mayordomo de uniforme les abrio la puerta. La pareja subio al coche y se marcho. La puerta giratoria volvio a girar y Armand y su amigo aparecieron y se dirigieron directamente al Nissan. Pasaron varios segundos, luego se encendieron los faros y el coche paso por delante de ellos, con sus luces iluminando a Raymond fugazmente al pasar. Unos segundos mas y Raymond abrio la puerta y salio al fresco de la noche, con el alegre paquete bajo el brazo.

Con su barba cuidada, desenvuelto, el pelo negro azabache peinado hacia atras con estilo, y vestido con un traje a medida gris marengo, tenia todo el aspecto de un joven ejecutivo triunfador dispuesto a disfrutar de una velada intima con una joven atractiva. Esto era precisamente lo que tenia en mente, aunque la intimidad seria mucho mas trascendental de lo normal.

Volvio a echarse el pelo hacia atras y luego miro hacia el Crillon, con su fachada elegantemente iluminada contra el cielo nocturno, y se dirigio hacia la puerta.

Dos semanas despues de cumplir veinticuatro anos y por primera vez en lo que le parecia un tiempo excesivamente largo, se sentia realmente vivo. Hasta con mas energias de las que habia sentido aquella manana, cuando se encontro y mato a Jean-Luc y luego a Dan Ford en el rio, a oscuras y bajo una lluvia torrencial. La pequena cojera con la que andaba parecia trivial, al igual que los pequenos dolores que arrastraba como resultado de las varias operaciones y rehabilitaciones fisicas a las que se habia sometido durante lo que le parecio una eternidad pero que habia durado -gracias principalmente al chaleco de kevlar que le habia cogido a John Barron y que llevaba en el tiroteo de las vias- apenas cuatro meses. Durante aquel periodo, la baronesa habia manipulado delicadamente a los personajes principales hasta meterlos en la posicion anterior, y ahora las cosas avanzaban a buen ritmo y operaban dentro del mismo esquema preciso y contenido que habian utilizado al principio. Solo que ahora Neuss estaba muerto y «las piezas» estaban en posesion de ellos. Era una hazana doble de la que estaban seguros que sir Peter Kitner debia de sospechar que eran los responsables aunque no pudiese hacer nada al respecto. Sin embargo, debia de tener mucho miedo por su familia y por el mismo, aunque fuera un miedo que no podia compartir con nadie. Seria mas intenso a medida que transcurrieran los dias porque no tendria mas idea ahora de lo que estaban planeando de la que habia tenido antes, cuando Neuss se marcho a Londres de manera tan precipitada. Como resultado, no podia hacer nada mas que aumentar la guardia a su alrededor y el de su familia y avanzar hacia lo que iba a ser el momento estrella de su vida. Y al hacerlo, caeria de cuatro patas en su trampa.

Veinte pasos mas y Raymond alcanzo la puerta giratoria del Crillon. El mayordomo lo saludo mientras entraba. Dentro, el elegante vestibulo estaba animado por una ruidosa reunion de huespedes del hotel y de parisinos que habian salido a disfrutar de la noche. Se detuvo un momento y miro por todo el salon, y luego se dirigio hacia el mostrador de recepcion que habia al fondo.

Estaba a medio camino cuando los fuertes focos de las camaras de television le llamaron la atencion y vio un pequeno grupo de gente alrededor de dos hombres de negocios que eran entrevistados por los periodistas. Al acercarse no pudo creer lo que vio: el majestuoso industrial de pelo blanco de los medios de comunicacion y millonario, el mismisimo sir Peter Kitner. Le acompanaba su hijo de treinta anos, Michael, presidente de su imperio y, supuestamente, su heredero.

Entonces vio al tercer hombre, inmediatamente a la derecha de Kitner. Era el doctor Geoffrey Higgs, un antiguo cirujano de la Royal Air Force y medico personal, guardaespaldas y jefe de inteligencia de Kitner. Higgs, un hombre con una forma fisica excepcional, la mandibula prominente y un corte de pelo moderno, llevaba un pequeno auricular en el oido izquierdo y un micro todavia mas diminuto pegado en la solapa del abrigo. Alla donde iba Kitner iba Higgs con su cuerpo de seguridad invisible con el que estaba conectado electronicamente.

Raymond tenia que haber seguido su camino, pero en vez de eso, se metio en el espacio relativamente oscuro que habia detras del grupo de periodistas y del haz de luz de las camaras y focos de television mientras Kitner era entrevistado acerca de la reunion de altisimo nivel a la que acababan de asistir el y su hijo. ?Era cierto, queria saber la prensa francesa, que su empresa con sede en Estados Unidos MediaCorp estaba tratando de comprar la cadena francesa de television TV5?

Raymond sentia que se le aceleraba el pulso mientras miraba como Kitner toreaba la respuesta.

– Todo esta en venta, ?no? -dijo Kitner en frances-. Hasta MediaCorp. Es sencillamente cuestion de precio.

Este era el Peter Kitner que Raymond habia conocido durante toda su vida adulta. Sobre el se habian escrito best-sellers; era protagonista de infinidad de articulos y reportajes en revistas y periodicos y lo habian entrevistado cientos de veces por television. Pero esta erala primera vez que Raymond lo veia en persona en muchos anos, y lo repentino del encuentro lo pillo por total sorpresa.

Sin embargo, aqui estaba, de pie a oscuras a solo unos cuantos palmos de el, y Raymond sabia perfectamente que podia simplemente abalanzarse y matarle en un abrir y cerrar de ojos. Pero hacerlo echaria por tierra todo lo que el y la baronesa llevaban anos planeando cuidadosamente mientras observaban las agujas del reloj de la historia acercarse al momento exactamente indicado. Habia ocurrido una vez antes, hacia casi un ano, y luego vino la debacle de Los Angeles. Pero con su recuperacion y con la magnifica manipulacion que habia hecho la baronesa de los jugadores clave, ese momento volvia estar de nuevo a su alcance. De modo que, por mucho que podria disfrutarlo, matar a Peter Kitner era lo ultimo que ahora debia hacer. Por otro lado, le resultaba imposible limitarse a dar media vuelta y marcharse sin al menos darle al gran hombre algo en que pensar.

– Sir Peter -dijo de pronto, en frances, desde detras de los periodistas-, ?es la adquisicion de TV5 el anuncio que tiene previsto hacer en el Foro Economico Mundial de Davos de este fin de semana?

– ?Como? -Resultaba obvio que Kitner habia sido pillado en fuera de juego y trato de ver a traves de los focos quien era el autor de la pregunta.

– ?No tiene algo muy importante que anunciar, que lo involucra a usted personalmente, en la proxima cumbre de Davos, sir Peter?

– ?Quien lo ha dicho?

Kitner avanzo entre el grupo de periodistas, protegiendose los ojos de los focos, buscando a la persona que habia hecho la pregunta. Los periodistas se giraron, tambien buscando.

– ?Quien ha sido? ?Apaguen estos malditos focos! -Furioso, Kitner se abria paso entre el grupo, buscando al pregunton. Michael avanzaba con el, y tambien Higgs, que mientras iba dando ordenes por el micro. Al llegar al otro lado se detuvieron y miraron a su alrededor. El pregunton misterioso habia desaparecido entre los clientes del hotel que abarrotaban el vestibulo.

– Et Davos, sir Peter?-?Y Davos, sir Peter?

– Sir Peter, quelle est la nature de votre annonce?-?cual es la naturaleza de su anuncio, sir Peter?

Sir Peter. Sir Peter. Sir Peter.

Raymond oia los gritos de la prensa francesa detras de el mientras avanzaba hacia el mostrador del conserje. A los pocos segundos, varios hombres ataviados con trajes oscuros entraron por una puerta lateral y se colocaron de manera protectora alrededor de Kitner. Eran guardaespaldas llamados por Higgs.

Raymond sonrio confiado. Habia plantado una semilla y la prensa la habia recogido. Sabia que el estilo y la conviccion de Kitner pronto lograrian deshacerse de la prensa, y que su sorpresa y su rabia se desvanecerian. Mas tarde, la curiosidad se dirigiria a la identidad del interrogador y a como y cuanto sabia sobre lo que iba a ocurrir en Davos. Luego, en algun momento posterior, Kitner se daria cuenta de quien habia sido y de lo que habia ocurrido. El miedo y la desconfianza ganarian terreno rapidamente a todo lo demas, y eso era precisamente lo que Raymond se habia propuesto.

Delante de el estaban los ascensores. Se metio el paquete debajo del brazo y miro el reloj.

23:20 h

Paro delante de los ascensores, toco el boton y miro a su alrededor. Habia una pareja mayor charlando cerca de el, pero aparte de ellos estaba solo.

Uno de los ascensores abrio las puertas y tres personas salieron de el. La pareja mayor no hizo ningun

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