dosel arboreo, invirtiendo la balanza del poder que siempre habia favorecido a la selva sobre sus intrusos. «En las regiones donde los nativos son tan hostiles o los obstaculos fisicos son tan grandes para efectivamente impedir [el acceso a pie] -declaro el doctor Rice-, el avion las sobrevuela con facilidad y rapidez.»38 Ademas, la radio inalambrica le habia permitido mantenerse en contacto con el mundo exterior. («La selva brasilena ha dejado de ser solitaria»,39 proclamo el The New York Times.) La RGS aclamo en un comunicado la primera «comunicacion por radio con la Royal Society de una expedicion sobre el terreno».40 Al mismo tiempo, reconocia con nostalgia que se habia pasado un rubicon: «Si constituye o no una ventaja despojar de glamour a una expedicion a lo desconocido informando a diario es una cuestion en la que las opiniones difieren».41 Debido al tremendo coste del equipo, la voluminosidad de las radios y la ausencia de lugares seguros donde aterrizar en la mayor parte de las regiones del Amazonas, los metodos del doctor Rice no serian ampliamente adoptados hasta al menos una decada despues, pero el habia mostrado el camino.

Para Fawcett, sin embargo, tan solo un dato era importante: su rival no habia encontrado Z.

Al salir del hotel una manana de abril, Fawcett sintio el sol abrasador en la cara. La estacion seca habia llegado. Tras el anochecer, el 19 de abril, llevo a Raleigh y a Jack por la ciudad, donde forajidos armados con rifles Winchester de calibre 44 solian merodear a la entrada de cantinas penumbrosas. Varios bandidos habian atacado a un grupo de buscadores de diamantes que se alojaba en el mismo hotel que Fawcett y su partida. «[Un buscador] y uno de los bandidos resultaron muertos, y otros dos gravemente heridos -refirio Jack a su madre-. La policia empezo a trabajar en el caso varios dias despues, y, compartiendo una taza de te… ?preguntaron a los asesinos por que lo habian hecho! Y ahi quedo todo.»42

Los exploradores hicieron una visita a John Ahrens, un diplomatico aleman asentado en la region, con quien habian trabado amistad. Ahrens ofrecio a sus invitados te y galletas. Fawcett le pregunto si seria tan amable de reenviar a Nina y al resto del mundo las cartas o las noticias de la expedicion que llegaran desde la selva. Ahrens contesto que estaria encantado de hacerlo, y mas tarde escribio a Nina para comentarle que las conversaciones de su esposo con respecto a Z eran tan insolitas e interesantes que nunca se habia sentido mas feliz.

La manana siguiente, bajo la atenta mirada de Fawcett, Jack y Raleigh se ataviaron con su equipo de exploradores, que incluia unos pantalones ligeros e irrompibles y sombreros Stetson. Cargaron los rifles de calibre 30 y se armaron con machetes de cuarenta y cinco centimetros de largo, que el propio Fawcett habia disenado y encargado al mejor cuchillero de Inglaterra. La NANA envio un informe que titulo: «Equipo unico para el explorador […]. Producto de anos de experiencia en la exploracion de la selva. Peso de los utensilios reducido al minimo».

Fawcett contrato a dos porteadores y a guias nativos para que acompanaran a la expedicion hasta el territorio mas peligroso, situado a unos ciento sesenta kilometros al norte. El 20 de abril, una muchedumbre se congrego para ver partir al grupo. Con el restallar de los latigos, la caravana empezo a avanzar; Jack y Raleigh estaban rebosantes de orgullo. Ahrens acompano a los exploradores durante una hora a lomos de su caballo. Luego, segun refirio a Nina, los vio alejarse hacia el norte, hacia «un mundo hasta el momento completamente incivilizado y desconocido».43

La expedicion cruzo el cerrado, o «bosque seco», que constituia el tramo menos complejo del viaje. El terreno estaba formado en su mayor parte por arboles bajos y retorcidos, y pasto similar al de la sabana, donde varios rancheros y buscadores habian establecido asentamientos. Aun asi, segun explico Fawcett a su esposa por carta, supuso «una excelente iniciacion»44 para Jack y Raleigh, que avanzaron despacio, deshabituados como estaban al terreno rocoso y al calor. Este era tan intenso, escribio Fawcett en un despacho especialmente fervoroso, que en el rio Cuiaba «los peces literalmente se cocian vivos».45

Al anochecer habian recorrido algo mas de once kilometros, y Fawcett ordeno que se montara el campamento. Jack y Raleigh aprendieron que antes de que la oscuridad los envolviera y los mosquitos los devoraran, suponia toda una carrera contrarreloj colgar las hamacas, lavarse los rasgunos para prevenir infecciones, recoger lena y amarrar a los animales de carga. La cena consistio en sardinas, arroz y galletas, todo un festin en comparacion con lo que comerian cuando tuvieran que sobrevivir con lo que encontraran.

Aquella noche, mientras dormia en la hamaca, Raleigh noto que algo le rozaba. Se desperto presa del panico, como si le estuviera atacando un jaguar, pero solo se trataba de una de las muias que se habia soltado. Despues de volver a atarla, intento conciliar de nuevo el sueno, pero faltaba poco para que amaneciera y Fawcett gritaba ya para que todo el mundo se pusiera en marcha. Cada uno de ellos engullo un cuenco de gachas de avena y media taza de leche condensada: la racion hasta la cena. A continuacion los hombres volvieron a ponerse en marcha, apurando el paso para alcanzar a su jefe.

Fawcett aumento el ritmo de once kilometros diarios a dieciseis, y despues a veinticuatro. Una tarde, cuando los exploradores se aproximaban al rio Manso, a unos sesenta y cuatro kilometros de Cuiaba, el resto de la expedicion se rezago. Segun escribio mas tarde Jack a su madre: «Papa se habia adelantado a tal velocidad que lo perdimos de vista».46 Era justo lo que Costin habia temido: nadie podia detener a Fawcett. El sendero se bifurcaba y los guias no sabian que camino habia seguido Fawcett. Finalmente, Jack vio hendiduras de cascos de caballo en uno de los senderos y dio la orden de seguirlas. Empezaba a oscurecer y los hombres tuvieron que ir con cuidado de no distanciarse. Oian un rugido constante en la distancia. Con cada paso, se iba intensificando y de pronto los hombres atisbaron un torrente. Habian alcanzado el rio Manso. Pero no se veia rastro de Fawcett. Jack, tras asumir el mando de la partida, indico a Raleigh y a uno de los guias que disparasen al aire con sus rifles. No hubo respuesta. «?Papa!», grito Jack, pero lo unico que oyo fue el rumor de la selva.

Jack y Raleigh colgaron las hamacas y prendieron una hoguera; temian que Fawcett hubiese sido secuestrado por los indios kayapo, que se insertaban grandes discos en el labio inferior y atacaban a sus enemigos con garrotes. Los guias brasilenos, que recordaban vividos relatos de los asaltos indigenas, no contribuyeron a calmar los nervios de Jack y de Raleigh. Los hombres permanecieron despiertos, atentos a los ruidos de la selva. Cuando amanecio, Jack ordeno que todos disparasen al aire e inspeccionasen el area circundante. Pero entonces, mientras desayunaban, Fawcett aparecio a lomos de su caballo. Habia perdido la pista al grupo mientras buscaba pinturas en las rocas y habia dormido en el suelo, con la silla de montar a modo de almohada. Cuando Nina supo lo que habia ocurrido, temio lo «ansiosos» que debieron de estar todos. Habia recibido una fotografia de Jack con un aspecto insolitamente lugubre, y se la habia ensenado a Large. «Es obvio que [Jack] ha estado pensando en el enorme trabajo que tiene por delante»,47 dijo Large. Ella comento tiempo despues que el orgullo de Jack le haria seguir adelante, porque el mismo se diria: «Mi padre me eligio para esto».48

Fawcett dejo que la expedicion pasara un dia mas en el campamento para recuperarse de la terrible experiencia. Cobijado bajo la mosquitera, redacto los despachos, que a partir de aquel punto serian «llevados a la civilizacion por medio de corredores indigenas a lo largo de una ruta larga y peligrosa», tal como especificaron mas tarde las notas de los editores.

Fawcett describio aquella region como «el lugar con mas garrapatas del mundo»;49 enjambres de insectos lo cubrian todo, como una lluvia negra. Varios picaron a Raleigh en un pie, y las picaduras se le infectaron; se «enveneno», segun palabras de Jack. Al dia siguiente, a medida que avanzaban, Raleigh fue apagandose. «Se dice que uno conoce bien a un hombre cuando vive junto a el en la selva -dijo Fawcett a Nina-. Raleigh, en lugar de mostrarse alegre y vital, esta aletargado y silencioso.»50

El fervor de Jack, en contraste, iba en aumento. Nina estaba en lo cierto: parecia haber heredado la extrana y curiosa constitucion de su padre. Jack escribio que habia ganado masa muscular, «pese a comer mucho menos. Raleigh ha perdido mas de lo que yo he ganado, y es el quien parece resentirse mas de los efectos del viaje».51

Tras saber de Jack en palabras de su esposo, Nina dijo a Large: «Creo que se alegrara conmigo al saber que Jack se esta volviendo muy competente, y que se mantiene fuerte y animado. Veo que su padre esta muy complacido con el, ?y no hace falta decir que yo tambien!».52

Debido al estado de Raleigh y al debilitamiento de los animales, Fawcett, mas precavido esta vez con el fin de no volver a distanciarse demasiado de los demas, decidio hacer una parada de varios dias en un rancho propiedad de Hermenegildo Galvao, uno de los granjeros mas despiadados del Mato Grosso. Sus propiedades eran las unicas que sobrepasaban la frontera que delimitaba el territorio indigena, y se sabia que disponia de un peloton de bugueiros, «cazadores de salvajes», encargados de matar a los indios que supusieran una amenaza para su imperio feudal.53 Galvao no estaba habituado a las visitas, pero acogio a los exploradores en su gran casa de ladrillo rojo. «Por sus modales, resultaba evidente que el coronel Fawcett era un

Вы читаете La ciudad perdida de Z
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×