora, podria decirse que tenemos dos… y con ambos la situacion es la misma.

En el Abbas, siempre habia sido tradicion que las cuentas de vinos fuesen cosa del hombre de la casa. Aunque yo me ocupaba de otros gastos, desde la partida de Justin la bodega habia sido una cuestion entre Haggety y Johnny.

—Vere que esto tenga la inmediata atencion del senor Saint Larston —dije y agregue—: No creo que quede complacido con estos mercaderes. Tal vez sea necesario encontrar otros. Pero, por supuesto, no se debe permitir que las bodegas queden vacias. Debio usted sacar a luz este asunto antes. Haggety fruncio la cara como si estuviera por llorar. —Senora, se lo dije al senor Johnny… al senor Saint Larston… casi una docena de veces.

—Esta bien, Haggety, comprendo. Se le fue de la memoria. Ya veo que no tiene usted la culpa.

Cuando Haggety salio, mire de inmediato las cuentas de los vineros. Con horror vi que entre los dos debiamos unas quinientas libras.

?Quinientas libras! Con razon se negaban a suministrarnos mas hasta que pagasemos. ?Como podia Johnny haber sido tan descuidado?

Un subito temor me habia dominado. ?Que estaba haciendo Johnny con el dinero que venia de la propiedad? Yo tenia mi asignacion, con la cual saldaba cuentas domesticas y compraba lo que me hacia falta. ?Por que iba Johnny con tanta frecuencia a Plymouth… con mucha mas frecuencia que antes Sir Justin? ?Por que habia quejas continuas acerca de la finca?

Era tiempo de que yo hablase con Johnny.

Aquel fue un dia intranquilo.

Guarde cuidadosamente las cuentas de vinos, pero no pude olvidarlas. Esas cifras no cesaban de bailar ante mis ojos; pense en mi vida con Johnny.

?Que sabiamos el uno del otro? El seguia admirandome; yo aun le atraia, no con el mismo ardor apasionado que al comienzo, no con ese abandono que le habia hecho arriesgar el desagrado de su familia para hacerme su esposa; pero alli habia pasion fisica. Johnny seguia encontrandome diferente de otras mujeres. Me lo decia una y otra vez. ?Que otras mujeres?, pregunte una vez, pensando que otras mujeres habia en la vida de Johnny. 'Todas las otras mujeres del mundo', repuso el. Y yo no estaba tan interesada en la cuestion como para insistir. Siempre me sentia obligada a retribuir a Johnny por mi posicion, la realizacion de un sueno, todo lo que el me habia dado. Y sobre todo me habia dado a Carlyon, mi hijo bendito, que gracias a Johnny era un Saint Larston

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