– El trombon en Bido Lito's.
El camarero chasqueo los dedos.
– Eso es. Si le conozco. Martin algo. Se toma una copa aqui entre una sesion y otra. Lo ha hecho desde Navidad, porque el bar de Bido Lito's no atiende a los empleados. Un bebedor ansioso, como…
Como usted. Danny sonrio. El burbon lo habia calmado.
– ?Lo vio anoche?
– Si, en la calle. El y otro fulano se dirigian a un coche, a la esquina de la Sesenta y Siete. Parecia mareado, tal vez…
Danny se inclino hacia delante.
– ?Tal vez que? Sin rodeos.
– Tal vez drogado. Si uno trabaja un tiempo en clubes de jazz, se van atando cabos. Ese sujeto, Martin, caminaba como si fuera de goma, como si estuviera drogado. El otro lo rodeaba con el brazo, y lo ayudaba a avanzar hacia el coche.
– Ahora despacio. La hora, una descripcion del coche y del otro hombre. Despacio.
Los clientes empezaban a formar un enjambre alrededor de la barra: negros con trajes chillones, sus mujeres medio paso atras, todas maquilladas para parecerse a Lena Horne. El camarero miro a los clientes, miro de nuevo a Danny.
– Tenia que ser entre las 12.15 y las 12.45. Martin y el otro cruzaban la acera. Se que el coche era un Buick, porque tenia esos agujeros redondos en el flanco. Solo recuerdo que el otro era alto y canoso. Los vi de soslayo, y pense: «Me gustaria tener tanto pelo.» ?Puedo atender a la clientela?
Danny estaba a punto de decir que no; el camarero se volvio hacia un joven de barba con un saxo alto colgado del cuello.
– Coleman, ?conoces a ese trombon blanco de Bido's? Martin no se que.
Coleman se acerco al mostrador, cogio dos punados de hielo y se los apreto contra la cara. Danny lo estudio: alto, rubio, casi treinta anos, apuesto y desalinado, como el protagonista masculino de esa comedia musical que Karen Hiltscher lo habia arrastrado a ver. Tenia la voz floja, exhausta.
– Claro. Mal musico, por lo que oi. ?Por que?
– Habla con este caballero. Es policia. El te dira por que.
Danny senalo el vaso, rebasando en dos copas su limite de cada noche. El camarero lleno el vaso y se escabullo
– ?Esta con la Doble Siete?-pregunto el saxo alto.
Danny bebio el trago e impulsivamente tendio la mano.
– Me llamo Upshaw. Hollywood Oeste, Departamento del sheriff.
Se dieron la mano.
– Coleman Healy. Cleveland, Chicago y el planeta Marte. ?Se ha metido Martin en algun lio?
El burbon habia entibiado demasiado a Danny, se aflojo la corbata y se acerco a Healy.
– Anoche lo asesinaron.
Healy torcio el gesto. Danny vio que cada uno de los atractivos rasgos se sacudia espasmodicamente, aparto la mirada para dejar que el otro recobrara la compostura. Cuando se volvio, Healy se estaba sentando ante el mostrador. Danny rozo con la rodilla el muslo del saxo alto: estaba muy tenso.
– ?Le conocia bien, Coleman?
Ahora la cara de Healy aparecia demacrada bajo la barba.
– Charlamos un par de veces en Navidad, aqui mismo. Nada importante. El nuevo disco de Bird, el tiempo. ?Tiene idea de quien fue?
– La pista de un sospechoso: un hombre alto y canoso. El camarero lo vio anoche con Goines, caminando hacia un coche aparcado en Central.
Coleman acaricio las teclas del saxo.
– Vi a Martin con un tipo asi un par de veces. Alto, maduro, con aire respetable. -Hizo una pausa y anadio-: Mire, Upshaw, no me gusta hablar mal de los muertos, pero ?puedo darle una opinion personal… con discrecion?
Danny deslizo el taburete hacia atras para verle bien la cara. Healy parecia ansioso de ayudar.
– Adelante, las opiniones a veces son utiles.
– Bien, creo que Martin era marica. El fulano de mas edad tenia facha de mujercita. Los dos se acariciaban con los pies bajo la mesa. Cuando lo note, Martin se aparto del otro, como un chico al que sorprenden con la mano en el tarro de las galletas.
Danny dio un respingo, pensando en las etiquetas que habia desechado porque le parecian demasiado toscas y contrarias al espiritu de Vollmer y Maslick: «Muerte de un bujarron.» «Mutilacion de un mariquita.»
– Coleman, ?podria identificar al otro hombre?
Healy jugueteo con el saxo.
– No creo. Aqui la luz es rara, y lo que acabo de decirle es solo una impresion.
– ?Vio usted a ese hombre antes o desde esas charlas con Goines?
– No, nunca a solas. Y estuve aqui toda la noche, por si piensa que fui yo.
Danny meneo la cabeza.
– ?Sabe si Goines se drogaba?
– No. Le gustaba demasiado el alcohol para ser adicto.
– ?Sabe que otras personas lo conocian? ?Otros musicos de la zona?
– Nada. Solo charlamos un par de veces.
Danny extendio la mano; Healy la torcio hacia abajo, transformando el saludo convencional en un apreton de jazzista.
– Nos vemos en la iglesia -se despidio, y se encamino hacia el escenario.
Muerte de un marica.
Mutilacion de un invertido.
Coleman Healy subio al escenario e intercambio palmadas con los demas musicos. Gordos y cadavericos, picados de viruela, grasientos y con aire enfermo, parecian fuera de lugar junto al elegante saxo alto, como la foto de una escena del delito con borrones que alteraban la simetria y destacaban detalles donde no debian. La musica empezo: el piano le cedio una melodia machacona a la trompeta, la bateria intervino, el saxo de Healy gimio, vibro, descompuso el refran basico en variaciones. La musica degenero en ruido; Danny vio varios telefonos cerca de los aseos y volvio a su trabajo.
Su primera moneda le puso en contacto con el jefe de guardia de la Setenta y Siete. Danny explico que era un detective del Departamento del sheriff que trabajaba en un homicidio: un jazzista y presunto drogadicto mutilado y abandonado cerca del Strip. Al parecer la victima ya no se drogaba, pero aun asi queria una lista de los vendedores locales de heroina. El asesinato podia estar relacionado con drogas.
– ?Como anda Mickey?-pregunto el jefe de guardia. Y antes de colgar anadio-: Presente una solicitud por canales oficiales.
Irritado, Danny marco el numero personal del doctor Layman en el deposito de cadaveres de la ciudad, mirando de reojo el escenario. El patologo respondio al segundo timbrazo.
– ?Si?
– Danny Upshaw, doctor.
Layman rio.
– Danny Ambicioso… Acabo de hacer la autopsia del cadaver que intentaste usurpar.
Danny contuvo el aliento y dejo de mirar a Coleman Healy, que giraba con el saxo.
– ?Si? ?Y?
– Y primero una pregunta. ?Metiste un depresor en la boca del cadaver?
– Si.
– Agente, nunca introduzcas elementos extranos en cavidades interiores sin haber examinado totalmente el exterior. El cadaver tenia cortes con astillas de madera en toda la espalda. Pino. Y tu le metiste un trozo de pino en la boca, dejando fragmentos similares. ?Te das cuenta que podrias haber estropeado mi analisis?
– Si, pero era obvio que la victima fue estrangulada con una toalla o un cinturon de tela… Las fibras lo indicaban claramente.