– ?Menciono a alguien mas, a otro hombre que espiara al espia?
– No.
– ?Seguro que dio algun nombre al tipo?
– Seguro.
– ?Champ Dineen, tal vez?
– ?Me toma por estupida? Champ Dineen era ese compositor que murio hace anos.
– ?Que mas dijo Tommy de Lucille?
– Nada.
– ?Menciono el nombre de Joseph Arden?
– No. Por favor, necesito…
– ?Dijo Tommy si estaba follando con su hermana?
– Senor, usted tiene una curiosidad malsana por la chica.
Rapido: salgo a la otra sala y vuelvo con la droga.
– Senor, eso es de Steve.
Abri la ventana y mire abajo: una partida de dados en el callejon, justo debajo.
– Senor…
Arroje uno de los paquetes: diana en la manta de los dados.
– ?Que mas dijo Tommy de Lucille?
– ?Nada! ?Por favor, senor!
Abajo, gritos: droga caida del cielo.
Dos paquetes mas -«?Senor, necesito eso!»-, cuatro, cinco: rugidos en el callejon.
– ?TOMMY Y LUCILLE! -Seis, siete, ocho.
Nueve, diez:
– Pensar lo que esta pensando esta mal. ?Usted lo haria con su propia hermana?
Suenos de juegos insensatos, ?Dios sea loado! Once, doce: los arroje a Tilly.
Al centro. Archivo de Informacion. Un vistazo a la ficha de antecedentes y las fotos de identificacion de Steve Wenzel. Dos detenciones por droga, condenas cortas: basura blanca de quijadas largas y delgadas.
Ninguna lista de socios conocidos de los Kafesjian. Dedique mi atencion a los K.
Una ronda por su casa: luces encendidas, coches frente a la entrada. Aparque, reconoci el terreno por la ventanilla.
Llegue a la altura del camino particular, a oscuras, atento a si habia perros sustitutos. Salte la valla y eche un vistazo: Madge cocinando. No vi a Lucille. Estancias a oscuras, el despacho: J.C., Tommy y Abe Voldrich.
Me agache. Las ventanas, cerradas: ningun sonido. Eche una mirada:
J.C., agitando papeles; Tommy, con una risilla. Voldrich, el gesto de sus manos: calma.
Gritos apagados. El cristal de la ventana trasmitio un zumbido. Mire de nuevo: J.C. seguia agitando los papeles. Se acerco a la ventana: ?mierda, impresos de Subdireccion Administrativa!
Imposible leer el contenido.
Probablemente, comunicaciones de Klein a Exley: pistas sobre el miron. Robadas, filtradas. Quiza Junior, quiza Wilhite.
«Tommy se esta volviendo loco buscando a ese espia.»
Volvi al coche dando un rodeo. Vigilancia de miron: mis ojos en la ventana de Lucille. Cuarenta minutos despues, ahi esta: la chica despreocupadamente desnuda. Apago las luces demasiado pronto, mierda, y clave la vista en la puerta delantera, deseoso de seguir mirando.
Diez minutos, quince.
Portazo. Los tres hombres salieron precipitadamente, cada cual a su coche. El Mercedes de Tommy rasco el bordillo al ponerse en marcha, levantando chispas.
J.C. y Voldrich se dirigieron al norte.
Tommy, directo al sur.
Le segui.
Al sur por La Brea, al este por Slauson. Aquel chulo negro vestido de color purpura. Mas al este, y al sur por Central Avenue.
Territorio del miron.
Semaforo: disimular, sin perder al tipejo. Mas al sur. Watts. Al este.
Luces de freno -Avalon y 103-, encrucijada de clubes nocturnos sin hora de cierre.
Nigger Heaven:
Dos edificios conectados por pasarelas de madera, tres pisos de altura, ventanas abiertas, acceso a la salida de incendios.
Tommy aparco. Yo pase sin detenerme; luego, retrocedi y le observe dirigirse hacia el edificio de la izquierda.
Se encaramo por la escalera de incendios y piso la pasarela.
Tommy, a rastras: tablones oscilantes, pasamanos de cuerda.
Tommy, en cuclillas.
Tommy, fisgando por la ventana de la izquierda.
Mi expectativa de grandes sucesos, frustrada: Tommy se limitaba a mirar.
Salte del coche y subi a saltos la escalera de acceso al edificio de la izquierda. Nadie en el vestibulo; lo cruce corriendo.
Tercer piso. Matones apostados. Miradas: ?quien es este policia? Deje atras a los gorilas conserjes y entre.
Paredes de imitacion de piel de cebra, una fiesta de degenerados: blancos, de color. Musica, ruido de juerga.
Eche una ojeada a la habitacion. Nadie parecido al retrato robot del miron. Tampoco Tommy.
Un vistazo a la ventana: Tommy ya no estaba en la pasarela.
Los juerguistas, muy apinados -blancos amantes del jazz/negros llamativos-; costaba moverse.
Humo de marihuana en las inmediaciones: Steve Wenzel, el carilargo, pasando un porro.
Un grupo de juerguistas entre los dos.
Tommy detras de mi, las manos en el abrigo.
Saca las manos: unos canones recortados a la vista.
Solte un grito…
Un negro toco un interruptor. La habitacion quedo a oscuras.
El rugido de un disparo, rotundo; un largo estampido. Rociada/disparos de pistola al azar/gritos. El resplandor de los disparos ilumino a Steve Wenzel, sin cara.
Gritos.
Me abri paso entre ellos hasta la ventana.
Cruce la pasarela a gatas, con restos de cristales y de sesos entre el cabello.
25
Harbor Freeway direccion norte; el altavoz de la radio:
«Codigo 3 todas las unidades proximas a Avalon y 103 homicidio multiple South Avalon 10342 tercer piso envien ambulancias repito todas las unidades 187 multiple South Avalon 10342 ver al portero del edificio…»
Respirando sangre; me limpie con la gabardina. Limpio, pero aun oliendo a ella.
«Repito todas las unidades cuatro muertos South Avalon 10342 codigo 3 envien ambulancias.»
Neurosis de guerra peor que en Saipan. La calzada se hizo borrosa. «Unidades de Trafico en las inmediaciones de 103 y Avalon Codigo 3 contacten con el sargento Disbrow Codigo 3 urgente.»
Salida de la via rapida por la calle Seis, camino del local de Mike Lyman, donde Exley tomaba su ultimo bocado. Solte un billete al camarero: llevame hasta el jefe, ahora.