Marten, de modo que dio su visto bueno a Lenard para que se deshiciera de el.
– Yo no he hecho nada -protesto Marten. La repentina llegada de Lenard y Kovalenko habia confirmado sus instintos, y esconderlos archivos fuera del apartamento fue un gesto prudente, pero la accion de Lenard lo tomo totalmente por sorpresa. La policia seguia alli y actuaba de una manera extremadamente metodica. Si los hombres de Lenard lo acompanaban al tren en aquel momento y seguian registrando el apartamento de la manera en que lo estaban haciendo, tarde o temprano saldrian al patio. Una vez encontraran las pruebas, se pondrian en contacto con la policia de Londres y el seria arrestado tan pronto bajara del tren para ser devuelto a Paris.
– Monsieur Marten, tal vez preferiria esperar en una celda de la carcel mientras su protesta es analizada por el magistrado que lleva el caso.
Marten no sabia que hacer. Lo mejor que podia hacer era permanecer en el apartamento y esperar que los hombres de Lenard no encontraran nada. Al menos podria recuperar los archivos en aquel momento. Tambien era cierto que si el se marchaba y los otros no hallaban nada, podia encontrar una manera de que Nadine o Armand le mandaran los documentos a Manchester, pero eso llevaria tiempo y, encima, habia muchas posibilidades de que los vigilaran.
Ademas, la accion tenia lugar aqui en Paris, no en Manchester. El propio Lenard habia dicho que el asesinado Jean-Luc era un comercial que trabajaba para una imprenta. Eso apoyaba el hecho de que habia entregado el primer menu a Dan Ford, lo cual significaba que habia muchas posibilidades, como habia supuesto antes, de que existiera un segundo menu, y que el ese segundo menu fuera lo que Dan Ford habia ido a buscarle a Jean-Luc cuando fueron asesinados. Y esta noche, en Paris, tenia lugar la cena del primer menu: la cena de los Romanov a la que debia asistir Peter Kitner.
«Lo mejor es intentar quedarse y esperar que no encuentren las carpetas -penso Marten-. Si las encuentran, este aqui o en Inglaterra, me encerraran de todos modos. Y si no y yo me he marchado a Manchester, pasara demasiado tiempo. Y lo que es peor, Lenard se asegurara de que se avisa al departamento de Inmigracion frances, y eso significaria que tratar de volver al pais una vez haya salido me sera muy dificil».
– Inspector, por favor -Marten eligio la unica via que le quedaba: la misericordia de Lenard-. Dan Ford era mi mejor amigo. Su esposa y su familia han hecho los pasos necesarios para que sea enterrado aqui en Paris. Me gustaria mucho que me permitieran quedarme hasta entonces.
– Lo siento. -Lenard se mostro tajante y definitivo-. Mis hombres lo ayudaran a recoger sus cosas y lo acompanaran hasta el tren. -Miro a lady Clem-. Con todos mis respetos hacia usted, senora, y hacia su padre, le sugiero que acompane a su amigo en el tren y luego se asegure de que no intenta volver a Francia. No me gustaria nada ver como reacciona la prensa sensacionalista si se enteran de nuestra investigacion. -Vacilo y luego hizo una media sonrisa-. Ya puedo imaginarme los titulares y el clamor, justificado o no, que provocarian. Por no decir nada de la revelacion de lo que -miro a Marten- parece una relacion mas bien confidencial.
52
El inspector Roget y dos de los agentes uniformados de Lenard escoltaron a Nicholas Marten y a lady Clem a traves de la multitud de pasajeros que esperaban, hasta el anden del Eurostar, el tren de alta velocidad Paris- Londres que cruza por debajo del canal de la Mancha.
Marten andaba como si estuviera esposado y dentro de una camisa de fuerza, incapaz de hacer nada mas que lo que le ordenaban. Al mismo tiempo vigilaba de cerca de lady Clem, que estaba a punto de explotar pero de momento se las habia arreglado para mantenerse en silencio, por mucha ira que tuviera dentro. Probablemente porque sabia que la amenaza que Lenard les habia hecho sobre la prensa sensacionalista britanica era cierta. Era una prensa que se alimentaba basicamente de noticias como esa, y con ellos se pondrian las botas. Y Clem sabia que su padre se sentiria mas que avergonzado, se pondria furioso y exigiria saber que demonios habia estado pasando. Cuando lo descubriera, seria capaz de exigir una disculpa publica por parte del gobierno frances, lo cual no haria mas que avivar el fuego de la prensa sensacionalista y complicar al maximo su vida en Manchester, hasta el punto de que, debido a las normas de la universidad, o Clem se veria obligada a abandonar su puesto, o el a marcharse de la facultad, o las dos cosas a la vez. Ademas, tendrian a los
Por otro lado, los dos datos mas importantes de informacion -los archivos de Raymond del LAPD hallados en el disquete de la agenda de Halliday y la huella digital que, de alguna manera, Dan Ford habia obligado a su agresor a dejar marcada en el cristal del Peugeot- quedaban atras; uno en la bolsa verde de basura oculta en la fuente del patio de Armand; el otro, en los archivos de la investigacion de la policia parisina. Juntos habrian revelado una verdad definitiva: o bien que las huellas coincidian y el asesino de Dan Ford habia sido, en efecto, Raymond; o que no coincidian y que el criminal real era alguien totalmente distinto. Pero no lo sabria nunca si no entregaba sus pruebas a la policia. Y eso era algo que no podia hacer. Si lo hacia, sus pruebas serian confiscadas de inmediato y el seria encarcelado por, como Lenard habia dicho, «retirar pruebas de la escena de un crimen». Eso lo colocaba fuera de juego de inmediato, atrapado en la maquinaria de la jurisprudencia francesa, y lo mas probable, lo acabaria enfrentando a alguien del LAPD que llegaria para interrogarlo. De modo que, los archivos, al menos en el momento en que salio del apartamento, seguian ocultos y el se iba de camino a abandonar el pais.
De pronto, Roget se detuvo junto al vagon numero 5922.
– Ya estamos -dijo, mientras se volvia bruscamente hacia Marten-. Su pasaporte, por favor.
– ?Mi pasaporte?
–
Al cabo de sesenta segundos Marten y lady Clem estaban sentados en sus butacas de clase turista, mientras Roget y dos agentes de uniforme en el pasillo hablaban de la situacion en frances con el revisor y uno de los agentes de seguridad. Finalmente, Roget le entrego el pasaporte de Marten al revisor y le dijo que le seria devuelto cuando el tren llegara a Londres. Luego les deseo un mordaz
Acto seguido, el agente de seguridad y el revisor los miraron, se volvieron y se marcharon, pero se dieron la vuelta para mirarlos de nuevo antes de alcanzar el fondo del vagon y cruzar la puerta corredera de acceso al vagon siguiente.
– ?Que fue eso? -dijo lady Clem, mirando a Marten.
– ?Que fue que?
– La policia te estaba mostrando todo el rato las fotos y luego, cuando hablabas con ellos, pasaba algo entre Nadine y tu.
– No.
– Oh, si, algo pasaba. -Clem levanto la vista hacia los pasajeros que subian al tren y luego volvio a mirar a Marten-. Nicholas, este tren, como la mayoria que viajan hacia o por dentro del Reino Unido, viaja con puntualidad. Saldra exactamente a las 10:19, lo cual significa que tienes -Clem miro su reloj- exactamente treinta y cinco segundos antes de que las puertas se cierren y empiece a avanzar.
– No se de que demonios me estas hablando.
Clem se le acerco mas y bajo la voz, con su acento britanico cada vez mas afilado:
– El inspector Lenard ha ido al apartamento de Armand en busca de la agenda del difunto senor Halliday. Es obvio que el contenido de esa agenda es importante; de lo contrario, tu o Nadine no lo hubierais escondido.
– ?Que te hace pensar…?
– Treinta y cinco segundos.