– De acuerdo, capitan. ?Han identificado el cuerpo?

– Aun no, pero creo que tenemos el vehiculo que utilizaron para trasladarlo. Es un Buick Super 47, verde, abandonado a media manzana de la obra en construccion. Tapiceria blanca con aparentes manchas de sangre. Denunciaron el robo a las diez de esta manana. Se lo llevaron del aparcamiento de un club de jazz de South Central. El dueno todavia estaba borracho cuando llamo. Habla con el para pedirle los detalles.

– ?Han buscado huellas digitales?

– Lo estan haciendo.

– ?Han registrado el terreno?

– No. Solo pude enviar al hombre de dactiloscopia.

– Diablos, capitan. Quiero este caso.

– Es tuyo. Pero sin publicidad. No quiero otro escandalo como el de la Dalia Negra.

– ?Se me concedera un colaborador?

Dietrich solto un suspiro largo y lento.

– Solo si la victima vale la pena. Por ahora, estas solo. Tenemos unicamente cuatro detectives, Danny. Si el caso no lo merece, no quiero desperdiciar otro hombre.

– Un homicidio es un homicidio, capitan -dijo Danny.

– Vamos, Danny. Tu sabes que no es asi.

– Si, senor -respondio Danny. Colgo y rodo sobre la cama.

El dia se habia puesto frio y encapotado. Danny puso la radio durante el viaje hasta Allegro; el hombre del tiempo anunciaba mas lluvias, tal vez inundaciones en los canones, y no habia noticias del horrendo asesinato. Al pasar frente a la obra en construccion, vio ninos jugando a la pelota en el barro y unos cuantos curiosos senalando la escena del espectaculo de la noche anterior. Aunque examinaran el terreno, ya no encontrarian nada.

La camioneta de dactiloscopia y el Buick abandonado estaban en la esquina. Danny advirtio que el sedan estaba bien aparcado, a quince centimetros de la acera, los neumaticos apuntalados para impedir que el vehiculo se deslizara cuesta abajo. Una pista psicologica: el asesino habia despachado brutalmente a la victima y habia trasladado el cuerpo desde quien sabe donde, pero habia tenido la serenidad para deshacerse friamente del coche -junto al lugar donde dejaba el cadaver-, lo cual significaba que quiza no habia testigos.

Danny rodeo la camioneta y aparco el Chevy. Vio las piernas del tecnico colgando del asiento del conductor del Buick. Al acercarse oyo la voz del dueno de las piernas:

– Huellas de guantes en el volante y en el salpicadero, agente. Sangre coagulada fresca en el asiento trasero, y una sustancia viscosa en el borde lateral.

Danny miro dentro y vio a un viejo agente de paisano espolvoreando la guantera y una delgada mancha de sangre seca con pelusa de tela de toalla blanca en el asiento trasero. El respaldo del asiento que estaba detras del conductor estaba regado de sangre, y la tela de toalla estaba mas adherida a los pegotes de sangre. El borde aterciopelado de la ventanilla tenia restos de aquella sustancia gelatinosa que el habia extraido en el deposito. Danny olio la viscosidad. Tenia el mismo aroma, entre medicinal y mentolado. Abrio y cerro las manos mientras reconstruia los hechos:

El asesino habia llevado a la victima hasta la obra en construccion como un chofer. El cadaver iba erguido en su bata de toalla blanca, la cabeza sin ojos meciendose contra el costado, rezumando ese balsamo o aceite. Los hilillos entrecruzados en el respaldo se debian a la sangre que manaba de los tajos de la espalda; la mancha de sangre del cojin se produjo al ladearse el cadaver cuando el asesino viraba bruscamente a la derecha.

– ?Oiga, agente!

El hombre de dactiloscopia se incorporo, obviamente irritado por la intromision.

– Mire, ahora tengo que espolvorear la parte de atras. Si no le molesta…

Danny miro el espejo retrovisor, vio que la posicion era extrana y se sento detras del volante. Otra reconstruccion: el espejo permitia una perfecta vision del asiento trasero, los hilillos de sangre y el borde embadurnado de viscosidad. El asesino lo habia puesto de un modo que le permitia controlar a la victima mientras conducia.

– ?Como te llamas, hijo?

El viejo tecnico estaba enfadado de veras.

– Agente Upshaw -respondio Danny-. Y no se moleste con el asiento trasero. Este sujeto es demasiado listo.

– ?Te molesta decirme como lo sabes?

La radio de la camioneta emitio un chasquido; el viejo salio del Buick meneando la cabeza. Danny memorizo la tarjeta de registro de direccion: Nestor J. Albanese, calle St. Andrews 1236, Los Angeles, Dunkirk-4619. Se pregunto si el asesino seria Albanese -una falsa denuncia de robo del auto- y desecho la idea por rebuscada; penso en la furia que se necesitaba para mutilar a la victima, la calma que se requeria para pasearla por Los Angeles en medio del trafico de Noche Vieja. ?Por que?

– Para ti, Upshaw -dijo el tecnico.

Danny fue hasta la camioneta y cogio el microfono:

– ?Si?

Una voz de mujer le respondio entre pitidos de estatica:

– Karen, Danny.

La telefonista Karen Hiltscher: la secretaria. A veces Danny retribuia sus favores con palabras dulces. La muchacha no entendia que Danny no estaba interesado en ella e insistia en usar el nombre de pila cuando hablaba por radio. Danny apreto el boton.

– Si, Karen.

– Han identificado tu 187. Martin Mitchell Goines, varon, blanco, nacido el 9/11/16. Dos arrestos por tenencia de marihuana, dos anos en una prision del condado por el primero, tres a cinco en una prision del estado por el segundo. En San Quintin le dieron libertad condicional a los tres anos y medio, en agosto del 48. Su ultimo domicilio conocido fue un establecimiento para convictos en la Calle Ocho y Alvarado. Estaba profugo, y el juez habia dictado una orden de arresto. En cuanto al empleo, figura como musico, registrado en la Sede Local 3126, en Hollywood.

Danny penso en el Buick robado frente a un club de jazz en el distrito negro.

– ?Tienes fotos?

– Acaban de llegar.

Danny puso su voz azucarada.

– Ayudame con el papeleo, preciosa. ?Podras hacer algunas llamadas?

Karen puso una voz planidera y gatuna, a pesar de la estatica.

– Claro, Danny. ?Pasaras a recoger las fotos?

– Veinte minutos. -Danny echo una ojeada y vio que el tecnico habia vuelto a su trabajo-. Eres un sol -anadio, esperando que la muchacha se lo creyera.

Danny llamo a Nestor J. Albanese desde un telefono publico de Allegro y Sunset. El hombre tenia la voz aspera y dolorida de la victima de una resaca; conto una aguardentosa version de lo que habia hecho en Noche Vieja, y tuvo que repetirla tres veces para que Danny lograra ordenarla cronologicamente.

Habia andado de club en club desde las nueve, visitando los tugurios que habia cerca de Slauson y Central: el Zombie, Bido Lito's, Tommy Tucker's Playroom, Malloy's Nest. Se habia ido de Malloy's Nest alrededor de la una, habia caminado hasta donde creia haber dejado el Buick. No estaba alli, asi que desanduvo el camino, borracho, pensando que habia aparcado el auto en una calle lateral. La lluvia lo empapaba, habia bebido mas de la cuenta. Tomo un taxi hasta su casa y desperto -todavia borracho- a las ocho y media. Volvio en taxi a South Central, busco el Buick durante una hora, no lo encontro y llamo a la policia para denunciar el robo. Cogio otro taxi y volvio de nuevo a su casa, donde el sargento de Hollywood Oeste le comunico que la nina de sus ojos tal vez hubiera servido como vehiculo de transporte en un caso de homicidio. Ahora, a las 3.45 de la tarde del dia de Ano Nuevo, queria recuperar su auto y nada mas.

Danny decidio eliminar a Albanese como sospechoso: el hombre era estupido, no tenia antecedentes delictivos y parecia sincero cuando negaba conocer a Martin Mitchell Goines. Danny le dijo que se le devolveria el Buick al

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