Layman solto un suspiro largo y exasperado.

– La causa de la muerte fue una sobredosis de heroina. Se la inyectaron en una vena junto a la columna vertebral. Lo hizo el homicida, pues la victima no podria haber llegado alli. Le pusieron la toalla en la boca para absorber la sangre cuando la heroina llego al corazon de la victima y le revento las arterias, lo cual significa que el homicida tenia conocimientos elementales de anatomia.

– Demonios -exclamo Danny.

– Un comentario apropiado, pero la cosa se pone peor. He aqui algunos detalles incidentales:

»Primero, no habia heroina residual en la corriente sanguinea. La victima ya no era adicta, aunque los pinchazos en los brazos indican que lo habia sido. Segundo, la muerte se produjo entre la una y las dos de la madrugada, y las magulladuras del cuello y los genitales eran post mortem. Los tajos de la espalda tambien se produjeron despues de la muerte, seguramente con hojas de afeitar sujetadas con un mango de pino o una maquina. Hasta ahora, brutal, pero nada nuevo para mi. Sin embargo…

Layman hizo su clasica pausa de orador universitario. Danny, sudando burbon, urgio:

– Vamos, doctor.

– Bien. La sustancia que habia en las cuencas oculares era una pomada lubricante. El asesino inserto el pene en las cuencas y eyaculo, por lo menos dos veces. Encontre seis centimetros cubicos de semen deslizandose hacia la boveda craneana. Cero positivo, el tipo de sangre mas comun entre los blancos.

Danny abrio la puerta de la cabina; oyo algunos acordes y vio a Coleman Healy arqueandose mientras alzaba el saxo hacia el techo.

– ?Las mordeduras del torso?

– En mi opinion no son humanas -respondio Layman-. Las heridas estaban demasiado extendidas para sacar moldes. No hay modo de obtener marcas dentales viables. Ademas, el asistente que se encargo del cadaver despues de que tu representaras tu pequeno numero froto la zona afectada con alcohol, asi que no pude obtener muestras de saliva o jugo gastrico. Solo encontre la sangre de la victima, AB positivo. ?Cuando descubriste el cuerpo?

– Poco despues de las cuatro.

– Entonces es poco probable que se trate de animales carroneros de las colinas. De todos modos, las heridas estan demasiado localizadas para que esta teoria sea valida.

– Doctor, ?esta seguro de que son marcas de mordeduras?

– Sin duda. La inflamacion que rodea las heridas esta hecha con la boca. Es demasiado ancha para ser humana…

– ?Piensa usted…?

– No interrumpas. Tal vez el asesino embadurno la zona afectada con sangre y dejo que algun perro feroz y bien adiestrado se lanzara sobre la victima. ?Cuantos hombres trabajan en el caso, Danny?

– Solo yo.

– ?Identificacion? ?Pistas?

– Eso anda bien, doctor.

– Echale el guante.

– Lo hare.

Danny colgo y salio. El aire frio aplaco el calor que le habia dado el burbon y le ayudo a reflexionar. Ahora tenia tres pistas claras:

Las mutilaciones homosexuales coincidian con la observacion de Coleman Healy de que Martin Goines era «marica», y que su acompanante con aire de «mujercita» se parecia al hombre alto y canoso que el camarero habia visto con Goines, enfilando hacia el Buick robado la noche anterior, una hora antes del momento estimado de la muerte. La sobredosis de heroina era la causa de la muerte; el camarero habia dicho que Goines se contoneaba como si estuviera drogado, y tal vez esa pequena cantidad de droga habia sido precursora de la inyeccion que le revento el corazon; sin olvidar la previa adiccion y la reciente rehabilitacion de Goines. Al margen de las posibles mutilaciones con animales, tenia una pista solida: el hombre alto y canoso, una «mujercita» capaz de conseguir heroina, jeringas hipodermicas y persuadir a un heroinomano reformado de drogarse para celebrar la Noche Vieja.

Y aun no habia conseguido ayuda de la policia de Los Angeles sobre los expendedores locales de heroina; una extorsion entre drogadictos era la unica jugada logica.

Danny cruzo hasta Tommy Tucker's Playroom, encontro una mesa vacia y pidio cafe para combatir el efecto del alcohol. Tocaban baladas. Las paredes estaban tapizadas con rayas de cebra y un empapelado barato con un motivo selvatico, arrugado por antorchas cuyas llamadas lamian el techo. Otro foco potencial de incendio, capaz de echar al traste la manzana entera. El cafe negro y fuerte lo despejo; la musica era suave, caricias para las parejas: tortolos que se cogian de la mano y bebian combinados de ron. La atmosfera le recordo San Berdoo en el ano 39, el y Tim viajaron en un Oldsmobile robado a un baile de promocion en un pueblo, se cambiaron de ropa en su casa mientras su madre hojeaba la revista Watchtowers frente a la tienda Coulter's. En ropa interior, manoseos y bravuconadas, bromas sobre los sustitutos para las muchachas; Timmy con Roxanne Beausoleil frente al gimnasio esa noche: los dos sacudieron tanto el Oldsmobile que casi estropearon la suspension. El, el timido del baile, no quiso hacerlo con Roxanne, bebio ponche con especias, se puso sensiblero con las canciones lentas.

Danny acallo los recuerdos con trabajo de policia: busco infracciones a las normas de higiene y seguridad, a los reglamentos sobre bebidas alcoholicas, alguna transgresion. El portero dejaba entrar a menores; negras altas con vestidos con corte daban vueltas buscando clientes; habia una sola salida lateral en una sala enorme donde la temperatura resultaba sofocante. Paso el tiempo, la musica subio de tono y luego volvio a ser suave, el cafe y los vistazos constantes le mantenian en guardia. Luego dio con algo. Vio a dos negros cerrando un trato junto a las cortinas de la salida: dinero por algo que cabia en la mano, una rapida salida al aparcamiento.

Danny conto hasta seis y los siguio. Abrio la puerta y miro al exterior. El que habia cogido el dinero caminaba a grandes zancadas hacia la acera; el otro estaba dos filas de coches mas alla, abriendo la portezuela de un vehiculo coronado por una larga antena. Danny le dio treinta segundos para inyectarse, encender o esnifar, luego extrajo la 45, se agacho y se acerco.

El coche era un Mercedes color lavanda; volutas de humo de marihuana salian por las ventanillas. Danny aferro la puerta del conductor y la abrio de golpe; el negro grito, solto el cigarrillo y retrocedio al ver el revolver que tenia ante la cara.

– Departamento del sheriff -espeto Danny-. Las manos en el salpicadero. Despacio o te liquido.

El joven obedecio a camara lenta. Danny le apoyo el canon de la 45 bajo la barbilla y lo cacheo: bolsillos de la chaqueta, la cintura por si escondia armas. Encontro una billetera de piel de cocodrilo, tres cigarrillos de marihuana, ninguna pieza de artilleria; abrio la guantera y encendio la luz del salpicadero. El muchacho intento decir algo; Danny le hundio el revolver con mas fuerza, cortandole la respiracion y obligandole a callar.

El tufo del cigarrillo era apestoso; Danny encontro la colilla en el asiento y la apago. Con la mano libre abrio la billetera, extrajo el permiso de conducir y mas de cien dolares en billetes de diez y de veinte. Se guardo el dinero en el bolsillo y leyo el carne: Carlton W. Jeffries, un metro sesenta, nacido el 19/6/29, calle Noventa y Ocho Este 439 1/4, Los Angeles. Una rapida revista a la guantera le permitio encontrar un registro de vehiculos automotores con el mismo titular y un fajo de multas impagadas en sus respectivos sobres. Danny guardo el carne, los cigarrillos, el dinero y el registro en un sobre y lo arrojo al suelo; aparto la 45 de la barbilla del chico y uso el canon para hacerle volver la cabeza. De cerca, vio a un sujeto marron chocolate al borde de las lagrimas. Movia los labios y la nuez de Adan, resollando para recobrar el aliento.

– Informacion o un minimo de cinco anos en una prision estatal -bramo Danny-. Lo que prefieras.

Carlton W. Jeffries encontro su voz: aguda, chillona.

– ?Que cree usted?

– Creo que eres listo. Dame lo que quiero y manana te envio este sobre por correo.

– Me lo podria devolver ahora. Por favor, necesito ese dinero.

– Quiero datos. Si te haces el listo y me pasa algo, estas frito. Tengo pruebas, mas la confesion que acabas de hacer.

– ?Hombre, yo no he confesado nada!

– Claro que si. Has vendido medio kilo por semana. Eres el camello mas importante de la zona sur.

– ?Hombre!

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