caballero y un hombre de personalidad atrayente»,54 dijo Galvao a un periodista tiempo despues.

Durante varios dias, los exploradores permanecieron alli, comiendo y descansando. Galvao sentia curiosidad por lo que habia atraido a los ingleses a un lugar tan inhospito. Fawcett, mientras le explicaba como se imaginaba Z, saco un extrano objeto envuelto en una tela. La desenvolvio con cuidado y dejo a la vista el idolo de piedra que le habia dado Haggard. Lo llevaba consigo como un talisman.

Los tres ingleses pronto volvieron a estar en marcha, rumbo al este, en direccion a Puesto Bakairi, donde en 1920 el gobierno habia establecido una guarnicion: «el ultimo punto de civilizacion», como los colonos se referian a el. Ocasionalmente, en la selva se abria un claro y los exploradores podian ver el sol cegador y las montanas en la lejania, tiznadas de azul. El camino se torno mas dificil y los hombres tuvieron que descender canones pronunciados y enlodados, y vadear rapidos entre grandes rocas. Uno de los rios era demasiado peligroso para que los animales lo cruzasen con la carga a lomos. Fawcett vio una canoa abandonada en la orilla opuesta y dijo que la expedicion podria utilizarla para transportar el equipo, pero que alguien tendria que ir hasta ella a nado, una hazana que implicaba, segun lo definio Fawcett, «un peligro considerable, que empeoro aun mas por una repentina y violenta tormenta».55

Jack se ofrecio voluntario y empezo a desnudarse. Aunque mas tarde admitio que estaba «muerto de miedo», comprobo que no tuviese ningun corte o rasguno que pudiera atraer a las piranas y se lanzo al rio. Sacudia con fuerza los brazos y las piernas oponiendo resistencia a las corrientes que amenazaban con arrastrarlo. Cuando emergio en la orilla opuesta, se subio a la canoa y regreso remando; su padre lo recibio ufano.

Un mes despues de que los exploradores partieran de Cuiaba y tras lo que Fawcett describio como «una prueba de paciencia y resistencia para experiencias de mayor envergadura» que les deparaban, los hombres llegaron al Puesto Bakairi. El asentamiento consistia en una veintena de chozas destartaladas, acordonadas con alambre de espino para protegerlas de las tribus agresivas. (Tres anos despues, otro explorador describio el puesto como «un agujerito en el mapa: aislado, desolado, primitivo y dejado de la mano de Dios».) 56 La tribu bakairi era una de las primeras en la region a las que el gobierno habia intentado someter a un proceso de aculturacion, y a Fawcett le horrorizo lo que denomino «los metodos brasilenos para civilizar a las tribus indigenas».57 En una carta destinada a uno de sus patrocinadores estadounidenses, observo: «Los bakairi no han dejado de morir desde que los han civilizado. Solo quedan unos ciento cincuenta».58 Y proseguia: «Los han traido aqui en parte para cultivar arroz, mandioca […] que luego se envia a Cuiaba, donde alcanza, en la actualidad, precios elevados. Los bakairi no reciben remuneracion alguna, visten harapos, en su mayoria uniformes gubernamentales caquis, y predomina la miseria general y la falta de higiene que esta provocando que todos enfermen».59

Fawcett fue informado de que una chica bakairi acababa de enfermar. Con frecuencia intentaba tratar a los nativos con su equipo medico, pero, a diferencia del doctor Rice, sus conocimientos eran limitados, y no pudo hacer nada para salvarle la vida. «Dicen que los bakairi estan muriendo a consecuencia de un fetiche [brujeria], pues hay un fetichista en el poblado que los odia -escribio Jack-. Ayer mismo murio una nina… ?por el fetiche, dicen!»60

El brasileno al mando del puesto, Valdemira, alojo a los exploradores en la recien construida escuela. Los hombres se remojaron en el rio para limpiarse la mugre y el sudor. «Todos nos hemos afeitado la barba y nos sentimos mejor sin ella»,61 dijo Jack.

Miembros de otras tribus remotas visitaban de cuando en cuando el Puesto Bakairi para conseguir provisiones, y Jack y Raleigh pronto vieron algo que los dejo atonitos: «Unos ocho indios salvajes, absolutamente desnudos»,62 segun escribio Jack a su madre. Los indigenas llevaban arcos de dos metros y flechas de un metro ochenta. «Para gran deleite de Jack, hemos visto aqui los primeros indios salvajes, salvajes desnudos del Xingu»,63 escribio Fawcett a Nina.

Jack y Raleigh se apresuraron a recibirlos. «Les dimos un poco de queso de guayaba -escribio Jack-, que les gusto muchisimo.»64

Jack intento llevar a cabo una rudimentaria autopsia: «Son gente menuda, de algo menos de metro sesenta, y muy corpulentos -escribio sobre los indigenas-. Solo comen pescado y verduras, nunca carne. Una mujer llevaba un magnifico collar hecho con discos diminutos de concha de caracol, cuya confeccion debio de requerir una tremenda paciencia».65

Raleigh, a quien Fawcett habia designado fotografo de la expedicion, preparo la camara y retrato a los indios. En una de las fotografias, Jack se coloco junto a ellos para dar muestra de «las estaturas comparativas»; los indios le llegaban por los hombros.

Por la noche, los tres exploradores fueron a la choza de barro donde se alojaban los indigenas. Un fuego iluminaba el interior y el aire estaba saturado de humo. Fawcett saco un ukelele y Jack un flautin que habian incluido en su equipaje. (Fawcett dijo a Nina que «la musica era un gran consuelo 'en la selva', y que podria incluso salvar de la locura a un hombre solo».)66 Los indios fueron congregandose a su alrededor, y Jack y Fawcett prolongaron el recital hasta bien entrada la noche; la musica envolvio al pueblo como una brisa.

El 19 de mayo, un dia fresco, Jack se desperto entusiasmado: era su vigesimo segundo cumpleanos. «Nunca me habia sentido tan bien»,67 le escribio a su madre. Para la ocasion, Fawcett permitio que se bebiera alcohol, y los tres exploradores celebraron el acontecimiento con una botella de licor brasileno. A la manana siguiente prepararon el equipo y los animales de carga. Al norte del puesto se veian las imponentes montanas y la jungla. Era, escribio Jack, un «territorio absolutamente inexplorado».68

La expedicion puso rumbo a aquella terra incognita. No se veian senderos definidos, y la luz que se filtraba a traves del dosel que formaban los arboles era escasa. Se esforzaban por ver no solo lo que pisaban sino tambien lo que habia en lo alto, pues era alli donde acechaban la mayoria de los depredadores. Sus pies se hundian en charcos de barro. Las manos les ardian por el uso de los machetes. La piel les sangraba por las picaduras de los mosquitos. Incluso Fawcett confeso a Nina: «Los anos pasan factura, pese al espiritu de entusiasmo».69

A Raleigh se le habia curado ya el pie, pero se le infecto el otro, y al quitarse el calcetin se llevo con el un considerable trozo de piel. Parecia estar desmoronandose; ya habia padecido ictericia, tenia un brazo hinchado y se sentia, segun sus propias palabras, «descompuesto».

Al igual que su padre, Jack tendia a la intolerancia con la debilidad ajena, y se quejo a su madre de que su amigo era incapaz de cargar con su parte de trabajo -iba a caballo, descalzo- y de que siempre se sentia asustado y abatido.

La selva agrandaba las fisuras que habian surgido a raiz del romance que Raleigh habia vivido en el barco. Abrumado por los insectos, el calor y el dolor en el pie, Raleigh fue perdiendo el interes en «la Busqueda». Ya no pensaba en regresar como un heroe: lo unico que queria, segun el, era montar un pequeno negocio y formar una familia. («?Los Fawcett pueden quedarse con toda mi racion de fama y disfrutarla cuanto les plazca!»,70 escribio a su hermano.) Cuando Jack hablo de la relevancia arqueologica de Z, Raleigh se encogio de hombros y dijo: «Eso es demasiado profundo para mi».71

«Me gustaria que [Raleigh] fuera mas listo, porque apenas puedo comentar nada con el ya que no sabe absolutamente nada -escribio Jack-. Solo conversamos sobre Los Angeles o Seaton. No se que hara durante un ano en 'Z'.»72

«Me encantaria que estuvieras aqui -dijo Raleigh a su hermano, y anadio-: ?Sabes?, hay un dicho en el que creo: 'Dos, compania; tres, multitud'. ?Y ahora lo estoy comprobando bastante a menudo!»73 Jack y Fawcett, afirmaba, trataban con cierta «inferioridad a los demas. Por eso a veces me siento 'fuera de todo'. Por supuesto, no lo demuestro […], pero, aun asi, como ya te he dicho, me siento 'terriblemente solo' y falto de una amistad verdadera».74

Nueve dias despues, los exploradores alcanzaron al fin el Dead Horse Camp, donde pudieron ver los «huesos blancos» del antiguo animal de carga de Fawcett. Los hombres se aproximaban al territorio de los belicosos suya y kayapo. En una ocasion, un indio describio a un periodista una emboscada que los kayapo habian tendido a su tribu. El y otros, escribio el periodista, huyeron a la otra margen del rio y «presenciaron a lo largo de toda la noche la macabra danza de sus enemigos alrededor de sus hermanos masacrados». Durante tres dias, los invasores permanecieron alli, tocando flautas de madera y danzando entre los cadaveres. Cuando finalmente se marcharon, los pocos indios que habian escapado regresaron a su poblado: no quedaba nadie con vida. «Las mujeres, a quienes creian que habrian perdonado la vida, yacian boca arriba; sus cuerpos exanimes estaban ya

Вы читаете La ciudad perdida de Z
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×