muertos y de que la navaja y la pelicula fueran los unicos objetos que faltaran de la caja fuerte de Curtay le hacia suponer que la baronesa no solo era la responsable de sus muertes, sino que estaba ahora en posesion de ambos objetos. Si eso era cierto, los dos estaban a salvo. Por eso no entendia aquella burla del hotel, ni por que planeaban asistir a Davos… ?Que mas podian querer?

Era algo que tenia que averiguar y pronto, antes de que empezara la reunion de Davos. Rapidamente, toco un boton de su interfono. A los pocos segundos, la puerta se abrio y aparecio Taylor Barrie.

– ?Si, senor?

– Quiero que organice una reunion privada para manana por la manana, en algun lugar fuera de Paris. Tengo que encontrarme con Alexander Cabrera y con la baronesa Marga de Vienne. Nadie mas tiene que estar presente. Ni de su parte, ni de la mia.

– Querra que Michael asista tambien.

– No, no quiero que Michael asista. Ni siquiera que este al corriente del asunto -contesto Kitner, con dureza.

– ?Ni tampoco Higgs, ni yo?

– Nadie, ?queda claro?

– Si, senor. Nadie mas, senor -dijo Barrie rapidamente, antes de volverse y salir, cerrando la puerta detras de el. Era la primera vez en los diez anos que llevaba en su empleo que habia visto a Kitner tan intensamente preocupado.

54

Metro de Paris. El mismo jueves 16 de enero, 11:05 h

Nick Marten se agarraba a la barandilla para equilibrarse del balanceo del vagon de metro, mientras interiormente rezaba por haberse metido en la linea adecuada en la estacion. Aparte del jersey, los vaqueros, la cazadora y las zapatillas de deporte que llevaba, lo unico que tenia era la cartera con su permiso de conducir ingles, su carnet de estudiante de la Universidad de Manchester, una foto de Rebecca tomada en Jura, dos tarjetas de credito y unos trescientos dolares en euros. Lo suficiente para que un estudiante pasara un agradable fin de semana en Paris, pero poca cosa para un hombre que ya tenia problemas con la policia y que ahora estaba en el pais ilegalmente. Aunque esto era algo por lo que ahora no debia preocuparse. Su mision, antes que nada, era llegar a la rue Huysmans, encontrar el callejon de detras del edificio de Armand y luego localizar la pared que delimitaba su patio. Y entonces suplicarle a Dios que los hombres de Lenard se hubieran marchado sin encontrar la bolsa de basura.

Si asi era, seria sencillamente cuestion de escalar el muro y recuperar la bolsa de basura escondida en la fuente. Se trataba de una operacion que no deberia llevarle mas de diez segundos, tal vez quince si le costaba trepar. Lo bastante facil si habia tomado la linea de metro adecuada y era capaz de encontrar la rue Huysmans. Mas alla, habia dos obstaculos mayores: el primero, que hacer si los hombres de Lenard seguian alli; el segundo, que hacer si ya no estaban y conseguia retirar la bolsa que contenia los archivos. ?Que haria entonces? ?Adonde iria? ?Donde se refugiaria? Y despues de todo esto, el asunto mas dificil: ?como obtener una copia de las huellas que el asesino de Dan Ford habia dejado de la policia de Paris? Pero, de momento, tenia que resolver el primero de sus problemas: llegar al callejon y recuperar la bolsa de basura.

Boulevard Raspail, 11:27 h

Marten salio de la boca del metro bajo un fuerte sol y se detuvo para orientarse.

Mas abajo y al otro lado del boulevard vio los edificios imponentes de lo que parecia ser una universidad. Anduvo hacia ellos hasta que pudo encontrar un cartel identificativo: COLLEGE STANISLAS. Se sobresalto. Lenard habia pasado por aqui cuando volvian del Sena y lo acompano hasta el apartamento de Armand. Siete metros mas y localizo una calle conocida a su derecha: la rue Huysmans.

Anduvo rapidamente calle abajo, con una antena pendiente de la policia y otra tratando de localizar alguna entrada que le permitiera acceder al callejon de atras. Paso frente a un inmueble, luego otro y luego vio una entrada estrecha que quedaba entre dos casas. Se metio por la misma y, al cabo de un momento, ya estaba en el callejon.

Empezo a avanzar cautelosamente. Habia un coche azul estacionado a medio camino del fondo, y detras del mismo, un furgon de envios. Ambos vehiculos parecian estar vacios. Acelero el paso en busca de la pared que separaba los patios en la que estaban los contenedores de basura apoyados. Doce pasos mas adelante la encontro. De manera instintiva, se detuvo y miro el callejon detras de el. No habia nadie, ni siquiera un perro.

Tres pasos y se encaramo a los contenedores y luego trepo pared arriba. Una vez arriba, se detuvo y miro. Al instante, se quedo atonito y retrocedio de un salto. Era un dia frio de enero y, sin embargo, en un banco del patio habia una pareja de jovenes totalmente desnudos haciendo el amor. No reconocio a ninguno de ellos… ?quienes eran? ?Cuanto tiempo estarian alli? Al mismo tiempo, por el rabillo del ojo advirtio algo: un coche de policia acababa de doblar la esquina y se dirigia lentamente hacia el.

Se sobresalto y miro a su alrededor. No tenia adonde ir. Ni tampoco podia, sencillamente dar media vuelta y marcharse sin llamar la atencion. ?Que podia hacer? Entonces vio unas cuantas cajas de carton apiladas contra la pared, en la sombra detras de el. Se aparto y se agacho detras de ellas, de rodillas, tratando de ocultarse. Pasaron cinco segundos, luego diez. ?Donde estaba el coche patrulla? ?Se habian detenido porque lo habian visto? ?Estarian ya fuera del coche, armas en mano, acercandose hacia el? Entonces vio el morro del coche que pasaba y luego todo el coche que se deslizaba lentamente callejon abajo. Solto el aire y conto lentamente hasta veinte, luego se inclino hacia delante y miro al fondo del callejon. El coche ya no estaba. Miro en la direccion contraria. Nada mas que el coche azul y el furgon de mensajeria detras. Entonces vio unos cuantos contenedores mas de basura apoyados contra otra pared. Eran los que recordaba haber visto antes. Esta era la pared de Armand.

Se acerco sin esconderse. En cinco segundos estaba usando los contenedores para trepar. Una vez arriba, vacilo un poco; como antes, miro por encima. Reconocio el patio de Armand de inmediato. Rapidamente, miro los cristales del apartamento en busca de movimiento. No vio nada. Se arriesgo, se aupo y miro dentro de la fuente, oculta bajo la hiedra seca por el invierno que cubria la pared. Pudo ver la bolsa de basura cubierta por una capa de hojarasca, como el la habia dejado. Una ultima ojeada al apartamento y se abalanzo. Sus dedos agarraron el plastico frio. En una decima de segundo tuvo la bolsa levantada y volvia a estar sobre la pared. Sus pies tocaron los contenedores y salto otra vez al callejon. Justo al hacerlo, la puerta del conductor del coche azul se abrio, y del interior salio un hombre: Kovalenko.

55

– Tres ramitas acabadas de arrancar en la hiedra -dijo Kovalenko, mientras se lo llevaba rapidamente de alli en su coche, bajaba por el boulevard Raspail y luego se metia por la rue de Vaugirard-. Los hombres de Lenard han salido al patio, han mirado a derecha y a izquierda unos segundos y luego han vuelto a entrar en la vivienda. Gente de ciudad, supongo. No como un ruso criado en plena belleza y dureza de la vida rural, o como los americanos, a quienes les gusta mirar peliculas del oeste. ?Le gustan a usted las pelis del oeste, senor Marten?

Nick Marten no sabia que decir ni que pensar. Kovalenko se habia sencillamente presentado y le pidio educadamente a Marten si queria subir a su coche, lo cual, teniendo en cuenta su ausencia de alternativas, acepto. Ahora Kovalenko lo estaba llevando, obviamente, a la policia francesa.

– Usted ha encontrado la bolsa y ha visto lo que habia dentro -le dijo, tristemente.

Вы читаете La huida
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату