sin pasaporte, y desaparecer en la inmensidad de la ciudad, sin que Kovalenko se enterara hasta que fuera demasiado tarde.

Para protegerse de esa posibilidad, el ruso le habia dado un dato en el momento en que abria la puerta para salir: la policia de Paris lo estaba buscando. El Eurostar habia llegado a Londres sin el hacia tres horas y media, y la policia londinense habia informado a Lenard a los pocos minutos. Furioso, Lenard llamo a Kovalenko de inmediato, no solo para informarle sino para desahogarse, diciendole que consideraba la conducta de Marten como una afrenta personal y que habia puesto a la policia de la ciudad en alerta para que lo arrestaran.

Kovalenko le dijo sencillamente que era algo que creia que Marten tenia que saber y tener en cuenta cuando saliera a comprar. Y luego, tal cual, lo mando a la calle.

De alguna manera, Kovalenko no tuvo demasiada eleccion. Unos instantes antes de que Marten saliera, Kovalenko le habia pedido a Lenard que le mandara un duplicado del expediente del asesinato de Dan Ford a su hotel de inmediato. Un expediente completo, enfatizo, que incluya una fotocopia clara de la huella digital hallada en su vehiculo. De modo que era obvio que Marten no podia encontrarse en su habitacion cuando Lenard o alguno de sus hombres vinieran a entregar el expediente.

Era igual de obvio, penso Marten mientras caminaba, con la cabeza gacha para protegerse del viento y de los gruesos copos de nieve que ahora caian, que debia estar muy alerta a la policia que lo buscaba.

Entro en el deteriorado vestibulo del hotel Saint Orange cautelosamente, mientras se sacudia la nieve de la cabeza y los hombros. Al fondo, una mujer baja y escualida con el pelo canoso y un sueter negro se sentaba tras el mostrador y hablaba por telefono.

La vio mirarlo cuando pasaba y luego volverse mientras el llamaba al ascensor. Paso casi un minuto hasta que llego y entonces la vio mirarlo otra vez. Entonces la puerta se abrio y el entro y toco el boton de la planta de Kovalenko.

Un instante mas y la puerta se cerro y el ascensor empezo a subir. Crujia y gemia mientras se elevaba, y Marten se relajo. Solo en el ascensor, al menos por un momento, quedaba protegido de la mirada publica. Eso le dio un segundo para pensar. Aparte de lo evidente -Kovalenko, la presion de la policia francesa-, habia otra cosa que le preocupaba desde esa manana, y deseo tener la tranquilidad mental para hablar con lady Clem del asunto. Era una sensacion creciente de que Rebecca no le habia contado toda la verdad cuando finalmente hablo con ella en el hotel Crillon, la noche anterior; de que su excusa de que se habia tomado una copa de champagne y se habia quedado dormida en la banera habia sido solo eso, una excusa y, en realidad, habia estado haciendo otra cosa.

Que era aquello de lo que no podia o no queria hablarle -si habia estado con un novio, o con un amante, incluso con un hombre casado-, no importaba. No era un buen momento para que su hermana estuviera haciendo el tonto despreocupadamente, no si Raymond era realmente quien estaba por ahi; de alguna manera, tenia que hacerle comprender que, sencillamente, ahora ya no podia permitirse actuar como si la vida fuera como antes. Tenia que ser muy consciente de donde estaba y con quien. Era muy importante.

La fuerte sacudida del ascensor al alcanzar la planta interrumpio los pensamientos de Marten. La puerta se abrio y el echo una ojeada al pasillo. No habia nadie. Con cuidado, salio y empezo a caminar hacia la habitacion de Kovalenko.

De pronto, se sintio inseguro. Fuera no habia visto ningun coche de policia, y se pregunto si el mensajero de Lenard todavia no habia venido, o tal vez ya se habia marchado. O… ?y si habia utilizado un vehiculo de camuflaje y estaba todavia en la habitacion con Kovalenko?

Se acerco a la puerta y escucho.

Nada.

Espero un momento mas y luego llamo. No hubo respuesta. No se habia ausentado mucho tiempo, y Kovalenko no le advirtio de que tuviera que salir. Volvio a llamar. Nada. Finalmente, probo el pomo. La puerta estaba sin cerrar.

– Kovalenko -dijo, a media voz.

No hubo respuesta y abrio la puerta. La habitacion estaba vacia. El portatil de Kovalenko estaba sobre la cama, con la americana doblada al lado. Marten entro y cerro la puerta, y luego coloco su bolsa en una mesita lateral. ?Donde estaba Kovalenko? ?Habia venido ya la policia, o no?

Dio un paso mas y entonces lo vio, un sobre de papel manila con el sello de la Prefectura de Policia de Paris estampado y que asomaba por debajo de la americana del detective ruso. Sin aliento, lo cogio y lo abrio. Dentro habia una carpeta gruesa de archivador. Y dentro, encima de unas cincuenta paginas mecanografiadas y de tal vez una docena de fotos de la escena del crimen, habia una ampliacion de ocho por diez de una huella digital. Debajo, las palabras empreinte digitale, main droite, numero trois, troisieme doigt (huella digital, mano derecha, numero tres, dedo corazon), y estampado debajo ponia piece a conviction n. 7 (prueba n. 7).

– Necesitara esto -rugio la voz de Kovalenko detras de el. Marten se volvio de golpe. Kovalenko estaba al lado de la puerta, con un disquete informatico en la mano.

Marten miro detras de el. Estaba solo.

– ?Donde estaba?

– Meando. -Kovalenko entro y cerro la puerta.

58

– ?Lo ha mirado? -pregunto Marten, senalando el disquete.

– ?Quiere decir si he comparado los dos? Si.

– ?Y…?

– Vealo usted mismo.

Kovalenko se acerco a la cama, cargo el disquete en el portatil y se aparto mientras la huella de Raymond del expediente del LAPD aparecia en pantalla. Clico para ver la mano derecha y luego al dedo numero tres, el dedo corazon, y selecciono el recuadro de maximizar. Y la pantalla se lleno con una huella unica y excepcionalmente clara.

Marten sentia como se le aceleraba el pulso con los nervios, mientras sostenia la ampliacion de ocho por diez al lado de la pantalla. Poco a poco, un escalofrio le recorrio los hombros y le descendio por la columna vertebral mientras se daba cuenta de que cada curva, bucle y arco coincidian a la perfeccion.

– Dios mio -suspiro, y miro a Kovalenko.

El ruso lo observaba atentamente.

– Parece como si Raymond Oliver Thorne hubiera resurgido de sus propias cenizas y hubiera aterrizado en Paris -dijo Kovalenko en voz baja-. Creo que lo mas razonable es suponer que fue el quien mato a Dan Ford, y tambien al hombre con quien iba a reunirse, el comercial de la imprenta, Jean-Luc…

– Vabres.

– ?Como? -La pregunta de Kovalenko fue tajante.

De pronto, Marten se volvio de la pantalla y miro directamente a Kovalenko:

– Vabres era el apellido del comercial de la imprenta.

– ?Y usted como lo sabe? Ni Lenard ni yo se lo hemos dicho a nadie mas.

– Estaba en las notas de Dan.

Marten apago el portatil. El miedo profundo, casi animal que Raymond habia originado en el, como si fuera una criatura imparable, intocable, incomprensible y de otro mundo, se quedo extranamente atenuado con la certeza de que estaba vivo. Era una certeza que le dio a Marten el coraje para dar el siguiente paso respecto a Kovalenko.

– La palabra francesa carte puede significar plano, o mapa, pero tambien puede significar menu. Usted buscaba un mapa, pero era un menu lo que Dan Ford iba a recogerle a Vabres cuando fue asesinado.

– Ya me he enterado de los significados de la palabra, senor Marten. La empresa de Vabres no imprime

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