y algun dia podria ser Sir Carlyon. Por esto debia yo estar agradecida. Siempre recordaba esto y procuraba retribuirle siendo la clase de esposa que el necesitaba. Creia serlo. Compartia su lecho; administraba su casa; era un credito para el cuando la gente podia olvidar mis origenes, que eran como una sombra, visible algunos dias, cuando el brillante sol la descubria, pero con frecuencia oculta y olvidada. Yo nunca le hacia preguntas acerca de su vida. Sospechaba que tal vez hubiese otras mujeres. Los Saint Larston (con la excepcion de suponiendo que Mellyora estaria preparandolo para salir, y pensando que iriamos juntos.

Cuando estaba con Carlyon, yo podia dejar de lado todo inquietante temor. Abri de un tiron la puerta del cuarto de juegos: estaba vacio. Estando viva la anciana Lady Saint Larston, yo habia hecho redecorar los cuartos infantiles, y ella y yo nos habiamos hecho muy amigas mientras tenia lugar esa operacion. Juntas habiamos elegido el empapelado; un empapelado maravilloso, azul y blanco, con el dibujo del sauce repetido una y otra vez. Todo era blanco y azul; un diseno blanco sobre cortinas azules, una alfombra azul.. El cuarto estaba lleno de sol, pero no se veian senales de Carlyon ni de Mellyora.

—?Donde estan?—llame.

Mis ojos se dirigieron al asiento de la ventana, donde estaba apoyado Nelly. Nunca podia ver ese objeto sin sufrir una fuerte impresion. Habia dicho a Carlyon: 'Este es un juguete de ninito pequeno. ?Quieres guardarlo? Vamos a buscar algunos juguetes para ninos grandes.' El me lo habia quitado con firmeza, fruncida de pesar la cara. Imaginaba, creo, que el objeto podia oir mis palabras y ofenderse.

'Es Nelly', dijo con dignidad, y abriendo la puerta de un armario lo puso adentro, como si temiese por su seguridad.

En ese momento lo levante. Mellyora habia remendado pulcramente la tela desgarrada, pero era tan visible como una cicatriz. Si ella hubiese sabido…

Aquella manana era desagradable, porque demasiadas cosas que debian olvidarse volvian para mirarme con mueca burlona.

Volvi a poner a Nelly en el asiento de la ventana y abri la puerta que comunicaba con la pieza contigua, donde Carlyon comia. Al hacerlo me vi frente a frente con Mellyora.

—?Lo has visto? —pregunto, y adverti cuan ansiosa estaba.

—?Que?

—Carlyon… ?Esta contigo?

—No.

—Entonces, ?donde…?

Nos miramos con fijeza, consternadas. Percibi ese sentimiento de angustia, aturdimiento y desesperacion que podia causarme la idea de que cualquier dano afectase a Carlyon.

—Crei que estaria contigo —insistio ella.

—Quieres decir que… no esta aqui.

—Hace diez minutos que lo busco.

—?Cuanto hace que lo echaste de menos?

—Lo deje aqui… despues del desayuno. Estaba dibujando a su caballito…

—Tenemos que encontrarlo —ordene—. Debe de estar aqui, en alguna parte.

Bruscamente pase junto a ella. Queria acusarla, reconvenirla por su descuido. Eso se debia a que el elefante de juguete en la ventana me habia recordado vividamente cuanto la habia perjudicado yo a ella.

—Carlyon, ?donde estas? —llame con aspereza.

Ella se sumo a mi; pronto comprobamos que no estaba en ninguna parte de los cuartos infantiles.

Ahora el miedo espantoso, angustiante, era una certeza. Carlyon se habia perdido. No tarde en tener a todos los ocupantes de la casa buscandolo. Era necesario registrar cada recoveco del Abbas, interrogar a cada sirviente. Pero yo no estaba convencida de que ellos buscarian adecuadamente. Debia buscar yo misma; por eso recorri toda la casa… recorri cada aposento llamando a mi hijo para que saliese si estaba oculto, implorandole que no me asustara mas.

Pense en todas las cosas que podian haberle hecho dano. Lo imagine pisoteado hasta morir por caballos al galope, secuestrado por gitanos, cogido en una trampa… estropeado como lo habia sido el pobre Joe. Y alli estaba yo, en la parte antigua de la casa, donde las monjas habian vivido, meditado y orado; me parecia sentir que la desesperacion me vencia y que estaba sola con mi congoja. Tuve entonces la horrible sospecha de que mi hijo habia sufrido algun dano. Fue como si el espiritu de la monja estuviese a mi lado, como si ella se identificase conmigo, como si su pena fuese la mia; y entonces supe que, si perdia a mi hijo, seria como estar emparedada por un dolor que seria tan perdurable como los muros de piedra.

Me esforce por alejar de mi el maligno hechizo que parecia envolverme.

—No —clame en voz alta—. Carlyon, hijo mio… ?Donde estas? ?Sal de tu escondite y deja ya de asustarme!

Al salir corriendo de la casa me encontre con Mellyora, y la mire esperanzada, pero ella sacudio la cabeza diciendo:

—No esta en la casa.

Empezamos a explorar los alrededores gritando su nombre. Cerca de los establos vi a Polore.

—?Esta perdido el pequeno amo? —pregunto.

—?Lo ha visto? —inquiri a mi vez.

—Hace mas o menos una hora, senora. Me estuvo hablando sobre su caballito. Se enfermo por la noche y yo se lo estaba diciendo.

—?Estaba preocupado?

—Pues, senora, el siempre tuvo carino a ese caballito. Le hablo, le dijo que no se inquietara, que pronto mejoraria. Luego regreso a la casa, lo vi.

—?Y desde entonces no lo ha visto?

—No, senora. Desde entonces no lo he visto.

Ordene que todos tomaran parte en la busqueda. Se debia abandonar todo. Era necesario encontrar a mi hijo. Habiamos establecido que no se hallaba en la casa; no podia estar lejos, ya que Polore lo habia visto en los establos tan solo una hora atras.

No puedo explicar todo lo que sufri durante la busqueda. Una y otra vez surgieron esperanzas y quedaron rotas. Tenia la sensacion de vivir anos de tormento. Culpaba a Mellyora. ?Acaso no debia cuidarlo ella? 'Si algo le ha sucedido', pense, 'habre pagado con creces todo lo que le hice a Mellyora.'

Ella estaba palida y desolada; no la habia visto tan desdichada desde que se fuera Justin. Recordando que ella amaba a Carlyon, me parecio que mi dolor seria siempre suyo. Compartiamos nuestros pesares… salvo en una sola ocasion, cuando ella perdio y yo gane.

Al ver que Johnny entraba a caballo en el establo, lo llame.

—?Que demonios…? —empezo el. —Carlyon se ha perdido.

—?Que se ha perdido! ?Donde?

—Si lo supieramos, no estaria perdido —replique. Tan grande era mi pesar, que debi darle cauce parcial en ira. Me temblaban los labios sin que pudiera controlarlos—. Estoy asustada —dije.

—Estara jugando en alguna parte.

—Hemos registrado la casa y los alrededores… —repuse.

—Mire a mi alrededor desesperada; entonces divise el reflejo del sol sobre las Virgenes.

Entonces fui presa de un subito temor. Pocos dias atras yo le habia mostrado las piedras, que le habian fascinado. 'No te acerques a la, vieja mina, Carlyon, prometemelo.' El lo habia prometido sin vacilar, y no era propenso a faltar a su palabra. Pero y si mis palabras mismas habian despertado en el alguna curiosidad, si habia quedado tan fascinado que no pudo resistir la tentacion de observar la mina, si habia olvidado su promesa… Despues de todo, aun era muy pequeno. Volviendome hacia Johnny, le aprete un brazo diciendo:

—Johnny, y si fue a la mina…

Jamas habia visto tan asustado a Johnny; senti afecto hacia el. En algunas ocasiones le habia reprochado su falta de interes en nuestro hijo. 'Dios santo', pense. 'Tiene tanto miedo como yo.'

—No —dijo Johnny—. No.

—Pero si lo hizo…

—Alli hay un aviso…

—No sabria leerlo. O si lo hizo, puede haber hecho que quisiera explorar.

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