Johnny Stompanato era su contacto para obtener informacion sobre el gran jurado: de Ellis Loew a Mickey y a Johnny, y todo parecia material de 24 quilates.

Loew iniciaria la presentacion de pruebas la semana siguiente: una sincronizacion perfecta, pues la UAES aun soportaba el embate de articulos en la radio y la prensa donde se la culpaban por la carniceria de Gower Gulch. Herman Gerstein, Howard Hughes y otros dos duenos de estudios cinematograficos habian dicho a Loew que echarian a la UAES el dia en que se reuniera el gran jurado, violando el contrato del sindicato a partir de clausulas en letra pequena relacionadas con la expulsion por actividades subversivas.

Mas buenas noticias de Johnny: Terry Lux habia sufrido un ataque de apoplejia, resultado de una «prolongada privacion de oxigeno» provocada por un fajo de dinero en la boca y una arteria reventada en la mano derecha. Se estaba recuperando bien, pero los tendones inutilizados de esa mano le impedirian volver a practicar la cirugia. Mickey Cohen habia subido el precio de Meeks a veinte mil dolares, pero Buzz elevo su paga por el trabajo de Minear a veinticinco mil para que Stompanato no le metiera una bala en la cabeza. Mick habia perdido la cabeza por Audrey: habia levantado un altar con recuerdos de Audrey: sus fotos publicitarias de strip- teaser, la ropa que llevaba cuando trabajaba en el Burbank en el 38. Mickey escondio todos sus recuerdos en el dormitorio de su guarida, donde se pasaba horas suspirando. A veces se le oia llorar como un nino.

Y Turner Meeks, dueno del verdadero amor de la Chica Explosiva, engordaba cada vez mas con pato moo shu, cerdo agridulce, chop suey de gambas y kowlon de carne: una buena cantidad de ultimos deseos del condenado. Y con la muerte a un paso, sabia que habia dos cosas que queria averiguar antes de meter el cuello en la soga: toda la historia de Coleman, y por que la UAES aun no habia puesto en practica su plan extorsivo contra los estudios, fuera cual fuese. Y tenia la corazonada de que sabia donde conseguir las respuestas.

Buzz fue a la recepcion del motel, cambio un billete de cinco por monedas y camino hasta la cabina telefonica del aparcamiento. Saco la lista de residencias que habia arrancado de las Paginas Amarillas el dia del tiroteo y se puso a llamar, haciendose pasar por policia. Se imagino que Lesnick se ocultaria bajo un nombre falso, pero aun asi daba a los empleados el nombre verdadero, describiendolo como un «viejo», «judio», «victima terminal de un cancer pulmonar». Era tres dolares y diez centavos mas pobre cuando una muchacha dijo:

– Por la descripcion parece el senor Leon Trotski.

A continuacion le dijo que el viejo se habia ido a pesar de los consejos medicos y habia dejado una direccion: el Seaspray Motel, Hibiscus Lane 10671, Redondo Beach.

Una broma comunista sin gracia le habia facilitado las cosas.

Buzz fue a una casa de alquiler de coches y consiguio un sedan Ford, pensando que parecia bastante lujoso para ser el coche de un fugitivo. Pago el alquiler de una semana por adelantado, mostro al empleado su permiso de conducir y pidio papel y lapiz. El empleado accedio. Buzz escribio:

Doctor Lesnick:

Colabore un tiempo con la gente del gran jurado. Presencie la muerte de Coleman y Reynolds Loftis y se lo que ocurrio con ellos del ano 42 al 44. No he revelado a nadie esta informacion. Si no me cree, mire los periodicos. Debo largarme de Los Angeles porque tengo un problema y me gustaria hablar con usted sobre Coleman. No confiare al gran jurado lo que usted me diga: me perjudicaria hacerlo.

T. Meeks

Buzz se dirigio al Seaspray Motel, esperando que con la muerte de Mal la Fiscalia hubiera interrumpido la busqueda de Lesnick. Era una propiedad frente a la playa, al final de un callejon sin salida; la oficina tenia forma de cohete apuntando a las estrellas. Buzz entro y llamo al recepcionista.

Un joven lleno de granos salio de la trastienda.

– ?Quiere una habitacion?

– ?Aun esta vivo el senor Trotski?-pregunto Buzz.

– Apenas. ?Por que?

Buzz le dio el mensaje y un billete de cinco.

– ?Esta?

– Siempre esta. Aqui o en la playa. ?Adonde quiere que vaya? ?A bailar?

– Dale el mensaje, hijo, y guarda los cinco. Si dice que si, Abraham Lincoln tiene un hermano.

El chico de los granos le indico que esperara fuera, Buzz aguardo junto al coche mientras el chico caminaba por la calzada y golpeaba una puerta. La puerta se abrio, el muchacho entro; un instante despues salio con dos sillas de playa. Un viejo encorvado le aferraba el brazo. La corazonada era cierta: Lesnick queria que alguien lo escuchara antes de irse.

Buzz dejo que se acercaran. El viejo extendia las manos, tenia los ojos vidriosos por la enfermedad, la tez terrosa, y parecia hundido en todas partes. La voz era fuerte, y la sonrisa que la acompanaba indicaba que estaba orgulloso de ello.

– ?Senor Meeks?

Buzz le dio la mano con suavidad, temiendo romperle los huesos.

– Si, doctor.

– ?Y cual es su rango?

– No soy policia.

– ?No? ?Y que hacia con el gran jurado?

Buzz le dio cinco dolares al empleado y cogio las sillas de playa. El chico se fue sonriendo, Lesnick aferro el brazo de Buzz.

– ?Por que, entonces? Pense que todos los esbirros de Ellis Loew eran policias.

Lesnick no pesaba casi nada. Una pequena brisa hubiese arrastrado al viejo hasta Catalina.

– Lo hice por dinero -respondio Buzz-. ?Quiere hablar en la playa?

Lesnick senalo un lugar, cerca de unas rocas, donde no habia botellas ni envoltorios de golosinas. Buzz lo llevo hasta alli, y las sillas le resultaban mas pesadas que el hombre. Puso las sillas una frente a otra, cerca, para poder oir si la voz del doctor se debilitaba; lo acomodo y vio como se arropaba en su bata.

– Senor Meeks, ?sabe como me convencieron para que diera informacion?-dijo Lesnick.

Tipica conducta de soplon: tenia que justificarse. Buzz se sento y comento:

– No estoy seguro.

Lesnick sonrio, satisfecho de poder contarlo.

– En 1939, representantes del gobierno federal me ofrecieron la oportunidad de permitir que mi hija saliera de la prision de Tehachapi, donde estaba encerrada por haber atropellado a un hombre. Entonces yo era el analista oficial del PC de Los Angeles, y segui siendolo. Me dijeron que si les brindaba acceso a mis archivos para una evaluacion, para la investigacion realizada en 1940 por el fiscal general del estado y otras investigaciones futuras, pondrian en libertad a Andrea de inmediato. Como mi hija debia pasar en prision no menos de cuatro anos mas y me habia contado historias terribles acerca de los abusos de las carceleras y sus companeras, no vacile un instante en aceptar.

Buzz dejo que Lesnick recuperara el aliento y hablo de Coleman.

– Y la razon por la cual no entrego las fichas de Loftis del 42 al 44 era porque Coleman figuraba en todas partes. ?Correcto?

– Si. Habria significado mucho sufrimiento innecesario para Reynolds y Coleman. Antes de entregar los archivos, busque otras referencias a Coleman. Chaz Minear aludia a el, pero solo tangencialmente, asi que entregue su ficha. Hice lo mismo cuando entregue mis archivos a los investigadores del HUAC, pero menti y les dije que habia perdido la ficha de Loftis. Pense que Ellis Loew no se creeria esta mentira, asi que guarde la ficha de Reynolds con la esperanza de morir antes de que me la pidieran.

– ?Por que no quemo la maldita ficha?

Lesnick tosio y se arrebujo en la bata.

– Tenia que seguir estudiando el caso. Me apasionaba. ?Por que abandono usted el gran jurado? ?Escrupulos morales ante los metodos de Ellis Loew?

– No crei que la UAES valiera la pena.

– Su declaracion sobre los periodicos le da credibilidad, y me pregunto cuanto sabe usted exactamente.

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