– Alrededor de las doce y veinte. Doy quince minutos de descanso a los muchachos. Como le decia, Martin falto a esa y al cierre de las dos. La unica vez que me ha fallado.
Danny indago la coartada de los Sultans.
– ?Los otros tres hombres estaban en el escenario durante las dos ultimas sesiones?
El gerente asintio.
– Asi es. Tocaron para una fiesta privada que yo celebraba despues. ?Que hizo Martin?
– Fue asesinado.
El mulato se ahogo con el humo que estaba inhalando. Carraspeo, tiro el cigarrillo al suelo y lo pisoteo.
– ?Quien cree que lo hizo?-jadeo.
– Ni usted ni los Sultans. Veamos: ?Goines tenia un habito?
– ?Habito de que?
– No se haga el tonto. Droga, H mayuscula, heroina. El gerente retrocedio un paso.
– No contrato a drogadictos.
– Claro que no. Y tampoco sirve alcohol de contrabando. Intentemos otra cosa: Martin y las mujeres.
– Nunca oi nada sobre eso.
– ?Enemigos? ?Alguien que le guardara rencor?
– Nada.
– ?Amigos, socios, hombres que preguntaran por el?
– No, no y no. Martin ni siquiera tenia familia.
Danny decidio sonreir, una tecnica de interrogatorio que practicaba ante el espejo del dormitorio.
– Lamento haber sido tan brusco.
– No es nada.
Danny se sonrojo, y espero que aquella loca iluminacion lo disimulara.
– ?Tiene un hombre vigilando el aparcamiento?
– No.
– ?Recuerda un Buick verde aparcado alli anoche?
– No.
– ?Sus empleados de cocina remolonean por alli?
– Hombre, mis empleados de cocina estan demasiado ocupados para remolonear por ninguna parte.
– ?Las camareras? ?Hacen algun «trabajito» despues del trabajo?
– Hombre, usted esta fuera de jurisdiccion y muy fuera de lugar.
Danny aparto al mulato y se abrio paso entre los clientes para llegar al escenario. Los Sultans lo vieron venir e intercambiaron miradas: gente acostumbrada a la policia. El bateria dejo de arreglar su equipo; el trompetista retrocedio y se quedo junto a las cortinas que daban tras el escenario; el saxofonista dejo de ajustar la boquilla y se planto donde estaba.
Danny subio a la plataforma. La luz blanca y caliente le obligo a parpadear. Calculo que el saxofonista era el jefe y opto por una tactica suave. El interrogatorio tenia demasiado publico.
– Departamento del sheriff. Es por Martin Goines.
El bateria le respondio.
– Martin esta limpio. Acaba de curarse.
Una pista. Un ex convicto sacando la cara por otro.
– No sabia que era adicto.
El saxofonista resoplo.
– Durante anos, pero logro desengancharse.
– ?Donde?
– En el Hospital Estatal de Lexington, Kentucky. ?Es por la libertad condicional?
Danny retrocedio para captar a los tres hombres de un vistazo.
– Anoche asesinaron a Martin. Creo que lo secuestraron cerca de aqui, despues de la sesion de medianoche.
Tres reacciones limpias: el trompetista se asusto, probablemente temeroso de la policia por principio; el bateria temblo; el saxofonista se intimido, pero reacciono con furia.
– Todos tenemos coartadas, por si no lo sabe.
Danny penso: Martin Mitchell Goines, en paz descanses.
– Lo se, asi que nos limitaremos a la rutina habitual. ?Martin tenia enemigos que ustedes conozcan? ?Problemas con mujeres? ?Otros adictos que lo acuciaran?
– Martin era un cero a la izquierda -contesto el saxofonista-. Lo unico que se es que renuncio a su libertad condicional. Deseaba tanto abandonar la droga que se fue a Lexington como profugo. Hay que tener agallas. Es un hospital federal, y pudieron haber averiguado quien era. Un cero a la izquierda. Ni siquiera sabiamos donde vivia.
Danny reflexiono y miro al trompetista asomado tras las cortinas, aferrando el instrumento como si fuera un amuleto para espantar demonios.
– Creo que tengo algo para usted -intervino el trompetista.
– ?Que?
– Martin me dijo que tenia que encontrarse con un sujeto despues de la sesion de medianoche, y vi que cruzaba hasta el aparcamiento del Zombie.
– ?Menciono algun nombre?
– No, solo un sujeto.
– ?Comento algo mas sobre el? ?Que iban a hacer… algo por el estilo?
– No, y dijo que volveria enseguida.
– ?Usted cree que fue a comprar droga?
El saxofonista clavo en Danny sus ojos azul claro.
– Mire, le he dicho que Martin estaba limpio y queria seguir limpio.
El publico empezo a abuchear; bolas de papel pegaron contra las piernas de Danny. Parpadeo ante las luces y sintio que el sudor le empapaba el cuerpo. Alguien lo insulto y lo aplaudieron; un ala de pollo medio mordida choco contra la espalda de Danny. El saxofonista le sonrio, lamio la boquilla y le guino el ojo. Danny contuvo las ganas de hacerle tragar el saxo y se largo del club deprisa, por una salida lateral.
El aire nocturno le enfrio el sudor y lo hizo temblar; la pulsacion del neon le lastimo los ojos. Los borbotones de musica se mezclaban con estrepito y el sonambulo negro de la azotea del Zombie parecia anunciar el fin del mundo. Danny camino directamente hacia la aparicion.
El portero miro la placa con respeto y le cedio el paso a cuatro paredes de humo y ruidos rechinantes: la banda del frente de la sala llegaba a un crescendo. La barra estaba a la izquierda. Tenia forma de ataud y ostentaba el emblema del sonambulo. Danny se acerco, aferro un taburete, llamo con el dedo a un hombre blanco que secaba vasos.
El camarero apoyo una servilleta ante el.
– ?Un burbon doble! -aullo Danny por encima del bullicio. Aparecio un vaso; Danny engullo el trago; el camarero volvio a llenar el vaso. Danny bebio de nuevo y sintio que los nervios se le calmaban. La musica termino con un estruendo chillon; las luces se encendieron entre grandes aplausos. Cuando terminaron los aplausos, Danny busco en el bolsillo. Extrajo un billete de cinco dolares y las fotos de Goines.
– Dos dolares por las copas -dijo el camarero.
Danny se guardo los cinco en el bolsillo de la camisa y le mostro las fotos.
– ?Le conoce?
El hombre entorno los ojos.
– ?Es mayor ahora? ?Lleva otro corte de pelo?
– Estas fotos tienen seis anos. ?Lo ha visto?
El camarero saco unas gafas del bolsillo, se las puso y sostuvo las fotos a cierta distancia.
– ?Sopla por aqui?
Danny no entendio y se pregunto si seria una alusion sexual.
– ?Que quiere decir?
– Si es musico, si toca por aqui.