20. No temas

El tren traqueteaba hacia la frontera. El 11 de febrero de 1925, Fawcett, Jack y Raleigh habian partido de Rio de Janeiro en su viaje de mas de mil seiscientos kilometros hacia el interior de Brasil. En Rio se habian alojado en el Hotel Internacional, en cuyo jardin comprobaron su equipamiento y donde practicamente todo lo que hicieron fue publicado en cronicas de periodicos de todo el mundo. «Al menos cuarenta millones de personas conocen ya nuestro objetivo», escribio Fawcett a su hijo Brian, disfrutando de aquella «tremenda» publicidad.1

Aparecian fotografias de los exploradores con titulos como «Tres hombres se enfrentan a los canibales en su busqueda de reliquias». Un articulo afirmaba: «Ningun deportista olimpico se ha entrenado nunca como estos tres reservados y pragmaticos ingleses, cuyo camino hacia un mundo olvidado esta plagado de flechas, pestes y bestias».2

«?No te parecen divertidos los articulos que publican los periodicos ingleses y estadounidenses sobre la expedicion?»,3 escribio Jack a su hermano.

Las autoridades brasilenas, temerosas de perder en su territorio a una partida tan ilustre, exigio a Fawcett que firmase una declaracion que los redimia de toda responsabilidad, a lo que el accedio sin vacilar.4 «No quieren sufrir presiones […] si no volvemos a aparecer -dijo Fawcett a Keltie-. Pero todos volveremos a aparecer sanos y salvos, aunque eso sea lo maximo que mis cincuenta y ocho anos puedan soportar.»5 Pese a estas inquietudes, el gobierno y sus ciudadanos dieron un calido recibimiento a los exploradores: proporcionarian transporte gratuito al grupo hasta la frontera en vagones de tren reservados para dignatarios, lujosos compartimientos con cuarto de bano privado y bar. «Nos hemos encontrado con una simpatia y una buena voluntad ilimitadas»,6 informo Fawcett a la RGS.

Raleigh, sin embargo, parecia algo abatido. En el viaje desde Nueva York se habia enamorado, al parecer, de la hija de un duque britanico.7 «Conoci a cierta chica a bordo, y a medida que el tiempo pasaba nuestra amistad fue creciendo hasta que admito que amenazaba con volverse seria»,8 confeso en una carta a Brian Fawcett. Deseaba hablar con Jack de sus turbulentas emociones, pero su mejor amigo, que se habia tornado incluso mas circunspecto mientras se preparaba para la expedicion, le reprocho que estaba «haciendo el ridiculo». Anteriormente Raleigh se habia mostrado del todo centrado en su aventura con Jack; ahora en lo unico que podia pensar era en aquella… mujer.

«[El coronel] y Jack empezaban a inquietarse, ?temerosos de que yo fuera a fugarme o algo asi!», escribio Raleigh. En realidad, Raleigh contemplo la posibilidad de casarse en Rio, pero Fawcett y Jack le disuadieron. «Entre en razon y comprendi que iba a ser miembro de la expedicion y que, como tal, no se me permitiria llevar conmigo a mi esposa -dijo Raleigh-. Tuve que dejarla de la manera mas amistosa posible y dedicarme al trabajo.»9

«[Raleigh] esta mucho mejor ahora»,10 escribio Jack. Aun asi, le pregunto preocupado: «Supongo que cuando volvamos te casaras antes de un ano, ?verdad?»11

Raleigh contesto que no podia prometer nada, pero, segun comento tiempo despues: «No tengo intencion de quedarme soltero toda la vida, ?aunque Jack lo haga!».12

Los tres exploradores hicieron una parada de varios dias en Sao Paulo y fueron a visitar el Instituto Butantan, uno de los centros de investigacion de biologia y biomedicina donde se encuentran las serpientes mas grandes del mundo. El personal llevo a cabo diversas demostraciones para los exploradores, mostrandoles como atacaban varios depredadores. En un momento dado, un empleado introdujo un gancho largo en una jaula y extrajo un crotalo negro de veneno letal, mientras Jack y Raleigh observaban sus colmillos. «Salio un buen chorro de veneno»,13 escribio mas tarde Jack a su hermano. Fawcett estaba familiarizado con las serpientes del Amazonas, pero aun asi encontro instructivas las demostraciones y compartio sus notas en uno de los informes dirigidos a la North American Newspaper Alliance. («La mordedura de serpiente que sangra no es venenosa. La presencia de dos orificios, ademas del amoratamiento de la zona y de la ausencia de sangre, son indicios de veneno.»)14

Antes de partir, a Fawcett le entregaron lo que mas deseaba: el resultado de cinco anos de investigacion en antidotos contra mordeduras de serpiente, guardados en ampollas etiquetadas: «Serpientes de cascabel», «Viboras» y especies «Desconocidas». Recibio asimismo una aguja hipodermica para administrarlos.

Despues de que altos funcionarios de Sao Paulo ofrecieran a los exploradores lo que Jack describio como «una excelente despedida», los tres ingleses subieron de nuevo al tren y se dirigieron hacia el oeste, hacia el rio Paraguay, situado a lo largo de la frontera entre Brasil y Bolivia. Fawcett habia hecho el mismo viaje en 1920 con Holt y Brown, y aquellos paisajes ya conocidos intensificaron su impaciencia cronica. Mientras saltaban chispas de los railes, Jack y Raleigh miraban por la ventanilla y veian pasar las cienagas y los montes bajos, imaginando lo que pronto encontrarian. «Vi algunas cosas bastante interesantes -escribio Jack-. En las tierras de pasto habia numerosos loros, y vimos dos rebanos […] de nandues [aves similares al avestruz] jovenes, de entre aproximadamente un metro veinte y un metro y medio. Atisbe una telarana en un arbol, con una arana casi del tamano del gorrion que se habia posado en el centro de la misma.»15 Al ver caimanes en las riberas, el y Raleigh cogieron los rifles e intentaron dispararles desde el tren en marcha.

La inmensidad del paisaje sobrecogio a Jack, que ocasionalmente hacia bocetos de lo que veia como si quisiera absorberlo mejor, un habito que su padre habia arraigado en el. En una semana, los hombres llegaron a Corumba, una ciudad fronteriza cerca de la frontera boliviana y proxima al lugar donde Fawcett habia llevado a cabo sus primeras exploraciones. Este enclave marcaba el final de la linea ferroviaria y el de los confortables alojamientos. Aquella noche los exploradores pernoctaron en un sordido hotel. «Los servicios son muy primitivos -escribio Jack a su madre-. El [cuarto de bano] y la ducha combinados estan tan mugrientos que hay que ir con cuidado de donde se pisa, pero papa dice que en Cuyaba sera mucho peor.»16

Jack y Raleigh oyeron bullicio en el exterior y vieron, a la luz de la luna, siluetas desfilando de un extremo al otro de la ciudad, cantando y bailando, por la unica calle que estaba en buen estado. Era la ultima noche de Carnaval. Raleigh, a quien le gustaba salir de noche y beber «varios cocteles excelentes», se sumo al jolgorio. «Por cierto, ahora me encanta bailar -habia informado con anterioridad a su hermano-. Probablemente me consideres temerario, ?verdad?, pero aun asi supuse que tendria pocas ocasiones para evadirme en los proximos veinte meses mas o menos.»17

El 23 de febrero, Fawcett dijo a Jack y a Raleigh que cargaran el equipamiento a bordo del Iguatemi, un barco pequeno y sucio que estaba atracado en el rio Paraguay y que se dirigia a Cuiaba. Raleigh apodo al barco «la pequena banera». Estaba ideado para transportar a veinte pasajeros, pero mas del doble atestaban ya su cubierta interior. El aire apestaba a sudor y a la madera que ardia en la caldera. No habia camarotes privados y para colgar las hamacas tuvieron que abrirse paso a empellones. A medida que el barco se alejaba del muelle, rumbo al norte, Jack aprovecho para practicar el portugues con otros pasajeros, pero no asi Raleigh, quien carecia de esa facilidad para las lenguas y de la paciencia necesaria para captar mas que faz favor («por favor») y obrigado («gracias»). «Raleigh es un tipo divertido -escribio Jack-. Llama al portugues «ese maldito idioma farfullante» y no hace el menor intento de aprenderlo. En lugar de eso, se pone furioso con todo el mundo porque nadie habla ingles.»18

Por la noche, la temperatura descendia en picado y los exploradores debian abrigarse para dormir: camisas, pantalones y calcetines. Decidieron no afeitarse y en sus rostros pronto asomo una barba incipiente. Jack opinaba que Raleigh parecia un «maleante desesperado, como los que se ven en los thrillers del cine occidental».19

Cuando el barco viro hacia el rio Sao Laourenco y despues hacia el Cuiaba, los jovenes empezaron a conocer la amplia gama de insectos amazonicos. «La noche del miercoles llegaron a bordo en nubes -escribio Jack-. ?El techo del lugar donde comemos y dormimos estaba negro, literalmente negro! Tuvimos que dormir con la cara tapada con la camisa y el cuerpo cubierto con un chubasquero. Las termitas fueron otra plaga. Nos invadieron durante un par de horas, revoloteando alrededor de las luces hasta que se les desprendian las alas, y despues caian en el suelo y en la mesa por millones retorciendose.»20 Raleigh insistio en que los mosquitos eran «casi lo bastante grandes para inmovilizarte».21

Вы читаете La ciudad perdida de Z
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×