similares a las de su hermano y por un momento penso en lo notable que era el parecido entre ellos y se pregunto si, cuando se conocieran, podrian convertirse en amigos para siempre. Esta idea le hizo darse cuenta de que no tenia mas remedio que revelarle a Alexander su pasado, en especial ahora que habia aceptado convertirse en su esposa.
– Bajo en cinco minutos.
Alexander colgo el telefono y se volvio a mirarla.
– Era Jean-Pierre, que me espera fuera en el coche. Parece ser que tu hermano ha venido a verte al hotel.
– ?Mi hermano?
– Seguro que ha intentado ponerse en contacto contigo y no ha podido. Ira al mostrador de recepcion a pedir que llamen a tu habitacion. Si no estas alli, armara un pequeno revuelo y mandaran a alguien a buscarte.
Alexander experimento la misma sensacion que habia tenido dos horas antes, cuando vio a Marten delante del piso de la rue Huysmans. Este era el motivo por el que debia ser asesinado. Dejarlo vivir ni que fuera un dia mas era flirtear con el momento en que dejaria de estar medio paso por detras de el para caerle justo encima y a punto de asfixiarlo. Pero, aun con aquel riesgo creciente, ahora no podia matar a Marten. Davos se estaba acercando y, ademas, la muerte de su hermano provocaria en Rebecca un torbellino emocional que probablemente la mandaria de nuevo al punto del colapso, y eso era algo que no dejaria que ocurriera.
– ?Lo quieres conocer? -Rebecca se habia levantado de pronto y se dirigia hacia el, feliz y sonriente-. Ahora, esta noche, para que podamos darle la noticia.
– No, esta noche no.
– ?Por que? -Se detuvo, con la cabeza ladeada, contrariada.
Alexander la miro en silencio. No se encontraria con Marten, no podia correr el riesgo de que, de alguna manera, Marten lo reconociera, hasta que llegara el momento de liquidarlo.
– Rebecca -Alexander se acerco a ella y le tomo las manos delicadamente entre las suyas-, solo tu y yo sabemos lo que ha ocurrido esta noche entre nosotros. Por varios motivos, es muy importante que guardemos nuestra felicidad como un secreto entre nosotros unos cuantos dias mas. Mas adelante lo anunciaremos y organizaremos una celebracion magnifica en Suiza, a la que, por supuesto, invitaremos a tu hermano. Y cuando nos conozcamos, lo abrazare con todo mi carino, respeto y buena voluntad.
»Pero esta noche, querida, vuelve a tu habitacion. Cuando tu hermano llame dile que estabas agotada y te habias quedado dormida en la banera y que no has oido el telefono. Invitalo a subir y, mientras tanto, ponte un albornoz y recogete el pelo con una toalla en la cabeza como si acabaras de salir del bano.
– ?Quieres que le mienta incluso ahora?
Alexander sonrio.
– No mas de lo que lo has hecho todo este tiempo. Siempre ha sido un juego, ?no es cierto? Y un juego que has jugado muy bien.
– Si, pero…
– Pues sigamos con el juego, al menos unos dias mas. Hasta ahora has confiado en mi, confia en mi otra vez. Pronto entenderas por que. Lo que el futuro nos depara, carino, no podrias empezar ni a imaginartelo en tus fantasias mas descabelladas.
46
Nicholas Marten se dio la vuelta en el sofa del despacho de Armand. Todavia tenso y aprensivo, volvio a repasar mentalmente lo ocurrido durante las ultimas horas.
Extremamente preocupado por la seguridad de Rebecca pero sin querer despertar a unos agotados Armand o Nadine, ni asustar a una gente que emocionalmente ya habia sufrido un buen golpe, sencillamente decidio abandonar el apartamento solo, salio a la calle y paro un taxi.
A las doce y media llegaba al hotel Crillon. Sin afeitar y en vaqueros, con unas viejas zapatillas deportivas y una sudadera, entro en el vestibulo y se dirigio directamente al mostrador de recepcion, donde sus exigencias obsesivas al recepcionista le valieron la rapida atencion del servicio de seguridad del hotel y luego la del portero de noche. Finalmente, cuando consiguio hablar por telefono con Rebecca, subio a su habitacion acompanado del personal de seguridad. Cuando llamaron, ella abrio la puerta envuelta en un estiloso albornoz del Crillon y con el pelo envuelto en una toalla. Apurada, la chica le dio un beso en la mejilla y le dijo lo mismo que le habia dicho por telefono cuando la llamo desde recepcion. Que tomo un bano caliente y se quedo dormida. Cuando el le respondio que eso no era tipico de ella y le pregunto por el olor a alcohol de su aliento, ella se limito a responder que habia sido un dia largo y lleno de emociones y que le hotel le habia ofrecido una botella de champan Tattinger como cortesia, y que antes de entrar en el bano se habia tomado una copa. Y esta era probablemente la explicacion de que se hubiera quedado dormida.
Aquella idea le hizo sonreir. Como habia cambiado. Ahora era una mujer, y muy bella, que hablaba varios idiomas y, en muchos aspectos, era mucho mas sofisticada de lo que el seria nunca. Sin embargo, como su enfermedad le habia robado una parte tan importante de su adolescencia, en muchas cosas seguia siendo tan nina, ingenua e inexperta en las realidades de la vida y del amor. Algunas veces, a medida que su curacion progresaba y el la iba a visitar a Neuchatel, la tanteaba haciendole preguntas banales sobre su vida personal y sus amigos del sexo opuesto. Su respuesta habia sido siempre poner una sonrisa picara y decir algo asi como «tengo amigos». Y, llegado este punto, el dejaba de insistir, mientras por dentro le deseaba todo lo mejor, toda la felicidad del mundo, y dejaba que ella misma encontrara su camino.
Dios, cuanto la queria.
47
Marten se incorporo al oir un ruido al otro lado de la puerta. Escucho.
Nada.
De pronto aparto las mantas a oscuras y se acerco a la puerta para escuchar de nuevo.
Todavia nada.
Tal vez se hubiera quedado dormido y estuviera sonando, o -el despacho de Armand estaba justo al lado del recibidor-, tal vez alguien de uno de los apartamentos de arriba habia entrado y subido por las escaleras, o tal vez eran solo sus nervios.
Estaba totalmente desvelado. Por primera vez penso en Clem. Tendria que haberla llamado mucho antes y, al menos, contarle lo que habia estado ocurriendo. Pero no lo habia hecho; el vendaval de emociones y acontecimientos habia sido demasiado intenso. Ahora, estuviera todavia en Amsterdam o de regreso en Manchester -a esas alturas le resultaba imposible de recordar su ruta-, era demasiado tarde. Lo que haria seria